Los Guardianes de los Elementos: El Guardián del Rayo

La Nueva Alineación - Parte II

El fuerte sonar de la alarma provocó que Narel se despertara de un salto, cayéndose de la cama. Aun dormida, escaló por la sabanas hasta alcanzar su celular, el cual había dejado en la mesa de luz, al otro lado de la cama. Lo tomó para ver la hora, las 8:30, en treinta minutos abriría la veterinaria , debía alistarse... pero... esa cama era tan... cómoda... ¡NO! Debía levantarse. Ya tendría tiempo de volver a disfrutar la suavidad de dormir sobre un colchón, en vez de aquel duro sillón en casa de su abuela. Su querida abuela... Una lágrima se deslizó por su mejilla.

El teléfono volvió a sonar, pero no era la alarma. Un mensaje... ¡de Eren!: "Despierta dormilona, abrimos en media hora" Otro mensaje: "Te esperamos abajo". Narel se levantó de golpe. Él ya estaba aquí. Y ella seguía aun medio dormida, con la misma ropa que llevaba desde hace dos días. Corrió hasta su mochila. ¡Si! Ese viejo hábito de llevar siempre una muda extra de ropa estaba rindiendo sus frutos; se daría un baño y luego...

- Narel - Eren estaba tocando la puerta. ¿Por qué estaba en la puerta? - Narel, ¿estas despierta?

La peliazul miro su celular; no le había contestado. Corrió hasta la puerta.

- Ho-hola, Eren - había entreabierto la puerta, no quería que él la viera como estaba. ¿"él"? No, "no quería que la vieran". Si, eso - ¿Qué haces aquí? - Que pregunta más estúpida.

- Por si lo olvidaste, trabajo acá; al igual que vos - Narel lo miró de arriba abajo, llevaba puesto un ambo - Así que mejor bajá, abrimos en veinte.

- E-está bien - respondió ella - Ahora bajo - le cerró la puerta en la cara.

Esperó un poco hasta que escuchó los pasos de Eren bajando las escaleras. Tomó la ropa que había dejado tirada sobre la cama y se dirigió al baño.

***
Un mensaje hizo sonar el teléfono de Eren; Raymond: "Nos vemos en la guarida luego de cerrar. Ya le avisé a Frank". Eren tipió un "Ok" rápido y continuó su descenso por las escaleras. Luego le avisaría a Narel; no podía esperar a presentarla con sus amigos... perdón, presentar su descubrimiento ante sus compañeros, eso, eso.

***

Raymond tomó su abrigo, el cual habría dejado tirado sobre el sillón la noche anterior, y alcanzó la puerta con un par de pasos. Breeze se encontraba sentada en la barra de la cocina disfrutando de su taza de café matutina.

- Me voy al laburo...

- ¿Laburo? - preguntó la chica danesa al tiempo que aquel abría la estilizada puerta de metal.

- A mi trabajo - se explicó al recordar que no toda la gente usa la misma jerga, menos alguien de otro país - Sentite libre de hacer lo que quieras. Hay una llave de repuesto en el gato de la estantería - agregó apuntando a una estantería de la sala de estar -, por si quieres salir a dar una vuelta.

- Ok, lo tendré en cuenta - respondió ella siguiendo con la mirada a donde él apuntaba: un pequeño gatito de plástico, echado dentro de una canastita, sobre uno de los estantes de en medio.

- Bien - Ray hizo una pausa revisando de no olvidarse nada - Ah, y convoqué a una reunión de Guardianes para la tarde. Luego te mando el punto de encuentro por si no estás para cuando vuelva.

- Está bien.

La Guardiana del Aire sentía que Raymond no quería dejarla sola, aunque podía ver que no era porque estuviese preocupado por ella, así que le dio una sonrisa de confianza. Esto lo tranquilizó. En realidad, era él quien quería quedarse con ella y disfrutar de su compañía; hipnotizado por sus siempre brillantes ojos marrones, los cuales le quitaban su confianza en si mismo cada vez que sus miradas se cruzaban. Él le correspondió la sonrisa y se fue.

***

- Servicio - se escuchó la voz de una mujer en la puerta de la habitación de hotel.

- Adelante - contestó Aileen quien, a pesar de recién haberse levantado, parecía lista para una sesión de fotos.

La mucama, que era una mujer de unos cincuenta años, cuyo aspecto físico no era muy gentil con su edad, entró empujando un carrito con una gran charola. Aileen pudo sentir la envidia en su mirada mientras le hacía entrega del desayuno. La mujer se estaba por ir cuando ella la detuvo.

- Espera - la mucama, quien había quedado viendo hacia la puerta, hizo una mueca de fastidio al oír el marcado acento británico de la rubia. Puso una sonrisa falsa y volteó a verla, esperando oír cualquier excéntrico recado que pudiera habérsele ocurrido a una chica como ella, una princesa - Olvidas tu propina - agregó Aileen tendiéndole un pequeño fajo de billetes que tenía preparado.

La mujer se sorprendió y tomó el dinero desconfiada, mas cuando contó el dinero, la alegría inundó su rostro. Volvió a ver a la chica, quién le hizo un gesto para que lo tomara tranquila. La mucama se guardó el dinero rápidamente y con una sonrisa. Luego volvió a tomar la manilla del carrito y se dirigió a la puerta, donde se cruzó con un atolondrado Frank, quien casi se la lleva puesta.

- Perdón - se disculpó el Guardián Oscuro, mientras se escabullía dentro de la habitación. La puerta se cerró tras él - Hola - dijo algo agitado al ver a la rubia.

- Hola - le respondió Aileen - ven siéntate a comer - le ofreció apuntando a la silla frente a ella.

- No, gracias , voy tarde al trabajo - hizo una pausa, respiró hondo y se incorporó - Venía a decirte que esta tarde hay una reunión de guardianes, eso es todo, y sería genial que pudieras venir.

- ¿Y por qué no me mandaste un mensaje sin más?

- No sé - evadió esa pregunta - ¿Entonces vendrás?

- Esta bien. Solo pásame la ubicación.

- Hecho - tras decir esto Frank salió corriendo. ¿Por qué no usó el Shadow Travel?

Aileen se quedó confundida por lo que acababa de pasar, pero se encogió de hombros y volvió a su desayuno.

***

La civilización era demasiado ruidosa para lo que él estaba acostumbrado, pero debía admitir que tenía sus puntos a favor, como aquel restaurante en el que había entrado para saciar su hambre de mediodía. Recordaba vagamente haber probado una hamburguesa en el pasado, pero sinceramente había olvidado su delicioso sabor.




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