Capítulo 9

¿Qué me estaba pasando? ¿Porque estaba soñando con ese hombre? Tenía que encontrar una solución rápido a esos tipos de sueños o ya no podría dormir tranquila. Mire el reloj que tenía en la mesita de noche, eran las dos y media de la madrugada. Me acomode en la cama y me quede mirando un rato el cielo raso, no sé en qué momento me volví a quedar dormida solo recordé cuando sonó el despertador.

Me levante de la cama y comencé a alistarme. Decidí colocarme una camisa blanca y un short de color azul, después me coloque unas sandalias y me senté a maquillarme un poco y arreglarme el cabello. Me deje el cabello suelto y me hice unas ondas. Después de terminar de arreglarme baje a desayunar, prepare unas ricas tortillas con huevo y un vaso de jugo de naranja.

Sentí una vibración que provenía de la mesa, mire y mi celular estaba indicando que tenía una llamada.

-Sí, buenas.

-Con la señorita Adriana.

-Si con ella.

-Hola soy yo, Alexander Beckhamm, el del auto.

-¡Hola!, como estas –estaba un poco sorprendida, la verdad ni me lo esperaba.

-Bien y tú –hasta su tono de voz era agradable por celular.

-Bien.

-Sé que es muy temprano pero me gustaría charlar contigo.

-Si claro, dime cuando y donde.

-¿Qué tal hoy en la hora del almuerzo?

-Me parece bien.

-Entonces paso por ti en tu cafetería a medio día.

-Bueno.

-Hasta luego.

Cuando termine la conversación, estaba un poco emocionada por no decir mucho, no sabía de donde salía toda esa emoción pero no me importaba, mi corazón estaba acelerado. Trate de tranquilizarme y pensar ¿porque quería el hablar conmigo? Y la repuesta me llego después, el auto. Sentí una leve decepción pero reprendiéndome por mis pensamientos me dije que sería mejor olvidarlo por el momento.

Cogí nuevamente el celular y busque el número de mi padre, marque y espere a que contestara. Intente marcarle tres veces más y en mi último intento me contestó.

-Hola papa.

-Hola hija.

-¿Cómo estás?

-Bien.

-¿Cómo van las cosas por esos lados?

-No muy bien.

-¿Y eso? –pregunte.

-Las cosas están más complicadas de lo que pensaba.

-Mmm… ¿y cuándo regresas?

-No lo sé, espero que pronto.

-Necesito que hablemos en persona.

-Dime.

-No, no puedo decírtelo por estos medios.

-¿Es muy grave?

-Sí.

-¿Qué tipo?

-Te cuento cuando vengas, pero por favor contesta ese bendito teléfono que tienes.

-Tratare de regresar lo más rápido que pueda.

-Hablamos cuando regrese entonces.

-Bueno, listo.

Después de colgar me quede sentada un rato en la mesa pensando sobre mi padre y las posibles llamadas interferidas, suspire de frustración al saber que se podía avecinar una guerra si las cosas seguían con el rumbo en el que iban. Mire el celular nuevamente y había un mensaje de texto.

De: Daniel.

Hola. Ya todo está acordado para el encuentro, he hablado con algunos de los miembros y se ha empezado a correr la voz de la reunión, déjame decirte que muchos sienten curiosidad por saber cómo lograste matar a ese rad pero yo les dije que esperaran hasta la noche, todos están impacientes por saber más sobre lo de tu gran hazaña. Cuídate nos vemos luego.

D.

Así que la voz de como yo había matado a un rad ya se estaba corriendo por todos lados, eso no me gustaba para nada pero en parte usaríamos ese nuevo descubrimiento para facilitarnos las cosas.

Que Dios me ayudara con todo lo que se me venía, tenía la esperanza de que al menos la compañía de Sara me haría sentir mejor así que le mande un mensaje para que llegara a mi casa. Como no tenía más nada que hacer ya que tenía todavía los dolores de la pelea anterior, encendí la televisión y coloque una película, estaban dando el príncipe de Persia las arenas del tiempo, la verdad que Jake Gyllenhaal estaba muy, muy bueno, al poco tiempo escuche el timbre de la puerta y me levante para ir a la puerta. Mire por el mirador y vi que era Sara, abrí y le deje pasar, cuando cerré todo y me reuní con ella, ella estaba muy entretenida viendo la película.

-¿Ves la película o al protagonista? –le pregunte.

-Las dos cosas, pero más al protagonista.

-Está muy bueno.

-Sí, ojala se me apareciera uno a mi así.

Nos reímos un rato por nuestros comentarios y decidí contarle lo de la llamada de Alexander, ella me quedo mirando con los ojos abiertos como plato y luego me empezó a bombardear con preguntas.