Alexa
El recorrido hasta el hospital se me hace largo, Gabriel toma una de mis manos y me sonríe tratando de imbuirme de fuerza, en el asiento trasero Rebeca luce perdida en sus pensamientos, los tres nos mantenemos en silencio hasta que llegamos al estacionamiento del hospital, descendemos de prisa y nos dirigimos hacia el tercer piso donde nos espera mi padre.
Apenas salimos del ascensor vemos a papá conversando con uno de los doctores quien al vernos llegar se despide de mi padre.
—Papá, ¿como está mama? —pregunto con el corazón debatiendose entre la esperanza y la preocupación por el estado de mi madre.
—Tiene parálisis en el lado izquierdo de su cuerpo, pero los doctores auguran que con terapia y los debidos cuidados puede recuperar el movimiento, van a se unos meses duro niñas, la recuperación es lenta. Me preocupa el estado anímico de su madre.
—Vamos a salir de esta, papá —afirma Rebeca.
-Así es, entre todos sacaremos adelante a papá, si es necesario estoy dispuesta a renunciar a mi trabajo para cuidar de mamá.
—No tomemos decisiones apresuradas, Alexa. Tu mamá va a durar todavía varios días en el hospital, durante ese tiempo miraremos como nos organizamos de acuerdo a las necesidades de tu madre. Además la responsabilidad también es mía y de Rebeca no solo tuya.
—Mi padre tiene razón, Alexa.
—Es cierto, pero quiero que ambos lo piensen, no quiero dejar a mi madre en manos de desconocidos.
—Lo pensaremos, hija. ¿Ahora quieren ver a su madre?, las visitas son muy cortas y no pueden entrar juntar —nos dice mi padre.
Gabriel, quien se había mantenido un poco distante concediéndonos privacidad, se acerca y saluda a mi padre a quien le pregunta por el estado de mi madre, mientras Rebeca y yo nos dirigimos a su habitación.
El pitido de las máquinas llenan la habitación y respiro profundo luchando con las lágrimas que amenazan con mojar mi rostro al recibir el impacto de ver a mi madre muy desmejorada conectada a varios aparatos.
Me acerco a ella y acarició su cabeza, la palidez de su rostro me noquea mientras pronuncio unas pocas palabras tratando de llamar su atención, al principio no recibo respuesta, su mirada luce perdida, intentó una vez más y cuando mueren mis esperanzas de obtener alguna respuesta una chispa de reconocimiento brillan en sus ojos y una lágrimas resbala por una de sus mejillas. Trata de hablar pero es obvio que el esfuerzo es demasiado para ella.
—Calma mamá, no te esfuerces. Vamos a salir adelante, papá, Rebeca y yo estaremos a tu lado, ¿Me entiendes? —mueve un poco la cabeza afirmativamente— Te amo mamá, eres el corazón de nuestra familia —le digo suavemente y deposito un beso en su frente—. Tengo que salir para que pueda entrar Rebeca, las visitas son muy cortas, apenas nos permitan entrar nuevamente volveré a verte —salgo de la habitación y llamo a Rebeca quien se acerca con rapidez.
Busco a mi padre y a Gabriel, pero solo hallo al segundo quien al verme me estrecha ensus brazos haciéndome comparar a mis anteriores conquistas con él.
A estas alturas si estuviese saliendo con otro chico ya hubiese pasado por su cama o estaría a punto de hacerlo, pero con Gabriel no existe premura y no es porque no haya atracción, es porque aparte del deseo fisico hay bondad, dulzura, un interés real por el otro, con Gabriel no tengo que esforzarme por ser oída, y no hablo de las conversaciones vanas típicas del flirteo.
Conversaciones que van desde el galanteo excesivo dirigido a endulzarte los oídos con tal de engatusarte o el deseo descarnado que no busca simular nada más que el deseo físico. He vivido todo el abanico de experiencias desde el chico que se roba tu corazón por varios meses para luego irse detrás de una nueva conquista hasta el indeciso que después de la marcha regresa una y otra vez con sus promesas falsas hasta que termina matando todo sentimiento por él volviendote un poco más cínica.
Todo lo he experimentado pero jamás había vivido esta calma, esta sensación de estar frente algo auténtico sin sentir el corazón oprimido por el miedo a que todo sea un engaño o se esfume de la nada.
No tengo ni idea como resulte mi historia con Gabriel, pero aunque suene ilógico por el poco tiempo que tenemos de conocernos tengo la certeza de haberme tomado con un hombre bueno, imperfecto, pero honesto.
El tiempo parece detenerse y no me niego el poder disfrutar de este abrazo que sabe a cariño real y no a palabras vanas.
Rebeca
Las nauseas y el ardor en la boca del estómago me recuerdan la vida que crece en mi vientre. El peso de un embarazo no deseado sumado a la enfermedad de mi madre es más de lo que puedo soportar, tengo ganas de abrazarme en un rincón de mi cuarto a llorar, se supone que este tipo de cosas sucede a las niñas inconscientes y no a una mujer de 28 años, comedida, responsable y una profesional exitosa y solo bastaron unas frases cursis, y unas falsas promesas de amor que solo resultaron ser un espejismo en el desierto, al salir al pasillo veo a mi hermana y a Gabriel Sinclair fundidos en un abrazo y me veo a mi misma sola sin mas nadie a mi alrededor que mi familiar y me duele, porque la soledad te lacera como ácido cuando añoras la presencia de alguien....que ya no está y probablemente jamas formó parte de nuestras vidas.
Apartó la mirada de mi hermana pensando en lo irónica que es la vida, reviso mi celular al sentirlo vibrar y es un mensaje de la oficina, la decepción me golpea otra vez y me pregunto cuantos golpes más necesitaré para entender que fui solo una más, y que en vez de un príncipe azul solo hay un hombre que me vio como un trofeo a conseguir, una divertida aventura de verano que llegó a su fin.
Respondo el mensaje y peleó conmigo es hora, quisiera poder salir de mi y sacudirme hasta hacerme entrar en razón.
Pronto tendré que tomar decisiones, no me queda mucho tiempo. La idea de contarle a mis padres, bueno a papá y a Alexa, sobre mi estado me aterra, mi familia me necesita. La única opción que tengo es abortar, no puedo ser unacarga mas para mi padre y mi hermana.