—Esto es sorprendente. —murmuró Susana para sí misma.
Sin necesidad de ser invitado, tomó asiento a su lado, regalándole una encantadora sonrisa tan propia de él. Depositó un pequeño beso en su mejilla provocándole un sonrojo.
—Apuesto no te esperabas verme —saludó a Delia con un asentimiento—, ¿Y dónde está el resto de tu grupo?
Realmente no esperaba muchas cosas y entre ellas era ver a Juan, un amigo que conoció por chat y resultó vivir cerca de su casa. No comprendía cómo es que Juan fue a parar en ese sitio específicamente, cuando hay decenas de lugares donde divertirse.
Ignorando su pregunta, se dispuso a pedirle una explicación convincente del porque estar en ese bar.
— ¿Qué haces aquí? —En respuesta el chico se encogió de hombros— Juan, ¿Qué rayos haces aquí?
El tono molesto de su voz fue lo que le hizo girarse y encararla, pidiéndole disculpas con la mirada fingida de arrepentimiento.
—Lo siento.
— ¿El qué?
Ladeó la cabeza, pensando en las palabras correctas.
—Vi en Facebook que tu amiga Delia puso que estaba aquí, entre sus amigas tú estabas etiquetada —acercó la mano a la suya y en un rápido movimiento le quitó el Tecate, tirando un poco del líquido amarillo y espumoso en la mesa—. Sabiendo que era un bar, quise comprobar si las alocadas de las chicas no te corrompían, y como pasaba cerca, aquí me tienes.
No necesitaba un cuidador, era perfectamente capaz de negarse a beber. Quien sí lo necesitaba era Delia, la pobre estaba hasta el tope.
—Que considerado —ironizó—, pero no te necesito. Así que vuelve a tomar tu camino, y por favor ya no chismees las publicaciones de mis amigas, o comenzaré a creer que estoy siendo acosada por ti.
— ¿Y quién dice que no lo estoy haciendo ya? —Se recargó en el respaldo de la silla, poniéndose cómodo—, llevo siguiendo tus pasos las últimas semanas, ahora sé que estas triste porque no dejas de compartir frases tristes acerca de... ¿Cómo le dicen? Crash —jugueteó con la lata de Tecate, llamando la atención de Delia.
—Es crush —corrigió Delia—. ¡Dame la cerveza ahora mismo!
Era preocupante saber todo eso, ¿es que acaso esto era una mala broma? Porque para serlo, Juan se lo contaba con toda tranquilidad, como si fuese un tema cualquiera. No reaccionó al instante, su mente analizaba todo tipo de respuestas a la reciente confesión, pero ninguna era buena. Primero, pensó en salir deprisa del lugar dejando a Delia. Segundo, le echaría la policía encima y pediría una orden de restricción.
— ¡Esa es la palabra que buscaba! —le tendió el Tecate a Delia sin problema.
—No debiste dárselo —le reprendió, al reaccionar.
—Ella me lo pidió —se justificó.
—Yo te pedí que te fueras, cosa que aún no has hecho —Juan frunció el ceño, creía que ya había desechado la idea de correrlo del lugar. Debía cambiar de táctica de deseaba estar un rato más ahí antes de que su hora de comida acabase y volviese a su trabajo—. ¿Qué estás haciendo? —le miró confundida.
Su amiga casi se ahoga con su cerveza cuando observó a Juan acercarse más del límite permitido a Susana. ¿De dónde su amiga sacó a ese adonis y porque ella no hacía nada para apartarle? Detrás de Delia, las tres amigas restantes entraron al mismo tiempo buscando a sus lado a algún rostro conocido, encontrando para su sorpresa a una Susana muy bien acompañada y una ebria Delia que observaba todo con asombro.
—Tienes unos lindos ojos. —Susana comenzó a reír para quitarse el nerviosismo.
—Herencia de mi abuelo —Bien, eso no lo esperaba, pensó que diría que los suyos lo eran igual o incluso algo similar a un "muchas gracias".
—Tienes una bella sonrisa —volvió al ataque.
—Mamá me lo dice muy seguido.
Aunque estuviese ebria, conocía el juego de Susana. No cedería a los encantos de Juan como él esperaba. Metería en cada halago a su familia, para que su plan de seducción se desvaneciera en un santiamén y si tenía suerte lo echaría del bar para estar solo con sus amigas.
— ¿Quién es ese chico? —susurró Leslie, detrás de Delia.
Buscó la voz, comprobando de quien se trataba y rápidamente las animó a unirse, susurrando que nadie hablase y prestasen atención a lo que Susana hacía. Cuando todas hubieron agarrado lugar, Susana sintió varias miradas sobre ella.
—Susana lo ha llamado Juan —bebió un sorbo de su cerveza—, ¿verdad que no tiene cara de juan?
—Tiene cara de "estar desesperado por captar la atención de Susana" —soltó Fanny—, ¿No se supone debemos quitárselo de encima?
—Shh. Podría escucharnos —le regañó Olivia, analizando a aquel par—. Se las apaña sola, sólo mírala.
En ese momento Susana se había puesto de pie, estrechándole la mano y pidiendo que amablemente se retirara.
— ¿Me estas echando? —se hizo el dolido.
—Te estoy animando a irte, miras tu reloj y luego a mí, seguro estas ocupado —ciertamente estaba en lo cierto, su hora de comida terminaba en menos de cuatro minutos y tendría que correr varias calles para regresar a su trabajo—, eso sin agregar que me estás dando miedo. ¿Qué tienes en la cabeza? ¿Acoso, en serio?
Olivia miró sorprendía a Susana y después a Juan y viceversa, ¿Quién era él?
—No lo decía en serio —no iba a darle una mala impresión, no era la clase de chico psicópata que acosaba a jóvenes inocentes. Primeramente, buscaba una amistad en persona y no sólo por chat—. Simplemente me he preocupado al leer que vendrían aquí, así que tomé mi hora de comida para ver como la estaban pasando.
— ¡La pasaremos bien si te vas ahora, chico! —Le gritó Olivia.
Quiso esconderse, todas la han pillado con un chico que nunca les ha mencionado. Ciertamente no existía motivo para hacerlo, apenas se han visto un par de veces y nunca fueron más allá de los halagos, hasta hoy. Después de ver la cara de confusión de todas, sabía que la lluvia de preguntas llegaría hasta que Juan se fuese del lugar.