Los Errabundos

El fantasma

Era como si hubiese visto un fantasma y, por un momento, Virgilio pensó que así era. El chico encendió el pequeño foquito de luz naranja que colgaba del techo, y él se detuvo a ver el espectro de Ariel: sobre su ojo izquierdo portaba un maquillaje hiperrealista que emulaban las cicatrices propias de un disparo en el ojo.

—Oye —dijo Ariel, chasqueando los dedos—. Despierta. Te voy a sacar de aquí. Deben tener un corta candados por algún lugar.

«Libertad» pensó Virgilio. Pero aquella vocecita que solo él podía escuchar volvió a hacer acto de presencia.

Si te libera, ¿qué crees que pasará después? Yo te lo diré: llegarás a Luvlais, creerás que estás a salvo y, cuando salga el sol, Ramón estará parado frente a las puertas de la ciudad con todo su ejército de mamarrachos. Las piezas se han desarrollado, pequeño Virgilio; el rival ha aceptado tu gambito y aquí está el momento decisivo en el que debes elegir si jugar lo más obvio... o lo más seguro.

—No, espera —dijo finalmente el italiano. Ariel dejó de buscar—. Si me voy, para mañana a primera hora atacarán Luvlais. Y aunque preparemos una defensa, perderemos a demasiados y gastaremos muchos recursos. Lo mejor será que permanezca aquí.

—No lo entiendes —acotó Ariel—. Llevo días infiltrado aquí. No tienen una mierda, no podrán atacarnos. Los aplastaríamos como insectos y lo saben, por eso es mejor llevarte, y nos dejarán en paz. Están desesperados.

—Tú lo dijiste —su voz se tornó serena—, están desesperados. La comida se les agota y soy su última esperanza. Si me voy, apostarán al todo o nada.

—Eso no tiene ningún sentido.

—Los sinsentidos es lo que nos hace humanos, Ariel. Están desesperados, hambrientos, enojados. No importa qué tan desventajosa sea la situación, ni qué tan ilógico sea una acción, el humano siempre será una criatura irracional que prefiera los sentimientos antes que la razón —hizo una pausa—. Si no atacan, mueren de hambre. ¿Por qué no morir buscando comida?

Ariel reflexionó durante unos segundos. La imagen de Estela llegó a su mente como una estrella fugaz.

—Tienen embarazadas, niños. No arriesgarán eso —dijo.

—Los niños tienen bocas, Ariel.

—No tiene ningún sentido. Si atacan Luvlais, los niños quedan huérfanos.

—Si no atacan Luvlais, los niños mueren de hambre; si no atacamos Lovtrein, les daremos tiempo de que los infantes crezcan y porten armas.

Un fuerte palpitar aporreó cruel el pecho de Ariel. La sangre se le heló, y la carótida empezó a hincharse con cada latido.

—Espero que no estés mencionando lo que creo que estás diciendo... —Ariel ladeó la cabeza, sin estar dispuesto a creer lo que sus oídos presenciaron.

Virgilio suspiró. Cerró sus ojos unos segundos para luego volver a divisarlo con una fría y molesta mirada. Su voz no emanaba ningún tipo de emoción, sino una indiferencia absoluta.

—Si dejas que tu enemigo siga con vida, si dejas que los niños sigan con vida... crecerán. Crecerán como adultos que odien a los Colibrís, crecerán como soldados y en unos años portarán un arma y la dispararán contra ti, contra quien les perdonó la vida. Porque pudiste perdonarles la vida, pero les quitaste todo lo que la conformaba. Un humano creciendo con odio se aferrará a esa emoción, a esa necesidad de venganza dejando de lado toda oportunidad, dejando de lado toda razón.

—¡No puedes hablar en serio! —la voz de Ariel tembló como si se fuese a echar a llorar, luego se tornó en una risilla histérica y, más tarde, el rostro se le deformó en impotencia.

—Nunca subestimes el poder del odio, nunca subestimes el poder de un hombre. Todos aquí son potenciales amenazas, todos los que tienen memoria recordarán el día que Lovtrein caiga en llamas. Solo los bebés están exentos de ideales, Ariel. Y no estoy tan seguro de esto último.

—¡Virgilio, escúchate, hablas como un loco...! —su calma se había ido a la mierda en un instante—. Virgilio... estas personas están asustadas, cada día es una posibilidad de morir. Se alegran si los exploradores traen un paquete de fideos... ¡un puto paquete de fideos para un centenar! Nadie aquí quiere una guerra. Si te vas ahora y propones la paz, serán capaces de matar a Ramón y de darte todo el gasoil de una si eso significa que cada tres meses tendrán comida. O mejor aún, se unirán a Luvlais. Virgilio... piénsalo, esta no es la forma. Simplemente no lo es.

Virgilio quería reír, a la par que deseaba estar suelto para abofetearlo.

—No son perros, no se someterán eternamente. Algún día alzarán sus armas contra Luvlais. Vivirán asustados de qué podamos hacer en venganza a la emboscada, y el miedo empuja a los actos estúpidos, impulsa los ataques. Lo viste con tus propios ojos, Ariel, y aunque admito que hay que ser fuerte para negar lo que se tiene delante... hoy necesito que aceptes la realidad; no existe un final pacífico, tarde o temprano las balas volarán. Lo importante es... ¿cuándo? ¿y hacia qué lado de la línea volará la primer bala? Piénsalo.

«No... ¡No!» pensaba Ariel.

—Matar a los de Lovtrein era algo fácil de decidir cuándo suponían una amenaza, pero ahora sabemos que están prácticamente en pelotas. Virgilio, te digo que conozco a esta gente, nadie quiere pelear.

—Ariel... —suspiró, harto de tanta incredulidad—, los alemanes no querían pelear luego de la primera guerra mundial. Solo bastó una persona para que eso cambiara.

—¿Tú serás esa persona para Luvlais?

—Seré quien tenga que ser para Luvlais. Ariel, tienes que entender que ya no es posible un final pacífico, la justicia para algunos es injusta para otros y la única solución pacifica que aceptarán los Uddopekka será aquella injusta para Luvlais. Porque recapitulemos, ¿dijiste que se alegran si traen un paquete de fideos, cierto? Dime qué harán cuando sepan que tenemos comida como para un año en Luvlais mientras ellos apenas reciben una camioneta cada tres meses. Se sentirán estafados luego de haber entregado la tercer cosa más importante en el nuevo mundo. Tal vez no se amotinen ni siquiera en dos años... pero en tres, cuando haya más bocas... bueno, querrán dos camionetas de comida. Las personas siempre quieren más, y repiten sus errores.



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En el texto hay: zombies, accion, gore

Editado: 13.09.2023

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