Elena, 18 años.
Algo malo está pasando, lo siento en mi interior. Pensé.
Me dolía tanto la cabeza que había decidido irme a dormir, estaba oscureciendo así que me parecía buena idea ya que mañana tenía clases en la universidad en la que estudiaba.
Cuando me metí en la cama inmediatamente caí en un sueño muy profundo.
Estaba en dentro de un cuarto, estaba muy oscuro a penas podía distinguir más que la luz de la luna que alumbraba a unas personas cerca de la cama.
-Mátame- Decía una chica sentada mirando a otra chica.
La segunda chica tenía un cuchillo en su mano derecha, y destellaba pequeños rayos de luz por la habitación. Estaba temblando.
-Elena- Susurraron mi nombre en mi oído.
Al girarme asustada noté que era Elicia, mi Custos.
Elicia un Ángel guardián de la constelación de Andromeda. Por accidente había caído a la Tierra y se había impregnado con mi alma. Por eso podía verla y tener otras habilidades no tan gratificantes.
Como esto que estaba viendo; al tener Elicia poderes sobrenaturales hacia que viera almas perdidas, visiones sobre el futuro o lo que estuvieran pensando las personas a mi alrededor; y esto ha provocado muchas desgracias a mi vida desde que tengo memoria por no poder controlar por completo mis dones.
-¿Qué es esto que estoy viendo?-. Le pregunté susurrando.
-No tengo idea, debe ser alguna alma que está tratando de comunicarse-. Dijo viendo detenidamente el cuerpo de la chica que sostenía el cuchillo. La luna hacía que se reflejara el color esmeralda de sus ojos.
La chica del cuchillo alzó la filosa punta de metal y apuñaló a la mujer. Esta ni se inmutó y cayó rápidamente hacia la cama; muerta.
-Hay que irnos de aquí-. Dije mirando a Elicia para no mirar más el cuerpo sin vida de la víctima. Odiaba la sensación de la muerte, sabía muy bien cómo sufrían las almas en pena.
-Espera, mira eso-. Dijo Elicia señalándome algo al lado del cuerpo.
Había un hombre escondido entre las sombras, mirando con una sonrisa encantadora de oreja a oreja a la que había apuñalado.
La chica no notaba la presencia de él, estaba bastante ocupada mirando con horro lo que había hecho.
Algo en ella me parecía bastante conocido, la había visto antes en alguna parte. Pero antes de descubrir quién era, la visión se detuvo.
Al salir del sueño mi alarma comenzó a sonar avisando con su sonido chillante que ya eran las 8:00 .a.m. Era hora de prepararme para mis clases en la universidad.
Mi casa estaba a media hora de la Universidad así que solo tenía media hora para alistarme.
Cuando terminé de ponerme mi ropa y arreglar un poco mi cabello rizado, bajé a la sala para tomar las llaves del auto de mi madre.
Estaba completamente callada la casa, jamás creé un lazo muy fuerte con ellos desde que mis papás notaban que hablaba sola y lloraba sin parar por las noches cuando era niña. Creían que mis dones eran del infierno.
Así que se creó la regla a mis 14 años de nunca hablar sobre mis problemas.
Con un suspiro, salgo de la casa y subo al auto.
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Al llegar a la Universidad me estaciono cerca de la entrada, cuando entro reviso el celular para saber qué hora era. 9:00 .a.m. Así que rápidamente voy a mi clase de economía.
Había pasado una hora cuando se terminó las clase, tenía una hora libre así que podía ir a la cafetería a comer algo ya que no suelo desayunar en casa.
-Elena-. Escuché que me hablaba dentro de mi cabeza Elicia.- Estoy sintiendo un presentimiento muy malo aquí.
Comienzo a caminar despacio para ver detenidamente la cafetería y ver qué estaba pasando. La poca gente que había en el lugar estaba completamente metidos en sus pensamientos y no mostraban ninguna amenaza.
Hasta que vi a la chica de anoche haciendo fila para comprar algo; sentía escalofríos y como balde de agua fría mi vista se nubló creando otra visión. Podía verla a ella hecha una furia peleando con un chico, pero en sus ojos había un color violeta más intenso que había visto en mi vida. De su abundante melena negra salían chispas, y con su furia había logrado mover mesas y sillas sin siquiera tocarlos. Estaba a punto de suceder.
Saliendo rápidamente de mi visión corro disparada hacia ella. Le tomo del hombro para distraerla y que no viera al chico que estaba detrás de ella.
-Por favor no hagas nada de lo que puedas lamentarte después-. Le imploro mirándola a los ojos- Tienes que calmarte.
Al verla noté que estaba confundida y no entendía de dónde salí. Y al tratar de alejarse de mí chocó con él. Con el corazón acelerado me alejó del posible caos que podía ocasionar.
Pero no sucedió nada, simplemente ella salió de la cafetería rápidamente.
-Síguela- Me ordena Elicia. Y hago lo que me pide.
Al salir de la cafetería alcanzo a ver su cabello negro entrando a los baños de mujeres.
Con cuidado pongo mi oído en la puerta y escucho. Solo alcanzaba a oír pequeños sollozos y minutos después un gran estruendo.
-Se llama Violeta, ya la había conocido antes- Dijo Elicia.
Con las manos temblorosas abro la puerta y entro al baño. El espejo estaba completamente destrozado. Y los pedazos de cristal estaban por todo el piso.
-Tienes que controlarte, Violeta-. Le dije severamente. Al decir esas palabras recordé las veces que me decía eso mi madre mientras me abrazaba y apaciguaba mi llanto. Reprimiendo un estremecimiento de nuevo volví a la realidad.- ¿Qué es lo que hiciste?-. Le señalo el espejo.