La Tierra nunca volvió a ser la misma. El eterno infierno se esfumó para siempre.
Los pocos hijos de la Tierra que habían sobrevivido a la devastación milenaria caminaban por los nuevos senderos que recobraron la vida.
Al estar en un entorno más seguro, empezaron a conocer todas las maravillas que tenía su propio planeta.
El grupo de humanos, o como también se le conocían como Hijos de la Tierra, se formaron y en las expresiones que dieron entre ellos mismos empezaron a vagar y a explorar.
Un enorme susto tuvo la pequeña tropa cuando en una de las exploraciones encontraron a uno de los demonios dormidos. Decidieron ir a otra dirección, a cualquier otro sitio que sea lejano de ese demonio. Pero esa misma noche debajo de un rosal con rosas blancas y azules, encontraron algo labrado en piedra. Con cuidado, tomaron esa piedra.
Esos humanos claro que no sabían leer, lo único que sabían era sobrevivir. Pero al tomar la piedra labrada, escucharon una voz en los cielos. Esa voz angelical les indicaba que, además que el demonio se encontraba de manera neutral y que su despertar duraría cientos de años, el no era un demonio destructor y fue borrado de sus memorias su propósito principal el cual fue creado, aunque seguía teniendo el instinto animal dentro de sus venas.
Confiando en esas escrituras, esos seres humanos tomaron la piedra y empezaron de nuevo caminar con distancia al cerro. Querían evitar más tragedias.
Vagaron y caminaron por meses, tal vez años. Cuidando como si fuera su única conexión con la Diosa Lunar aquella piedra donde tuvieron su primer y último acercamiento con ella.
Justo un día después de cumplir el siglo del fin del infierno en la Tierra, los nómadas dejaron de ser nómadas y se asentaron en un valle gigantesco.
Poco a poco, el grupo fue entrelazándose entre sí, volviéndose una colectividad, creando costumbres y tradiciones, compartiendo lenguaje, fundando leyes y enriqueciéndose de cultura, Coexistiendo junto con la naturaleza y respetándola .
Un par de milenios después, ese pequeño grupo de humanos se convirtieron en aldeas, después en pueblos, a los años se volvieron ciudades, y para resumir esos siglos de existencia, a la larga se volvieron naciones enteras.
Nos centraremos en las naciones más antiguas que existieron; Esas primeras aldeas intentando coexistir con la naturaleza se volvieron reinos prodigiosos.
Cuatro Reinos. Decidieron los creadores de esos Cuatro reinos que fueran así. Norte, Sur, Occidente, Oriente.
El Reino del Norte, Reino del Flammae et Ignem (El reino de Las llamas y el Fuego).
El Reino del Sur, Reino del Aqua y Glacis (El reino Del agua y el hielo).
El Reino del Occidente, Reino del Felicitatem (El reino de la Prosperidad).
El Reino del Oriente, Reino de Pacem (El reino de la Paz).
Los Cuatro Reinos tuvieron sus respectivos reyes:
Aodán, Rey del Reino del Flammae et Ignem.
Morgan, Rey del Reino del Aqua y Glacis.
Sirham, Rey del Reino del Felicitatem.
Winefrida, Reina del Reino de Pacem.
Aodán, Morgan, Sirham y Winefrida se reunieron en un punto donde como representantes de las Cuatro Naciones se reunirían. En una isla en medio del mar, para ser más exactos, en una enorme Torre que llegaba a los cielos. Tenía una larga escalera circular que al final de esta se encontraba la sala con Cuatro tronos y una mesa redonda. La mesa redonda significaba que no iban a existir diferencias entre reyes, reinas y reinos.
Los Cuatro Reyes acordaron en la Torre de Calem que cada vez que hubiera una crisis, una catástrofe, un desacuerdo entre países o simplemente una alianza para apoyarse entre sí y llevar a la prosperidad los Cuatro Reinos iban a llegar a la mesa redonda a exponer todos sus discrepancias o pactos.
En medio de la Mesa Redonda se encontraba la Piedra tallada por la misma Diosa de la Luna. Un recordatorio de la Diosa que salvó a sus Tierras de la eterna destrucción y el imperecedero sufrimiento. La religión de todos era orar por la Diosa Lunar y el Dios de la Tierra.
Los primeros 100 años como países civilizados transcurrieron de forma natural. El primero de los reyes en perecer fue el rey Sirham, tomando su lugar como Rey de Occidente su primogénito: Sirham II. La muerte de Sirham I fue muerte natural. Sus restos descansan en el palacio de Occidente.
La segunda en fallecer fue Winefrida, quien su lugar fue tomado por Ramish. Cabe destacar que, en el reino de Oriente, la Corona no se cede por herencia, se hace por Democracia del Consejo del reino de Pacem. Winefrida murió enferma de una extraña enfermedad. Sus restos descansan en un sitio desconocido por todos, sólo el Rey Ramish conoce la localización de los restos de ella.
Sin embargo, a pesar que intentaron llevar los reinos en total y completa armonía, las disputas no se tardaron en llegar.
La tercera muerte fue la el Rey Aodán, quién murió en extrañas circunstancias, circunstancias que hizo creer a su hijo, el ahora Rey Ayden, que fue más que una simple muerte.
Alguien había asesinado al Rey Aodán.
Y a partir de entonces, la paz se convirtió en un recuerdo.
El Reino Flammae et Ignem se volvió en el Reino más inestable de los cuatro con sed de poder y de tener la palma de su mano los cuatro territorios. Su segundo Rey, el Rey Ayden inició una guerra con tal de poseer los Cuatro Reinos y ser un único Rey de estos reinados. Con un enorme ejercito que elevaba casi el medio millón de soldados, el Rey Ayden inició su Conquista por los Tres Reinos.
Editado: 27.07.2019