Me agaché junto a Kevin, aún estaba lúcido, aunque tanto golpeado. Mordí con rabia mi labio inferior mientras pensaba lo que le haría a los responsables. Pero bajé la guardia.
Lo último que recuerdo fue haber sentido un fuerte dolor en las costillas y en la cabeza, luego todo se nubló.
Desperté en la oscuridad con las manos atadas a la pared, sentía la cara entumecida y no podía mover las piernas, seguro estaban atadas. Cerré los ojos con fuerza y al abrirlos pude ver mejor (Bueno, eso no es mucho teniendo en cuenta que estaba a oscuras). Recordé lo que había sucedido y me alarmé al no ver a Kevin cerca de mí.
Me debatí y luché por soltarme e incorporarme pero no me fue posible. Cuando entendí que no podía romper las cuerdas con las que me habían atado, traté de zafarme de ellas deslizando las manos, pero tampoco dio resultado. Unos minutos después de mi lucha con las cuerdas, oí voces y un par de figuras emergieron de la oscuridad, apenas podía divisarlos. Por su voz y su altura eran dos muchachos, supuse, pero identificarlos ya era otro tema. De todas formas no hizo falta.
–¿Ya te despertaste? –preguntó una de las voces mientras me tomaba del cuello, el amigo de Luca.
–¿Ya recobraste el juicio, demente? –respondí como pude con su mano apretando mi garganta.
–Te propongo un trato –dijo la otra persona, seguramente era Luca– Dejamos ir a tus amigos y tú nos entregas lo que queremos.
–No sé qué quieres. Aunque lo supiera no te ayudaría –le espeté con rebeldía.
–Supuse que dirías eso, mocoso.
– ¡¿Mocoso?! ¡Soy mayor que tú! –grité indignado al supuesto Luca. Él rió por lo bajo.
–No estás en posición de decir nada –dijo el otro sujeto golpeándome en la cara, yo emití un quejido, poco después un hilo de sangre se deslizó desde mi boca.
Bufé con odio, ¡No podía ser que no pudiera pasar un viernes en la noche sin terminar magullado!
–¿Reconoces dónde estás? –preguntó el supuesto Luca, por el sonido estaba parado frente a mí, pero mi visión fallaba bastante. Yo escupí a donde supuse que estarían sus pies, él hizo una exclamación de asco.
–Pagarás por eso –exclamó el otro sujeto, pero Luca lo detuvo susurrándole algo. Golpeaba como adolescente pero ellos no se comportaban como tales. Buscaban algo (Y no hablo de dinero).
–Estamos buscando un objeto muy preciado. Sabemos de varias fuentes confiables que tu familia lo posee, así que dejemos de dar rodeos –sentí sus pasos acercándose más a mí, de pronto su voz sonó junto a mi cara–¿Dónde esconden los elementos ceremoniales?
Vale aclarar que yo era un principiante en esto de la brujería, los hechizos y los objetos extraños. Había mucho que no sabía sobre mi familia, al parecer había más secretos de los que creía. Cuando "Luca" habló de "Elementos ceremoniales" no sabía que imaginarme, esas denominaciones eran ajenas a mí. Pero sabía que no podía ser nada bueno, al menos para mí en ese momento. Aunque hubiera querido no podría haberles dado nada.
–No tengo idea de qué me hablas, de qué hacen aquí ¡Y mucho menos de por qué estoy atado! –exclamé forzando una vez más las cuerdas.
Hasta ese momento no había siquiera pensado en usar algún tipo de magia para quitarme las cuerdas, pero hacerlo con ellos allí era imprudente. Era mejor tratar de negociar con ellos primero, mantener sanos a mis amigos y luego detener al trio malvado anti-magia (Sí, así los llamé a la primera oportunidad que tuve de pensar en eso. Vale agregar que allí sólo estaban dos de ellos, algo más por lo que preocuparme...). Luca suspiró y su amigo gruñó.
–Si te refresca la memoria, estamos en el túnel secreto bajo la casa. No hagas que no sabes a dónde vamos. Sólo alguien de tu familia puede abrir aquella puerta sellada.
"¿Túnel secreto?" pensé intrigado. No tenía ni idea de qué pasaba.
–¿Puerta sellada? –repetí confundido.
–Dónde deben estar tesoros de gran valor –contestó él con fastidio, algo me llevó a pensar que no hablaban de valor monetario– Pero no te preocupes, sólo tomaremos los elementos ceremoniales para nuestros jefes y nos marcharemos en paz. Tus amigos estarán bien, incluyendo a este trio de idiotas –por un momento Luca no pareció ser quién hablaba, él nunca llamaría idiota a su novia.
Y ante mí se presentó la idea: ¿Y si realmente no era Luca con sus amigos, o peor, si lo eran pero no eran ellos quienes controlaban sus cuerpos? Un escalofrío recorrió mi espalda. Bufé y me quejé en mi lugar.
–No tengo la más remota idea de que buscan ni que hago aquí. Lo lamento, pero no voy a poder serles de ayuda. Toda una lástima –dije con sarcasmo encogiéndome de hombros, como pude.