Alexa
Después de firmar una tregua con el padre de Arturo me decidí a disfrutar de la fiesta. La comida era sensacional al igual que él resto de invitados que destacaban por su amabilidad y en el caso de varios hombres por su gran atractivo, entre ellos, Gustavo Santiesteban, un atractivo rubio, que se encontraba en la treintena y poseía un cuerpo de infarto, sobre el cual mis delicados ojos realizaron una minuciosa inspección.
Fue grato darme cuenta que no le soy nada indiferente y superado mi bajón de ánimo y mis recientes problemas de salud, no ignoro su flirteo. Conversamos por largo rato y cuando estoy a punto de aceptar su invitación para salir a bailar soy tomada de la cintura por unas fuertes manos, que a pesar de no ser peso pluma me separan con rapidez del dios griego que planeo sea mi nueva conquista. Los morenazos con voz sexy estan sobrevalorados.
Estoy a punto de girarme para ver quien es el atrevido que osa interrumpir el momento cuando escucho la voz del hombre que últimamente protagoniza mis pesadillas, alega que necesita hablar urgentemente conmigo y a pesar de mis esfuerzos me lleva casi a rastras fuera del jardín.
—¿Pero que le sucede?, ¡suelteme!! —indignada trato de darle un puntapié pero previendo mi deseo de golpearle me mira amenazante.
—No se atreva a golpearme.
—¿Por qué me sacó de la fiesta de esa manera? No estaba haciendo nada malo, solo conversaba con Gustavo.
—¿La estaba invitando, cierto?
—¿Y eso qué? —pregunto con la sangre hirviendo.
—Gustavo, tiene como hobbie llevarse a cuanta falda se le cruza a la cama, es un hombre muy convincente que no desperdicia ninguna oportunidad para cazar una presa y es obvio que enta ocasión su objetivo es usted, Alexa.
—¿Y cuál es el problema? —me acerco apuntándole el pecho con el dedo.
—¿Cuál es el problema? Gustavo es un mujeriego, Alexa, la usará por un tiempo y luego la desechara como una bola de papel que se arroja al cesto de basura.
—Por Dios, Gabriel, no soy una niña, es obvio que su primo es un mujeriego y no me tomará en serio y yo tampoco lo haré, he salido en los últimos años con hombres como él, y yo también se arrojarlos al cesto de la basura, y usarlos como lo que son, una diversión pasajera.
—¿Me está hablando en serio? —camina desconcertado.
—Si —respondo con firmeza negándome a sentirme intimdada a pesar de la intensidad con la que me mira.
—¿Por qué una mujer como usted, joven, bonita e inteligente, se conformaría con solo ser la diversión de un hombre en la cama? —la decepción y la crítica en su voz es palpable.
—Porque yo también me divierto. No estoy en busca de un príncipe azul, ni estoy interesada en jugar a la casita feliz con los niños y el esposo.
—Entonces, se conforma con ser una calienta camas. ¿No ambiciona acaso una relación estable?, ¿ un hombre que la desee más que para un rato de placer?, ¿un hombre que sea su refugio y usted el suyo?, ¿alguien con el cual compartir sueños, alegrías y tristezas?
—Claro que lo deseo, como buena parte de las mujeres, pero no me voy a quedar sola y aburrida esperando a un hombre que jamás llegue —respondo desafiante.
—Podrás tener diversión, Alexa, pero te puedo asegurar que después que el placer desaparece, lo unico que te queda es vacio y soledad, y no vas conseguir llenar ese vacío con un hombre y menos con docenas de ellos.
—¿Habla por experiencia? —le pregunto molesta por su actitud mojigata.
—Algo así.
—¿Algo así?, esa es su respuesta después de cuestionarme y juzgarme como si hubiese hecho algo malo. Si usted no fue capaz de gestionar un par de revolcones no significa que yo no sea capaz de tener los pies sobre la tierra y mantener la mente fría. Las mujeres tenemos el mismo derecho que los hombres de ejercer nuestra sexualidad y disfrutar del placer carnal sin tener que matizarlo con tontas ideas románticas —camino hasta Gabriel y en un loco impulso pego mi cuerpo al suyo, al punto de poder rozar mi boca con la suya, no pierdo el tiempo y pruebo sus labios en una suave caricia, en un principio me sorprende que no me detenga, pero luego me doy por satisfecha al comprobar que a pesar de todos sus juicios y supuestos escrúpulos es igual que todos los hombres, profundizo el beso sintiéndome victoriosa hasta que me percato de su falta de respuesta y abandono su boca para mirarlo extrañada.
—¿Terminó?, puede que usted le permita a los hombres utilizarla como mero objeto sexual, pero lo que a usted la halaga, a mi me ofende, no soy el juguete de nadie, señorita Ferrer y si está tan desesperada por irse a la cama con cualquier hombre, ahí está mi primo Gustavo. Aunque le recomiendo que se dé prisa, porque al ver su demora lo mas seguro es que ya le este buscando reemplazo —aparta mis manos de su cuerpo y camina resuelto hasta la puerta sin voltear a mirarme una sola vez.
Me toma un par de minutos calmarme, y no es solo el enojo, porque aunque me pese reconocerlo, ese beso no correspondido me dejó con ganas de más, inhalo y exhalo lentamente hasta lograr ralentizar mi ritmo cardíaco y salgo decidida en busca de Gustavo.
No tengo necesidad de buscarlo demasiado, se encuentra en el mismo sitio donde lo dejé pero acompañado de una sexy pelirroja, a la que le susurra palabras al oído y toma de la cintura para luego marcharse juntos.
El imbecil se olvidó de mi y peor aún actuó tal como predijo Santiesteban. Me siento humillada especialmente cuando el padre de Arturo se acerca a mí con cara de "te lo dije", la misma mirada de satisfacción quecolocan mis padres ante mis errores.
—Si viene a burlarse de mí, guardese sus comentarios.
—No vengo a burlarme, pero tampoco voy a guardar silencio, porque te mereces más que un hombre que solo utiliza a las mujeres como un instrumento para satisfacer una necesidad sexual. No me mires así por favor, cualquiera que nos vea pensara que estamos discutiendo.