El reino tierra esta se está preparando para una lucha incomparable, el enemigo es desconocido pero no solo es uno, todos los reinos están tachados como enemigos ante una guerra próxima de demonios poderosos y de egoísmo ante el poder celestial, siempre a sido así en estos años, pero jamás se había tomado el tiempo de tomarlo personal.
El dios tierra esta luchando contra su propio peso, contra su deseo de salir corriendo a proteger lo que más ama y le da razón a su existencia, desde que se enamoró de esa humana nunca la a podido sacar de su corazón y al descubrir su verdadera identidad la culpa lo acompaña el resto de su vida, lo único que mantiene en pie es el deseo de protegerlas.
Con esas palabras el inmortal aprendiz se va directo a la guarida de los nuevos elementos, este mismo está más que confundido con la decisión del dios tierra al estar en alerta todos los días y a todas horas, sabe que el mundo celestial está en guerra en este momento y sobre todo el ataque de los demonios y la desaparición de algunos inmortales tiene al mundo mucho más inquiero y alerta.
Todos están alerta ante las órdenes del dios tierra, los mejores inmortales para luchar se encuentran en el reino tierra donde son visitados por otros inmortales de otros reinos para ser entrenados y subir de categoría, en estos momentos nadie puede entrar al reino tierra.
El dios tierra tiene un presentimiento de que algo terrible se acerca y lo único que se le viene a la mente es su hija, la heredera a su mandato y una hija que a sufrido desde que nació, todo eso lo deja en desventaja al momento de querer acercarse, pero tiene que ser todo lo posible para protegerla.
Recuerda la daga que le mando a hacer a su hermosa hija, donde le otorgara un poder singular para fortalecer los lasos con su reino y los equilibrios permanezcan, cada equilibrio es importante para mantener al mundo celestial en armonía y espiritualidad ante cualquier amenaza.
Sin decir una palabra más el dios tierra va en busca del humano para la entrega de la daga, una daga hecha por manos humanas y bendecida por el mismo dios te la tierra para que la protección de su reino e hija este en buenas manos y de esa manera el equilibrio permanezca ante su propia sangre.
Al desterrarse en su propia esencia el dios de la tierra llega al mismo lugar que anteriormente cruza para ir en busca del humano, un mundano bondadoso y con mucha fe, sabe que este mundo no aceptan a los humanos por no ser perfectos en su esencia celestial pero ellos solo son seres que siguen el día a día al igual que los seres mágicos que viven en su mundo con diferencia de esencia celestial.
Como siempre el humano está esperando la presencia de su dios, el gran dios que a prometido bendición ante su familia, el dios que siempre lo a apoyado ante su confronta miento de su vida, ante su fuerza y bondad, está en las piedras sagradas en un templo en la gran ciudad benévola de dios.
El dios toma la daga en sus manos, es perfecta para su objetivo y del tamaño ideal para las manos de su hija, ella podrá usarla sin problema alguno en cualquier batalla que le sea puesta en su camino.
El humano está de rodilla ante la gran presencia de su dios, no puede verlo a los ojos o incluso una figura solo ve una gran luz luminosa llena de energía que jamás había imaginado que existiría en este mundo, pero la fe que tiene el humano es mucho mayor que muchos otros.
Después de la visita rápida al mundo de los humanos el dios de la tierra va directo a su santuario sagrado en su gran palacio, este entra a donde se encuentra su reliquia, la poderosa y grandiosa perla que predomina por su tamaño, es la reliquia más grande de los reinos y sobre todo la más poderosa.
Al entrar el lugar es tan sagrado para el dios tierra que muestra su respeto y poder, dejando de lado las enormes paredes de piedra solida brillante y sus diamantes adornando el camino, es normal que todo su reino tenga tantos diamantes debido a que la mayoría los pueden crear o sembrar.