VII
Habían pasado algunas horas, Lucia se había quedado dormida después de tanto llorar sobre el regazo de Diana a quien sus piernas le hormigueaban, pero no lo sentía, pues, había recargado su cabeza en la esquina del cuarto y también había conciliado algo de sueño. Diana tuvo un sueño, breve, pero intenso. Se veía a si misma caminando por en medio de un bosque a la luz de la luna, ella estaba desnuda y las ramas de los árboles que la rodeaban se mecían en un vaivén, como si lo hicieran por voluntad propia y no por la fuerza del viento, llego hasta un pequeño riachuelo en el que el agua era tan cristalina que podía ver y a pesar de ser de noche, pequeños peces que la observaban a ella atónitos, luego, la luz de la luna cambio de tal forma, que el agua dejo de ser cristalina y se volvió más bien, como un espejo gigante que reflejaba hasta la última estrella en el cielo, se vio a si misma de frente y de su boca le corrió un hilillo de sangre, la abrió asustada solo para horrorizarse más, pues, toda su dentadura cayo desprendida y hundiéndose rápidamente en el rio, su corazón se aceleró y su cuerpo se le estremeció, tanto, que la trajo de golpe a la realidad.
Las cadenas sonaron de nuevo, ella aun adormecida, comenzó a sentir el hormigueo de sus piernas, la puerta de abrió de golpe y tras ella, un hombre delgado y escuálido tal como el primero que la había sacado de ahí, pero este le apuntaba con un arma larga y no una corta.
—Levántense las dos, llego la hora— Dijo el hombre.
Diana despertó a Lucia, la cual, se cubrió rápidamente con la playera, que le quedaba más como una bata de dormir, Diana incluso pensó que la hacía ver más aniñada, aunque sabía que no lo era. Otro hombre del mismo aspecto emergió de las sombras y se metió al cuarto con ellas.
—Dense la vuelta, ahora.
Ambas sintieron el jalón y luego el empujón que las llevo a poner la cara contra la pared de madera, el ser de la habitación de enseguida volvió a gruñir. El hombre les junto las manos por la espalda, uniéndolas por las muñecas y amarrándolas con algo que dejo escuchar un sonido de plásticos rozando, se trataba de un cincho ancho, las saco a las dos a empujones por la puerta. Las pusieron justo fuera de la habitación y mientras el hombre frente a ellas les apuntaba y giraba con el arma como barriendo el área, el hombre que estaba por detrás, volvía a colocar las cadenas en la puerta. Diana pudo ver por el rabillo del ojo, que a su costado izquierdo había una hilera de gente, giro su cabeza para comprobarlo y aunque fue rápido, pudo contar quizás a diez o quince personas.
—La mirada al frente, no gires la cabeza o te disparo— Dijo el hombre con el arma
—Tranquilo viejo, no es para tanto— Dijo la que Diana reconoció como la voz de Joaquín.
—Cállate, —contesto el hombre que las había amarrado, soltándole una bofetada con el dorsal de la mano derecha— no pedí tu opinión imbécil.
Joaquín se quedó con la cara apuntando hacia donde el impacto la había llevado, guardo silencio y escupió lo que Diana pensó que quizás era sangre.
—Todos los de la fila, sépanlo de una vez, no tenemos empacho en dispararles en este momento, si alguien necesita morir de una vez, solo basta con desobedecer una sola puta vez para que mi compañero o yo les volemos la cabeza en mil pedazos, ahora bien, a la cuenta de tres, van a girar su cuerpo hacia su derecha y caminaran hasta la jaula, los que no sepan donde esta, solo sigan a los demás, cualquier cosa rara, cualquier movimiento extraño será motivo de un disparo sin consideración.
El hombre hizo una pausa y luego conto en tono militar del uno al tres y los hizo caminar en fila india, uno tras de otro y los dirigieron hasta donde Diana había visto aquella jaula, era de noche y ya no entraba luz por aquellas ventanas cerca del techo, más bien, todo era iluminado por las lámparas amarillentas. Ante la jaula, había unas cuarenta personas, amagadas por la espalda con el mismo cincho, el resto, eran hombres armados que vigilaban desde todas direcciones. Diana no dejaba de pensar en el mal plan de Joaquín, en Martin y en la callada y asustada de Lucia, que caminaba frente a ella con la cabeza agachada, todo le daba vueltas al mismo tiempo dentro de su cabeza, revolviendo las ideas y devolviéndole en todos los casos, resultados nada favorables.
Los llevaron a todos hasta el centro del lugar donde había un rectángulo de malla ciclónica con un par de reflectores apuntando en el centro donde estaba hincado un hombre con la cabeza envuelta en una bolsa, Diana supo que se trataba de Martin, reconoció aquellos jeans deslavados y la camisa de vestir. El área completa estaba en silencio, Joaquín, que se había colocado junto a Diana, se inclinó un poco hacia ella y le hablo al oído, casi susurrando.
—No me imaginaba que fueras tan pequeña.
Diana ni siquiera tuvo oportunidad de voltearlo a ver, en ese momento entro a la jaula Gustavo con su cabello acomodado y su traje impecable, haciendo que se notara que él no encajaba con el lugar.
—Buenas noches damas y caballeros, sé que se preguntan en este momento que es lo que está sucediendo, bueno, los recién llegados, los que ya tienen un par de días aquí saben lo que está a punto de suceder y es que, tenemos que hablar de un hecho evidente, algo que todos los presentes ya sabemos, el mundo cambio, el mundo como lo conocemos ya no es, ni será el mismo, todos ya hemos visto...—
Hizo una pausa, miro a su derecha mientras asentía y con su mano hizo la señal a alguien de que se acercara a él. Entro en escena uno de sus tantos matones, deteniendo con fuerza a un hombre con una jaula de pájaros en la cabeza, lo que se supo de inmediato, se trataba de uno de esos seres.
—...Esto es lo que nos está pasando ahora, pudiéramos pensar que se trata de una enfermedad, como nos lo ponen en las películas, pero gente, esta es la vida real, aquí no llegaran los americanos a salvarnos después de explotar bombas por toda la ciudad, mientras Bruce Willis, Will Smith o alguno de esos héroes nos ayudan a evacuar, no señores, esto no es una historia de fantasía, esto es real, esto viene de más allá de nuestro entendimiento, esto ya estaba escrito y no lo quisimos ver, esto es evolución y tenemos que sobreponernos a esto—
Editado: 13.09.2021