Los Frutos del Tiempo Relatos Cortos

Insonmio

Contemplando la desesperada huida del sol ante las pesadas tinieblas que implican la noche, va comenzando mi penuria, entre sombras luces y reproches.

Mira el curvo cielo, de infinita negrura atenuada por las luces de la ciudad, mira como brilla el firmamento, de forma totalmente artificial.

¿Cómo se supone que te veré, oh gran luna, a ti y tu magnifico séquito?, ¿cómo haré para no sentirme alejado de ti y tu eterna compañía?

Abandonado del sol y aislado de la luna, asisto a macabro desfile de recuerdos que atormentan mi mente, que asolan mis emociones y espantan mi sueño, mi adorado sueño, mi esquivo sueño, que desde hace mucho tiempo dejó de venir.

Y la luz de autos y motos que se infiltra por las ventanas forma figuras grotescas a su paso, siluetas deformes de los muebles, usando de lienzo la pared la tiñen de intermitentes recuerdos oscuros empañando el aire nocturno de esta habitación.

¿Es aquel solitario árbol que planté en mi jardín, el que se ve dibujado en la pared?, ese mismo árbol que sembré buscando cobijo ahora tiene aspecto monstruoso, tratando de comer, desgarrar, destruir, quien sabe qué.

O ¿aquella sombra retorcida será la figura raquítica de mis sueños y esperanzas, abandonadas a su suerte, fijadas permanentemente en los hilos del tiempo, de mi pasado, ese pasado que tanto me esforcé de esconder?

Mientras el viento acaricia sus ramas con ternura, el monstruo se convulsiona, se acerca hacia mí, como si me dirigiera una mirada desesperada por algo que nunca entendí.

No, nunca entendí ese pasado, el mismo pasado que hasta ahora negué, el mismo que en este momento se dibuja como un monstruo, tan solo al estrellarse la sombra de un árbol contra una pared.

Los vehículos hacen su parte en esta macabra escena creando fugaces carreras de recuerdos que se proyectan en secuencia, pero... ¿qué recuerdos?, ¡¿qué recuerdos?! Ya que ninguno identifique.

El fiel reloj continua su marcha, marcando el compás de este teatro, no se ha detenido en el día, ¿por qué en la noche lo hará?

Silencio, fiel reloj, necesito tan solo un poco de paz.

Aléjense sombras crueles, necesito descansar un poco y nada más.

Media noche ha pasado, parece que Morfeo no me va a visitar.

Me escabullo por la sala, entre aquel desfile de monstruos al azar.

Entre recuerdos fugaces y permanentes,

Entre compases de minutos a su suerte.

A la sombra de un triste y viejo árbol que ahora parece quererme matar.

Si en mi lecho no me visito Morfeo, ¿por qué lo hará en el viejo sofá?

Ya acostumbrado por sus tormentos, ignoro todo este acto teatral.

Con la carga de la media noche, ya solo queda esperar.

Habrá un nuevo juego de sombras, pero el ambiente tenebroso desaparecerá.

Habrá muchas más luces, pero su caótico vaivén cesara.

Nuevamente el sol estará en el firmamento hasta que nueva noche termine por llegar

¿Cómo espero dormir entre tantos pensamientos? ¿Cómo espero conciliar el sueño?

El día no basta para descansar, el día, simplemente llega y se va, mientras que la noche es eterna, y cada vez se extiende más.

Más nada de lo que ahora veo, es real, todo es obra de mi mente, mi atormentada mente, que le gusta dibujar, con sombras, recuerdos y paredes, cobrándome la entrada al pasar.

Costándome horas de la sueño y dejando en mí, tan solo la huella, de una noche de desvelo más.



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En el texto hay: tristeza, ciencia ficcion, relatos cortos

Editado: 09.08.2018

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