Eran las seis de la mañana, un día hermoso, soleado, prometedor y las personas se encontraban inquietas por donde sea que se las viera.
En la radio discutían la posibilidad de pasar la alerta naranja a roja por la furia con la que se acercaba el fenómeno de El Niño.
Se daban consejos de que hacer, botellas de agua potable, alimentos no perecederos, sujetarse de algo que permita flotación en caso de caer al agua y, por sobre todo, no salir de sus casas a pesar de estar llenas de agua.
Los vecinos escuchaban entre atentos y distraídos con sus labores cotidianas.
La señora de la esquina comentaba con su comadre lo peligroso que suena ese fenómeno del que hablan en la radio, mientras arroja la basura en la alcantarilla más cercana. No le importa, después de todo, el gobierno las puso allí para uso público y desembocan en el rio, resulta más fácil que ir a arrojar la basura directamente allí. Unos niños más lejos, volcaban arena en otra alcantarilla jugando, querían ver cuanta se necesita para taparla, en total, dos sacos fueron suficientes.
En la radio, por su parte, las noticias habían sido reemplazadas por un foro de opinión. El presentador anuncia el tema, el sistema de alcantarillado defectuoso que el alcalde ha puesto en la ciudad.
El alcalde, saluda amablemente y explica el plan urbano para prevenir las inundaciones. Los vecinos, por su parte, lo abuchean a pesar de que no les podrá oír. Aun reniegan de su anterior intento de expulsarlos de las tierras que han invadido. El gobierno se puso de parte de ellos y les dio esas tierras, quitándoselas a sus anteriores propietarios sin indemnización y obligo al alcalde a urbanizarlas.
El sistema de alcantarillado no había sido estrenado pues el periodo de sequias se había prolongado ya por cuatro años, no había llovido desde entonces. En la radio, el presentador, después de acusar duramente de incompetente al alcalde, invitó a un experto en el tema con el fin de obtener un análisis neutral.
Este, explicaba que el sistema de alcantarillado era mediocre, pero que podía resistir el embate de la naturaleza que estaba anunciado. El problema era, en las zonas invadidas, actualmente llamadas urbanizaciones. El profesional indicaba que probablemente allí no funcionen, no por su mediocre diseño, sino por la negligencia de la gente.
Los vecinos, escuchando esto, abuchearon nuevamente a la radio, esta vez dirigiendo sus insultos al profesional, no tenía derecho a llamarlos de esa manera, han sufrido mucho para llegar a donde están ahora. Mientras tanto, un informe de última hora interrumpe la entrevista.
Las lluvias en tierras altas han roto varias presas y los estragos son cada vez mayores.
Los vecinos se encojen de hombros, siempre oyen de ese tipo de cosas, pero nunca han visto una inundación así.
Los viejos, quienes vivieron días peores, recuerdan la anterior visita del fenómeno del niño.
Las inundaciones eran terribles, pero el anterior sistema de alcantarillado les ayudo a pasar el problema. Sintiéndose demasiado viejos para hacer algo, se resignan a recibirlo de nuevo sin oponer resistencia alguna.
El informe de la radio indica que las tierras bajas se verán anegadas rápidamente y probablemente los ríos se desborden.
Los vecinos ya habían visto el rio muy subido, pero antes ya había estado así, no se ha desbordado desde hace mucho y el alcalde puso una presa para evitar que suceda. Curiosamente, hasta el momento había funcionado.
Mientras la vecina barre su patio de suelo de tierra, nota que el agua está empapando su trabajo. Cree que se ha dejado la llave del agua abierta y corre a cerrarla, es un servicio caro y no tiene suficientes recursos para pagarla. De paso, sube el volumen a su equipo minicomponente de 3000 Watts de potencia para escuchar mejor su ronda de música bailable del momento.
Otros vecinos han notado que sus patios se están llenando de agua, y también han ido a revisar alguna fuga.
Al no ver el origen, vuelven a maldecir al alcalde y su deficiente sistema de distribución de agua, seguramente se ha vuelto a romper.
Ignoran esto, es domingo así que nadie les atenderá sus quejas, probablemente puedan ir a reclamar el lunes.
Pero el agua no deja de llegar.
Poco tiempo pasa para que algunas calles polvorientas se hayan convertido en terrenos fangosos. Las personas continúan renegando, pero han detenido sus labores fuera de casa pues, es inútil tratar de limpiar sus pantanosos patios.
El agua continúa subiendo y un vecino grita a lo lejos que el rio está desbordado, de allí llega el agua.
Unos cuantos se horrorizan, van a enlodarse todo, va a ser un fastidio andar por las calles, pero todos están relativamente preparados, sus casas están sobre pilares, cortesía de los sobrevivientes de la anterior inundación. En teoría, las alcantarillas también deberían ayudar, para eso existen.
El agua no deja de subir y ya ha cubierto la mayoría de las calles.
Al principio era pura y transparente, pero el lodo y el paso de los vehículos la han empezado a enturbiar.
Los vecinos no se molestan por ello, están acostumbrados, así que se encierran en sus casas y esperan a que pase pronto.
Sin embargo, se hace medio día y el agua ya está al borde de las casas con pilares más altos.