Capítulo dieciséis:
Catalina:
He pasado toda la noche en el hospital, Rubí aún no ha despertado, no sabemos nada de ella para ser exactos. Aarón no se ha despegado de mí ni por un momento, el cual le agradezco mucho. Llame a mi madre contándole la situación, ella no tarda en venir junto con la madre de Rubí.
Han sido horas de preocupación, angustia, temor, es complicado saber qué le haya pasado.
Mi madre va entrando al hospital acompañada de la madre de Rubí, el cual expresa angustia por su hija. Mi madre se acerca y me da un abrazo, y se sienta. Doña Rachel la madre de Rubí, le pregunta a las enfermeras acerca de alguna información de su hija, la cual aun ellas no saben nada.
La madre de Rubí es: alta de piel blanca, pelo negro, delgada y joven. Al igual que Rubí ella es muy fiestera y extrovertida.
Mi madre se acerca a ella y hace que tome asiento, y empieza a tranquilizarla.
Después de media hora sale el doctor, él porta su bata blanca, el cual a su lado derecho dice su nombre: Edgar Flores es un señor mayor. Tiene el pelo blanco y utiliza lentes, es de piel bronceada y estatura baja.
Nos acercamos a él, pidiendo información acerca de la salud de Rubí.
― ¿Cómo está mi hija, doctor?―Pregunta Rachel.
―Ella está fuera de peligro.―Responde el doctor con una sonrisa. Todos nos alegramos al saber que Rubí está fuera de peligro, nos abrazamos unos a los otros incluyendo a Aarón.
―Ella deberá guardar reposo, y comer mucho.―Dice el doctor.
―Claro, doctor. ¿Ella se despertó?―Pregunta su madre.
―Afortunadamente sí, pueden pasar a verla un rato, ella necesita descansar.―Dice el doctor, y se aleja de nosotros.
Entra primero Rachel a ver a su hija, seguido después de mi madre. Es mi turno de ir a verla, además tengo muchas dudas y preguntas qué resolver. Sé que no es el momento adecuado, pero mi cabeza da muchas vueltas.
―¿Puedo ir contigo?―Me pregunta Aarón serio. Él al igual que yo, buscamos lo mismo, respuestas.
―Claro.―Respondo.
Entramos a la habitación, ahí recostada está Rubí despierta.
―Hola, Rubí. ¿Cómo estás?―Preguntó.
―Hola.―Dice triste.
― ¿Cómo te sientes?―Pregunta Aarón.
―Adolorida.―Responde Rubí riendo, y después se queja del dolor.
― ¿Ya sabes cuándo saldrás de aquí? Preguntó.
―pasado mañana, estaré en observación. Pero para ser sincera ya quiero irme, no me agradan los hospitales.―Dice Rubí con media sonrisa.
― ¿Puedo hacerte una pregunta, Rubí?―Pregunta Aarón. Siento un alivio en mí, agradecida de que él pregunte primero, a lo que yo no tenía valor en preguntar.
La cara de Rubí cambió por completo, se puso seria. Puedo sentir su nerviosismo delante de nosotros, el cual me hace sospechar que algo oculta.
―Claro, ¿Qué quieres saber?―Dice rubí normal, ni una sola expresión en su rostro.
―Puedo saber qué…―dijo Aarón por un momento.―¿Qué te pasó?―Suelta sin rodeos.
Rubí se queda en silencio ante la pregunta de Aarón, los tres nos quedamos mudos.
―Me asaltaron.―Comenta Rubí, rompiendo el incómodo silencio.
― ¿¡Te asaltaron!?―Pregunto confundida. Es extraño que nunca nos hayan asaltado, ni a Aurora ni a mí.
― ¿En dónde estabas?―Pregunta Aarón serio. Desde que entramos aquí él ha estado serio, ni una sonrisa ni nada.
―No me recuerdo.―Responde Rubí nerviosa.
― ¿Qué hacías de noche fuera de tu casa?―Pregunto esta vez.
―No sé, no lo recuerdo.―Respondió incómoda.
― ¿Cómo que no lo recuerdas? ¿Hay algo que nos ocultes?―Pregunta Aarón con un tono elevado, más bien frustrado ante las respuestas de Rubí.
Todo esto parece un interrogatorio de parte de él hacia Rubí, el cual ella no sabe qué decir.
―Ya te lo he dicho, no recuerdo nada.―Dice.―Necesito descansar, se pueden retirar por favor.―Añade, y se recuesta en la cama cerrando sus ojos.
Aarón sale de prisa de la habitación, yo le sigo el paso. Sé que Aarón está frustrado, él quiere sacar a Adrián de la comisaría y quiere encontrar sospechosos.
Alcanzó a Aarón hasta la salida del hospital.
― ¿Te llevo a tu casa?―Pregunto incómoda.
―Me llevarías a la comisaría, por favor. Necesito ver a Adrián, antes de que venga mi padre.
―Lo siento, pero no podré.―Le respondo apenada.
―Claro, no hay problema. ¿Sucede algo?―Me pregunta.
―No.―respondo rápido.―Hoy es el funeral de Jazmín, y mi madre quiere que vayamos juntas.
―Entiendo. ¿Puedo preguntarte algo?―Me pregunta.
―Sí.―Respondo nerviosa.
―No sospechas que tu amiga Rubí… Nos oculta algo.―Dice dudando.―Sé que es tu amiga desde siempre, pero actúa sospechosa.
―La verdad no sé qué pensar, ella no sería capaz de hacerle daño a alguien.―Digo confundida. ―Pero la verdad si actúa sospechosa.―respondo.
―ella esconde algo, pero no quiere decirlo. Evita nuestras preguntas y se comporta extraña.―dice.
Me quedo en silencio, no sé qué decir o pensar.
Por una parte, Aarón tiene razón, Rubí actúa muy extraño. Pero, por otra parte, es mi amiga y confió en ella.
―Me tengo que ir, te veo después.―Me dice dándome un beso en la frente. Lo cual sentí que mi corazón empezó a acelerarse, Aarón me hace sentir cosquillas.
―Adiós, suerte.―Digo nerviosa, él asiente y se aleja de mí.
Tanto como Aarón y Adrián son muy distintos, aunque ambos son reservados.
Salgo del hospital y me dirijo hacia mi casa, hoy es el funeral de Jazmín.
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Estoy en mi habitación terminando de arreglarme, llevo puesto un vestido negro que me llega hasta las rodillas, zapatillas trasparentes, llevo mi pelo en cola alta con una diadema que hace juego con mis zapatos. Bajo las escaleras y mi madre ya está lista, agarramos algo de la cocina y nos dirigimos al funeral.
Llegamos al salón dónde van a despedir a Jazmín, y después su entierro.
El salón es grande de paredes blancas y adornos finos, el suelo es de azulejos color café. En el centro está el ataúd de Jazmín, es de color dorado y adornos alrededor. Además, está adornado de flores, supongo que son sus favoritas. En el centro está su fotografía, y a los alrededores hay mesas de aperitivos.
Editado: 17.12.2022