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Agosto 27
En el trascurso de las semanas todo se tornó con tranquilidad, lo ocurrido esa noche había quedado como una hermosa historia de ficción, comenzaba a creer que sólo fuese un sueño, uno en el que le hubiese gustado nunca despertado. Lo único que le recuerda que aquello fue una realidad, es el saco oscuro que tiene en el guarda ropa; oculto de la vista de sus padres y hermanos, manteniéndolo como un secreto únicamente suyo en casa. Nadie solo ella y Elijah sabían lo sucedido.
Una tarde se preguntó, ¿Acaso Elijah olvidó lo ocurrido? Porque a ella le pareció ser olvidada, se sintió vacía, y por primera vez después de tanto tiempo de conocerle, deseó llorar por él, ¿El por qué? Simplemente por qué dolía la sola idea de pensar que le arrebató un beso sin sentir el mínimo sentimiento hacia ella, que aquello sencillamente fue lo que quiso en su momento sin que tuviese algún significado para él, y lo peor de todo es que así era. ¿Por qué sentiría amor hacia ella si no se conocían? No hacía más que engañarse a sí misma, su amiga Karen trataba de abrirle los ojos, mostrándole la simple y dolorosa verdad: Elijah no la tomaría en serio si no era un hombre libre. Sin embargo una parte de ella le decía que no era así.
—De nuevo pensando en pandejo —bufó Karen.
Estaba agotada de verla absorta en sus pensamientos, perdiéndose la clase de mantenimiento de computadoras que impartía un profesor del que se rumoreaba era gay.
—No me gusta que lo llames así —le amonestó.
Delia soltó una risita compartiendo complicidad con Leslie y Karen, el reciente apodo proviene de la gran imaginación y combinación de palabras que suele hacer. Cuando se hubo puesto al tanto de todo lo que acontecía en ese quinteto de amigas, se unió, encantada de hacerles el día con sus ocurrencias. Cuando se le ocurrió llamar a Elijah pandejo, todas estallaron en carcajada—incluyéndose Susana—por la unión de dos palabras: panda y pendejo. La última palabra fue elegida porque así es Elijah, ignoraba a la única persona que se interesaba por él, tenías que ser tan tonto para no notar la adoración por la cual Susana le veía, incluso cuando se mencionaba su nombre, sus ojos se le iluminaban.
—El apodo le queda, debes de admitirlo —anotó lo que el profesor Miguel colocaba en el pizarrón blanco con suma rapidez, haciendo Susana lo mismo—. De verdad que es preocupante como te tiene Pandejo, lo mío con mi novio no ha llegado hasta ese punto.
Susana negó, lo suyo era diferente, no había comparación cuando ella tenía acumulado el amor de ambos, tenía suficiente amor por los dos y le entregaría su parte si tan solo le diera una oportunidad, oportunidad que no habría. No lo ha visto desde aquella noche, era como si hubiese desaparecido, sin embargo Lyzty le hacía el favor de contarle por medio de fotografías que Elijah estaba en perfectas condiciones, luciendo feliz con su relación.
—No la tortures más —le defendió Olivia, golpeando la cabeza de Karen levemente con su bolígrafo—. Céntrense en la clase, o tendrán problemas desde el inicio del semestre.
Nadie le prestó atención, cada una se centró en lo que más le apetecía alegando que eran inicios de clases y no habría de que preocuparse. Por su parte Susana prefirió ocultar su rostro sobre la mesa durante la próxima hora, tomando anotaciones mentales sobre las posibilidades que le preparaba el futuro sobre su vida, ¿Conocería a alguien más con el paso de los años? ¿Sería Juan quién entre a su vida después de su regreso? ¿Elijah por obra del espíritu santo se quedaría con ella?
Una hora antes de que la clase de ese día finalizara el coordinador a cargo de la carrera de desarrollo de Software, los visitó en el aula, dio un informe por medio de diapositivas acerca del papeleo correspondiente para llevar a cabo los trámites para la liberación de las prácticas sociales; uno de los tantos requisitos obligatorios para conseguir graduarse. Las prácticas sociales constaban de 240 horas en cualquier lugar compatible con la institución, Susana y Delia para entonces ya tenían todo resuelto, ellas eligieron una secundaria donde cursaban en el turno vespertino y donde jamás se conocieron hasta la preparatoria. El director aceptó feliz de tener ayuda desde el inicio de clases, así que ambas acordaron presentarse en cuanto les dijeran que ya podrían iniciar los trámites.
Ambas pausaron su llegada a casa avisando que iniciaran sus prácticas sociales, bajaron en Multicenter, caminaron en silencio por el lugar hasta Susana detenerse a mitad de camino, observando una casa que parecía estar deshabitada. Dos pisos, con las paredes pintadas en un color rosa crema, ventanas cubiertas con cortinas beige, un portón café cubierto en polvo.
—Juan vive en esa casa —susurró con un tono de voz apenas audible—, antier me mandó una imagen mostrándome donde vive exactamente.
—Creí que ya lo sabías —le impulsó a continuar su camino.
—Oh no, sabía que vive cerca, pero jamás me había contado hasta donde —siguió su camino a paso lento, volteando de vez en cuando hacia la casa—. Prometió regresar en un año, después de graduarnos.
—No me digas —le miró confundida—, ¿Sigue con la idea de conquistarte?
—Si te refieres a ir a comer, sí. No deja de... —guardó silencio, recordando el mensaje de voz que le envió en mayo—, hace meses me contó que estaba feliz de que uno de sus amigos se graduara, no sabía que tuviera amigos en la prepa, él estudió en otra preparatoria y hasta donde sé fue a la universidad, ¿Te puedes creer que estudió gastronomía por tres semestres y lo dejó por falta de dinero?
—Ya todo tiene sentido, ¡te conquistará con comida! —rio divertida, que mejor que conquistar con alimento, sería bueno. Ante la mirada moleste de Susana, sin dar crédito a sus palabras, se retractó—. Oh, pudo haber sido chef.
—Sin duda, si tan solo lo retomara, lo sería.