En la madrugada llegó el resto de los Guerreros; Fraiton no los había desafiado ya que la actividad del volcán le estaba exigiendo mucha energía. Todos se mostraron apesadumbrados y enojados al escuchar lo que había ocurrido con Jim. Al amanecer, éste despertó al mismo tiempo que su yegua; se sentó y se quedó inmóvil esperando que alguien le hablara.; los dedos de sus manos no dejaban de agitarse de forma ansiosa.
El calor había incrementado. La ceniza en el exterior también, por lo que decidieron quedarse adentro.
-Jim, – Alexandria se arrodilló frente a él. Su voz suave. – Lo que te colocó Crishcas ayer fue un analgésico; tu dolor debe haber disminuido, pero lo que afectó tus ojos fue un veneno muy poderoso. No podemos asegurarte que recuperarás la vista… de inmediato.
Jim tragó; intentaba mantenerse fuerte. Cai lo sujetaba del brazo como gesto de apoyo.
-Sí, entiendo, – respondió. – Ya no me arden los ojos, – tragó de nuevo.
-Bien, te quitaré la tela del rostro.
Jim tenía los ojos cerrados, lentamente los abrió dejando mostrar sus usualmente hermosos ojos celestes que ahora estaban rodeados de líneas rojas. Parpadeó varias veces y miró hacia el frente.
-…Nada, no veo. – comenzó a llorar silenciosamente.
Cai apretó los puños y reprimió un gruñido; estaba furioso y al mirar a su alrededor notó que todos los Guerreros se sentían de la misma manera.
-Utiliza la Ayuda, por favor – pidió Jim.
-No funcionará…
-Por favor, hazlo…
Ante el ruego de Jim, Alexandria intentó varias palabras; “ilik”, “boq’ ochaj”, “kunanik”, “witz’baj”, “ka’yil”, pero el rostro inmutable de Jim les indicó que ninguna funcionaba. Como si supiera perfectamente lo que estaba sucediendo, Daphni resoplaba y daba toques suaves al rostro de Jim con el suyo.
Alexandria iba a continuar con otras palabras, pero de repente se detuvo y advirtió:
-Fraiton se acerca.
Los Guerreros se pusieron en guardia.
-Es demasiado tarde, – dijo Fraiton apareciendo en un extremo del túnel y para demostrar su punto hubo un temblor extremadamente violento.
Mientras el temblor duraba, los Guerreros no perdieron el tiempo.
El primero en dirigirse hacia el enemigo, incluso antes de que comenzara a temblar, fue Cai. El Terroriano ya no era lo suficientemente rápido así que Cai logró alcanzarlo y mientras la tierra se sacudía, le agarró el brazo izquierdo y sin vacilar se lo quebró desatando así la ira que sentía por la pérdida de la vista de su amigo. Fraiton gritó de agonía y rabia y utilizando todas sus fuerzas aventó a Cai hacia atrás.
-¿En dónde están los zoomorfos submarinos? – preguntó Julian frustrado, con la espada desenvainada.
-Sinceramente, dudo mucho que vengan, – advirtió Bynner montando en su caballo Gabriel y lanzándose al ataque.
Cai quiso regresar contra Fraiton de inmediato.
-¡Cai, retrocede! - le indicó Alexandria.
Bynner estuvo de acuerdo; sin dejar de pelear, exclamó: -¡Sí, muchacho, reflexiona también cuando no debes intervenir!
Cai apretó los dientes enfurecido. Todo su ser le gritaba que se lanzara a destruir a Fraiton, pero sabía que si se entrometía en esos instantes, estorbaría y afectaría a sus aliados. Decidió regresar con Diana quien había ayudado a Jim apartarse de la lucha; Daphni asistía a su jinete en conservar el equilibrio en medio de los temblores. Mientras, Alexandria y Crishcas recitaban una serie de palabras y Cai se dio cuenta que era para prevenir que el volcán hiciera erupción.
-Es demasiado tarde, – dijo él a regañadientes. Fraiton tenía razón, el volcán no tardaría en estallar y devastar todo a su alrededor. Los zoomorfos submarinos no habían llegado; no podían contar con ellos. Lo que tenían que hacer ahora era salir y alejarse lo más que pudieran, pero no estaba seguro de que podrían escapar a tiempo. El calor era insoportable. Comenzó a sentir su piel arder.
En ese momento escuchó un sonido que provenía de afuera.
-Quédense aquí, – les indicó a sus compañeros Peones y salió a ver qué era lo que sucedía.
Intentó ver a través de la cantidad de ceniza que caía y cuando finalmente pudo, el espectáculo que divisó fue magnífico.
El sonido era el que hacían miles de seres en el mar chapoteando mientras se acercaban creando un ruido rítmico. Cai no pudo evitar contemplarlos boquiabierto. De pronto se detuvieron aunque el ruido continuaba. Eran miles los zoomorfos submarinos que hacían maniobras con sus aletas y manos moviendo el agua hacia el volcán, todos creando una ola al mismo tiempo. Cai contempló cómo el agua avanzaba hacia la orilla del volcán, después retrocedía para regresar con más fuerza cubriendo mayor parte.
-¡Los zoomorfos marinos han llegado! – Cai avisó a los Guerreros con un tono de victoria.
-¡Cai! - llamó Alexandria. – Sal del volcán junto con Jim y Diana, aléjense siguiendo esa dirección – Alexandria le señaló. - ¡No dejen de correr!
Editado: 08.06.2024