Los alrededores de la ahora inexistente Universidad HUNCOR estaban repletos de ruido. Los doctores hacían revisiones básicas a todos los Mayalles mientras sus familiares hablaban con ellos. Algunos de los secuestrados presentaban heridas severas, eso no se reflejaba en sus rostros sonrientes al ver y platicar con sus seres queridos.
Ronnman fue trasladado a una de las camillas portátiles que habían traído; se dejó desplomar sobre ella haciendo que más sangre saliera de su cuerpo. Suspiró incómodo.
-No hagas movimientos bruscos, - le dijo Kháli quedamente, ella y Gertrude estaban al lado de Ronnman. Rik estaba junto a su padre y hermana.
-No me trates como a un niño, - gruñó la Torre.
Kháli lo ignoró. Gertrude le dio un pequeño empujón en su hombro. - Cicatrizante, - dijo señalando con la barbilla las heridas de Ronnman.
-No puedo usarlo si las balas siguen adentro, - explicó contemplando a la Pieza Mayor cuya respiración estaba algo agitada.
Ensangrentado de esa manera, con varios agujeros en el torso, realmente se veía como una verdadera Torre.
-Será llevado a nuestro hospital para extraerle las balas, – dijo Geratyne acercándose. - ¿Crees que puedas resistir? – le preguntó a él.
-Desde luego, – respondió en voz baja.
Geratyne sonrió un poco. Fue entonces cuando Kháli notó que Ronnman sujetaba algo entre sus brazos.
- ¿Qué tienes ahí? – preguntó aflojando los musculosos brazos y descubriendo el pequeño cuerpo de la Rusellily medio oculto por una tela.
Kháli se estremeció y Geratyne se cubrió la boca al ver a la pequeña criatura; automáticamente alargó sus brazos queriendo tomar a la Rusellily.
-Yo me encargaré de ella, - dijo la voz del gobernador aproximándose, tomando el cuerpecito y llevándoselo consigo.
Después de asegurarse de que Ronnman estaba estable, Kháli siguió al gobernador. Todos se dirigían ahora a la ciudad.
-Lo siento, - dijo ella quedamente y relató lo sucedido mientras lloraba.
El gobernador asintió. -Parece que la Rusellily fue en extremo valiente al igual que todos ustedes.
La Peón no dijo nada; contemplaba a la pequeña criatura deseando tocarla, moverla, hablarle.
Marcharon junto con el resto del grupo que iba completamente feliz. Al entrar a la ciudad, todos se dirigieron al hospital excepto Rupert quien se dirigió hacia el Canario acompañado de Kháli; a un lado, dentro de un pequeño almacén estaba el enjambre. Cuando ellos entraron y cerraron la puerta, la estancia se llenó de todas las luces de los Rusellilys saliendo de su hogar temporal. Al ver a su compañera descansando en los brazos del gobernador, todos hicieron vibraciones y movimientos llenos de tristeza. Un Rusellily particularmente viejo se acercó.
-Necesito que la sostengas, mientras me comunico con el mandamás, – le indicó el gobernador a Kháli.
Todo el cuerpo de ella se tensó y sintió su piel erizarse al sostener el cuerpecito inerte. Mientras Rupert y el Rusellily viejo hacían señas, Kháli no pudo despegar su mirada del pequeño rostro moreno y comenzó a llorar de nuevo. Cuando terminaron, Rupert tomó de regreso a la Rusellily y cuidadosamente se lo entregó al mandamás quien hizo una serie de vibraciones colocando su mano sobre la frente de la fallecida; segundos después, una ánima miniatura salió de ella.
Todos los Rusellilys comenzaron a danzar y cantar alrededor, pero la entonación no era tan lúgubre como Kháli la esperaba.
-Su ánima es tan pequeña… ¿Contará como una? – preguntó Kháli sin darse cuenta que lo había hecho en voz alta.
-Sí, - respondió Rupert, - pero me temo que jamás te la entregarán. Los Rusellilys nunca darían su ánima ni siquiera a los Guerreros Blancos; verás, las ánimas son sembradas en su tierra y nuevos Rusellilys brotan de ellas. Les he comentado todo lo que me has dicho y celebran la valentía, la vida y la muerte de su compañera. Lograste sacar a todos los Mayalles de ese lugar, Kháli; tú y tus dos compañeros sobrevivieron. Esto es una victoria, - dijo mirándola.
-¿Entonces por qué no se siente así? – preguntó ella con voz carrasposa.
-Porque tu perspectiva de la muerte no es la misma que la de los Rusellilys o la de los Mayalles. Si lo analizas bien, es ése el verdadero problema y no el sacrificio de la pequeña.
Kháli se estremeció, no le gustó escuchar aquello, no tenía sentido; pero en el momento que Rupert mencionó la muerte, recordó a Bill. Cada día odiaba más a ese hombre.
Luego de despedirse, fueron al hospital; Rupert siempre erguido, Kháli cabizbaja. Encontraron a Geratyne, Gertrude, Rik y Ronnman en la misma habitación; los últimos tres estaban siendo atendidos; Geratyne extraía las balas del cuerpo de Ronnman con la ayuda de dos enfermeros; Gertrude tenía el brazo vendado y un enfermero cubría las manos de Rik con gasas.
-¡Sabía que vendrías aquí! – exclamó Rik alegremente levantándose y precipitándose hacia ella.- ¡Por eso les pedí que me atendieran aquí también!
-¡Rik, por favor, deja que termine de una buena vez! – exclamó impacientemente el enfermero que lo atendía.
Editado: 08.06.2024