Los Frutos del Tiempo Relatos Cortos

Problemas modernos para cuestiones antiguas

El escritor, famoso por sus historias de terror capaces de hacer temblar hasta al más valiente, nunca antes había sentido tanto miedo.

Se escondía en un rincón después de haber atrancado las puertas con todos los muebles de la sala y cubierto las ventanas con tanta cosa tenía en su pequeño taller en el garaje.

Temblaba y sudaba profusamente mientras escuchaba como alguien arañaba las puertas con desesperación y le suplicaba que salga un momento.

Todo comenzó con un extraño rumor que corría inofensivamente por internet.

Al principio nadie le creía, pero poco a poco fue cobrando fuerzas.

En ese rumor se decía, que él había sido diagnosticado por una enfermedad terminal incurable que lo mataría en unas semanas a más tarde. Y eso que el rumor llevaba circulando cuatro meses, por lo que debería quedar claro que solo era eso, un rumor.

El problema se complicó cuando una nueva oleada ataco con más fuerza y, unido con su secretismo y fama, finalmente alcanzo niveles mundiales, iniciando una intensa y cruel cacería para dar con su casa.

Como absolutamente nadie más que su editor conocía su casa, las redes sociales se llenaban de mensajes de condolencia para el escritor, quien los leía en silencio y de vez en cuando reía por la ingenuidad de sus lectores.

Pero poco a poco fue descubriendo que ya no solo sus lectores le enviaban mensajes de condolencia, si no mucha gente desconocida y de un perfil más bien inquietante, al más puro estilo de los relatos que escribía.

Sintiéndose nervioso, trataba de tranquilizarse, confiaba en que estaría a salvo si materia un perfil bajo y discreto.

Aun así, empezó a recibir mensajes de condolencia y ánimos directamente en su dirección personal de correo electrónico.

Algo más inquieto, tomo la precaución de nunca contestar esos mensajes, pero entonces, invadieron una de sus redes sociales.

Totalmente espantado, elimino su perfil inmediatamente para el horror de sus seguidores, quienes interpretaron eso como una señal clara de su despedida de este mundo terrenal.

Los noticiarios comenzaban a hablar de su talento, de su capacidad para evocar el terror, y de lo desconocido que era, pero aun así, querido por sus lectores más fieles quienes buscaban una oportunidad de despedirse de su ídolo.

Su fama le permitió incluso salir en noticiarios de países muy distantes, algunos de ellos, ni siquiera lograba ubicar en el mapa.

Abrumado, lanzo el televisor por la ventana y empezó a tapar las ventanas, al principio con cuidado, dando un acabado fino con el enlucido, pero poco después de recibir una carta de un remitente conocido de lejos, se apresuró a tapar sin cuidado con solo tablas sueltas tanto dentro como fuera.

Los vecinos se quejaban por el ruido, luego por el deterioro que daba una casa parchada y rodeada de desperdicios del trabajo al barrio, pero poco importaba, era por su seguridad.

Cuando hubo terminado, se sentó a tomar un té, mirando a la pared y preguntándose cuanto tiempo podría vivir en encierro sin sufrir. Entonces, alguien comenzó a tocar la puerta.

Si bien, no puede ser llamado puerta a ese amasijo de tablas y argamasa, se encontraba donde correspondería a la entrada frontal.

Sea quien sea, comenzó a venir muchas veces durante el día a insistir, a pesar de que no obtenía respuesta.

Pasaron unos días y los nervios del escritor estaban cada vez más destrozados, así que tropezó y dejo caer su taza, la cual se quebró y produjo tal estruendo que el tipo que estaba afuera reacciono golpeando con mas insistencia la puerta y explorando toda la casa en busca de una posible entrada.

Temiendo que encuentre lo que buscaba, intento llamar a la policía, pero el teléfono había sido cortado.

Probo usando su celular, pero el tipo de afuera usaba un inhibidor de señal para impedir hacer cualquier llamada.

Hizo el intento con su computadora para comunicarse por internet, pero también fue bloqueado además de que se cortó la energía eléctrica.

El día en que se supone tenía que morir, se acurruco en una esquina de la sala equipado con un cuchillo de mesa y una olla sobre su cabeza.

Los constantes rasguños sobre la puerta comenzaban a notarse al ver la madera ceder y los gritos de aquel tipo eran cada vez más lastimeros.

— Ábreme la puerta — dijo el tipo — ¡Soy tu biógrafo, el único que sabe dónde vives y seré famoso al ser el único en escribir tu biografiada!

¡Tienes que darme todas tus contraseñas para revisar tu correspondencia y hacer publica tu vida antes de que mueras!

— ¡NOOOOO!



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En el texto hay: tristeza, ciencia ficcion, relatos cortos

Editado: 09.08.2018

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