Los Fantasmas de Violeta

Sangre

Violeta


 

Corro hasta llegar al baño más cercano; en cuanto abro la puerta rápidamente me encierro en un cubículo.

No podía creer lo que había visto ¿Fue real? ¿Acaso solo fue producto de mi imaginación?

Sentía que todo el cuerpo perdía fuerzas, no era capaz de salir del baño. No podía volverlo a ver.

Tengo que huir de aquí, eso debo hacer.

Tomo mi teléfono y marco el número de Isis.


 

-Aló-. Me contestó en voz baja-. Estoy en clases ¿qué pasó?


 

¿Qué estoy haciendo? ¿De qué servirá decirle que me rescate?


 

Así que colgué y salí a lavarme las manos.

Abrí el grifo y me mojé un poco el cuello para refrescarme. No tengo que entrar en pánico, soy una chica fuerte, puedo protegerme sola.

Me miro en el espejo revisando si mi rímel se había corrido o mi labial.

Pero solo noté una cara cansada y asustada.

Me parecía bastante a la antigua yo; tengo mis mismos ojos almendrados color café, mi cabello ondulado negro. Lo único que había cambiado era mi era mis labios ligeramente gordos y mi rostro redondo.

Pero ahora era exactamente iguales a cuando era Melissa. Esa misma cara de horror cuando veía como se deformaba el amor que tenía por John.


 

-Tranquila, puede ser simple curiosidad que se parezca a él-. Murmuré a mi reflejo-. Incluso puede que no recuerde nada. Yo solo lo sé por ese don.


 

Suspiro, me arreglo un poco mi cabello y mi blusa rosa que estaba un poco arrugada.

Antes de abrir la puerta recé por no volver a verlo.

Mientras camino por el pasillo que lleva a mi salón miro detrás de mi en busca de John. Pero no lo veo en ninguna parte y me relajo.


 

-¡Violeta!-. Gritó alguien atrás de mi.


 

Siento como una descarga eléctrica en mis costillas y trato de caminar más rápido.


 

-¡Ey! Soy yo, Brad-. Dijo mientras me tocaba el hombro para detenerme un poco. Creo que notó mi cara de miedo porque rápidamente quitó su mano de mi.-. Lo siento, soy el chico que te habló en la cafetería. ¿Estás bien? Te noto muy pálida.


 

-No me siento bien...-. Le confieso tocándome mi frente con la palma de la mano.


 

- Fue por lo del accidente en el estacionamiento ¿verdad?-. Dijo mirándome preocupado-. Tranquila, solo fue sangre falsa que pusieron para hacer una broma pesada.


 

-Es bueno saber eso-. Murmuré-. Creí que había muerto algo.


 

-Son unos idiotas los de mi salón, creyeron que sería una buena idea para promocionar la fiesta que harán.


 

Solo podía escuchar el murmuro de su voz pero realmente no entendía nada de lo que decía; solo tengo ganas de huir y jamás volver a esa universidad.


 

-Tengo que ir a clase, lo siento.-. Le dije acomodando la correa de mi mochila.


 

-¡Por supuesto! No hay problema... Entonces... nos vemos luego.-. Me dijo apartándose para dejarme pasar.


 

Camino hacia la puerta del salón y respiro profundamente. Tengo que ser fuerte, si he estado fuera de él tanto tiempo puedo seguir escondida de él.

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Después de salir de clases encontré a Isis en la cafetería de la universidad; camino rápido hacia ella para sentarme a su lado.


 

-Hola-. Le saludo nerviosa.


 

-¡Hola! ¿Pasa algo? Te ves muy mal-. Me dice preocupa y me toma de la mano.


 

Aún tengo problemas con el contacto físico pero me siento tan mal que lo ignoro.


 

-Sí, es solo que necesito irme a casa a descansar un poco...-. Le sonrió para tranquilizarla un poco.


 

-Oh, esta bien. Yo me quedaré un rato a esperar a Gabriela. Tenemos que hacer una tarea juntas-. Me dice.


 

-No te preocupes ¡Nos vemos más tarde!-. Le digo fingiendo entusiasmo y ocultar mi miedo  al saber que me quedaré sola en casa.


 

Se despide dándome un beso en la mejilla y salgo del plantel.

Mientras estoy en la salida me pongo mis audífonos para tratar de relajarme un poco. Pero antes de dar un paso adelante noto qué hay una silueta de un hombre parado en medio del estacionamiento. Con miedo trato de no mirarlo y simplemente camino hacia la calle.

Era fácil llevar a mi departamento; estaba a solo dos cuadras de la universidad.

Pero tenía tanto miedo que parecía que estaba a millones de kilómetros.


 

Antes de cruzar la primera esquina volteo hacia atrás para ver si me estaba siguiendo esa persona, no había nadie. Eso me tranquiliza más, entonces comienzo a caminar más lento.


 

Al llegar a la entrada de mi departamento, me desplomo en el sofá qué teníamos. Quería llorar y simplemente tomar todas mis cosas y cambiarme de continente.


 

-Creo que debo tomar un baño-Hablo en voz alta.


 

Así que voy por mi toalla a mi habitación, al agarrarla de mi silla enfrente de mi tocador noto que en el espejo veo una sombra atrás de mi.

Grito y rápidamente miro atrás de mi. No había nada.


 

-Deben ser los nervios-. Digo para tratar de calmarme y voy hacia el baño.


 

Mientras me quito la ropa me miro al espejo para desmaquillarme, pero mientras más veía mi cara de miedo más me enfurecía el saber que de nuevo estaba en las garras de él. Tenía que detenerlo, no podía dejar que de nuevo arruinara mi vida, no iba a morir otra vez.

Noto como mi respiración se vuelve cada vez más agitada, y siento que mala gravedad solo me hace más pesada.


 

Tiro con todas mis fuerzas el algodón que usé para lavarme la cara y abro violentamente la llave de la bañera. Y sin importarme me meto a la bañera con el agua completamente caliente; pero no me importaba sentir como mi piel se quemaba porque estaba lo completamente enojada para ni siquiera sentir dolor.



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En el texto hay: misterio, terror, susoenso

Editado: 16.05.2020

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