Un auto pequeño y para nada lujoso se estacionó a orillas de la acera de la casa de Michael. Y un par de hombres descendió de él; vestidos de chándal y camiseta de tirantes, daban la sensación de que llegaban de estar en el gimnasio. Saludaron con mucha amabilidad a los vecinos que se cruzaron en su paso, caminaron a la entrada. Nadie sospecharía de ellos, a primera impresión parecían ser personas de bien, y la facilidad y naturalidad con la que ingresaron a la casa de Michael hizo creer que eran conocidos del convecino.
-Revisa atrás. Yo me ocupo de estas zonas. –Ordenó uno de los hombres al otro.
Se colocó guantes y empezó a abrir cajones y a mover objetos. Ciro les había dado instrucciones precisas: recolectar todo cuanto encontraran, sea o no revelador. El italiano quería saber quién era Derek. Quién era su familia, en qué trabaja, qué número de talla calzaba... Lo quería saber todo en absoluto. Sin embargo, no había nada. Ni un recibo, ni una nota, ni una bruma de polvo. Era una casa inhabitada.
-En el dormitorio solo había un colchón tirado en el suelo. –Informó uno de los espías a Ciro. Estaban en uno de los despachos de su empresa. En el pasado solía concertar esa tipo de reuniones en la comodidad de su casa, pero con su curiosa esposa no podía hacerlo.
El italiano se reservó sus palabras y los despidió con un ademán. El que no hubieran encontrado nada era prueba suficiente para corroborar sus sospechas.Se levantó del asiento, alcanzó su cazadora negra y en seguida se precipitó hacia las pintorescas calles de su ciudad, a bordo de su habitual Mustang. En poco tiempo estaba en el complejo residencial en donde vivía Brahim.
Tocó el timbre de su apartamento una vez sin obtener respuesta. Volvió a presionar y aún nadie atendía. Presionó el timbre por tercera vez, manteniéndolo hundido un prologando tiempo. La espera lo estaba malhumorando, así que empezó a golpear la puerta con su puño, recibiendo por fin la atención que exigía.
-Finalmente. –Se quejó Ciro a Brahim, cuando éste le abrió. Pasó por su propia iniciativa al interior de la casa.
-Lo lamento, no te esperaba. Y a decir verdad estoy un poco ocupado. –Insinuó el menor, echando un rápido vistazo a la puerta de su habitación cerrada. Solo entonces, Ciro se fijó en que estaba descalzo, su camisa estaba desabotonada y el cinturón de su pantalón colgaba.
-Ya puedes ir despidiendo a quien sea que tengas ahí, porque no pienso irme pronto. –Dijo mientras se dejaba caer cómodamente en un diván de color azul piedra. Brahim suspiró y lo emuló sentándose en otro de los muebles.
-No, está bien. Tendrá que recargar energía. ¿Qué te trae aquí?
-Los hombres que envíe a casa de ese tal Derek no hallaron nada. La casa está prácticamente inhabilitada.
-¿La casa que Bethany le vendió? –Ciro asintió. –La mudanza es un proceso lento, quizás todavía tenga asuntos por resolver en Estados Unidos.
-Nada de eso. He buscado en docenas de bases de datos su nombre y no aparece, y aunque significara que el hombre es un don nadie que no ha plasmado su huella en el mundo, se presentó a mi boda con una mujer diciendo que era su esposa, al menos un acta de matrimonio debería figurar por algún lado.
-Lo estás exagerando.
-¿Por qué lo justificas tanto? –Preguntó, tanteando al enfado.
-Porque creo que estás levantando sospechas absurdas y que Bethany es la culpable de eso. –Dijo, reduciendo el tono de voz cuando mencionó el nombre de la mujer.Continuó hablando muy bajo, como si las paredes pudieran oírlo. –Su aparente despertar te ha estado afectando, ahora todo es conspiración y traición.
-Te equivocas. Sé qué estoy diciendo. –Aseguró. –Tengo que buscar a ese sujeto, averiguar quiénes, para quién trabaja y por qué está de detrás de Bethany.
-No iras a matarlo ¿cierto?
-Dependiendo de lo que me consiga. Nadie se burlara de mí.
-Otra vez, dirás, porque Anne fue la primera en hacerlo. –Ciro le dedicó una mirada que asesinaba.
-También se burló de ti.
-Por lo menos a mí no me prometió una vida juntos, y yo tuve la sensatez de acabar con ella en cuanto supe quién era. Tú en cambio… -Completó con una bufa.
-Eres un idiota. –Injurió Ciro levantándose del diván, no se quedaría a que lo insultaran.
Caminó hasta la puerta y se marchó, dando un fuerte portazo. Brahim se levnató del sofá esperando reanudar lo que había puesto en pausa empezó por desajustar los botones de su jeans. Dio media vuelta y se tropezó con Bethany que salía de su habitación a toda prisa; ya estaba vestida.
-¿Qué estás haciendo? –Dijo Brahim reteniéndola, frenado sus deseos de ir tras de su esposo.
-Ciro pretende quitarle la vida a Derek. No puedo permitirlo. –Dijo preocupada, forcejeando por liberarse de Brahim, pero era en vano.
-Si sales ahora descubrirá lo nuestro.
-Eso no me importa. Mi aventura contigo no está por encima de la vida de un hombre inocente. –Espetó Bethany. Su amante la tenía bien afianzada
-Pues a mí sí me importa, y me vale un nabo la vida de ese sujeto. –Bethany tiró tan fuerte como fue capaz para poder soltarse, pero fue en vano. Cerró los ojos y suspiró, obligándose a calmarse. Unos incontrolables deseos de descargar su ira a puñetazos encima de Brahim invadieron su cuerpo.
-Cualquier cosa que le suceda a Derek, caerá en mi conciencia. Te pido que me dejes ir. –Dijo evitando a toda costa que su orgullo se doblara en suplica.
-Ciro, no lastimará a ese hombre. Antes tiene que averiguar dónde está y lo someterá a una especie de interrogatorio paras saber si es una amenaza o no. –La apaciguó Brahim quien sabía que Bethany era una fiera indomable, en cualquier instante podría escapársele.
-Pero no lo es. Es mi amigo, el único que tengo, la única persona que no está comprada por ustedes para que finja que le importo. –Dijo insipiente, sintiéndose libre finalmente. –Y tú me crees, los escuché. Oí toda la conversación, incluso cuando le dijiste que por mi culpa, él cree que todo en su vida es conspiración y traición. –Brahim se sintió un idiota. Que su hermano lo dijera estaba bien, pero que su amante lo hiciera sentir así, era patético.