Capítulo 9. Dios de la tierra.
Los reinos son lugares hermosamente celestiales, todos tienen algo especial y cada uno posee una belleza diferente, el reino tierra es tan hermoso y tan similar al reino naturaleza, sin contar los palacios y sobre todo los paisajes que este posee, junto con los seres que lo habitan, sobre todo porque son seres muy poderosos y es un reino demasiado exigente.
El dios tierra está en este momento protegiendo con un espejo terrestre su reino, por algún motivo siente la destrucción cercana y para evitar que dañen a sus habitantes este protegerá con todo lo que tiene a su amado reino y sobre todo a sus dos seres más importantes en este mundo, su diosa e hija que a pesar de los años el dios nunca pudo olvidar los momento felices que paso con la diosa naturaleza.
- Mi dios – El inmortal del agua hace presente – Que es lo que me tiene que mostrar.
El dios de la tierra a considerado al inmortal del agua y al inmortal viento como unos grandes aliados, a pesar de que no son sus hijos verdaderos este los considera de esa manera, el los creo con su sangre y tierra hace milenios a los seres que viven en este lugar, dándole la dicha de reproducirse y tener el honor de venerar el reino tierra.
- El ataque contra los reinos no es solo una advertencia – Indica observando las enormes montañas a su alrededor – Estoy tomando precauciones para proteger a nuestros seres que viven en nuestro reino.
- Hace un momento del demonio supremo ataco la entrada del reino celestial – Le indica el inmortal agua – El plan que tiene ese demonio no lo sabemos pero este tiene interés en la humana.
Las palabras del inmortal agua son inquietantes para el dios, pero sobre todo porque implican a Iris, por algún motivo piensa que todo lo relacionado a su vida, a sus actos tiene que ver con sus enemistades, pero sobre todo por el amor prohibido que se le inculco desde un principio, pero el destino los llevo a algo más y sobre todo a la dicha de tener lo que nunca imaginaron.
- Mis órdenes siguen en pie, tienes que protegerla incluso se seres celestiales – Le indica el dios tierra – En este momento su esencia a desaparecido del reino celestial.
- Puede identificar su verdadera esencia – Indica el inmortal agua – Entonces ella realmente pertenece a este mundo.
- Las cosas se estarán integrando a su tiempo, pero sobre todo lo que pertenece a este mundo tarde o temprano lo reclama – El dios tierra – No podemos entrar al reino naturaleza por dicha enemistad, pero la esencia desapareció justo en ese reino.
- Comprendo, pero puedo hacer una excepción, tomar la apariencia de algún ser que viva en el reino naturaleza – Indica el inmortal agua – Es muy fácil para alguien de mi categoría.
- Es demasiado fácil para cualquier ser, pero el reino naturaleza tiene normas demasiadas estrictas al igual que nuestro reino, el que tomes la forma de cualquier ser que viva en ese reino no te garantiza la entrada – Le indica el dios tierra – Tu misma encarnación te delataría junto con tu esencia y su poder.
- Mi señor – Un hada – Disculpe la interrupción pero tenemos noticias de algunos seres humanos.
El dios de la tierra es considerado con los humanos, aunque son seres insignificantes en el mundo celestial, durante décadas este dios los a protegido y ayudado durante décadas y sobre todo que hace quinientos años este dios entrego a su hija al cuidado de estos seres humanos.
Va directamente a las puertas de este reino que lo llevara directamente al mundo de los humanos, solo algunos humanos tienen la dicha de tener contacto con este dios, en su mayoría son seres categorizados como sacerdotes o en ocasiones especiales son seres con magia espiritual en su interior, son escasos en el mundo de los humanos pero hay algunos con este don.
Al entrar al mundo de los humanos está dentro de un edificio demasiado antiguo, sus paredes están cubierta de oro puro, este es el santuario que desde décadas a pertenecido al reino de la tierra, sobre todo porque es el único lugar donde los sacerdotes pueden estar en contacto físicamente con este dios, aunque para los ojos de los humanos este dios solo es una luz.
- Mi dios – Indica el humano – Soy un simple humano, que venera su existencia, quiero darle informe del procedente de la humana que nos entregó.
- Hable – Indica una voz irreconocible del mismo dios – Ustedes fracasaron con esa misión, pero no todo es su culpa.
- Mis disculpas mi dios, solo que la transferimos a otro continente, pensando que en ese lugar seria menos probable que pudieran encontrarla – Indica nerviosamente.
El dios de la tierra observa al pequeño hombre que está en su presencia no es un sacerdote, son unos de los poco humanos que tienen ese don que aunque no sea demasiado poderoso pueden tener acceso a algunas cosas celestiales que no generen alguna esencia especial, por eso son los unos de los pocos humanos que los pueden sentir.
- Entonces qué es lo que me quieres decir – Indica el Dios tierra – Observo que tienes otra inquietud que no es solo la desaparición del ser que deje a su cuidado.
- Mi gran dios, poderoso y grande, solo quiero que tenga piedad, hace unos días en el lugar donde coloque a la chica, hubo un caso extraño, si mi interior no me falla era un demonio – Indica el humano – Solo soy un simple humano que no merece nada, pero le pido piedad si ese es el castigo que nos encomendara.
- Solo son hablas, siempre te dije que protegieras bien al ser que les entregue, pero por causas mayores eso paso – Indica el dios de la tierra – No necesitan otros demonios en este mundo, solo ten en cuenta que eso no es un castigo.
- Disculpe mi dios, por mal entender esta situación, no quería ofender su noble ayuda durante años – Indica el humano – Permítame hacer algo por usted.
- No cumplieron con su trato, pero a pesar de eso la bendición de un dios nunca es retirada, ve a seguir tu destino y vive como hasta ahora – Indica el dios de la tierra – Todo fluirá como siempre, sin la preocupación de un ser que no pertenece al mundo humano.
- Gracias mi dios – Indica el humano.