Los Kinesis

Capítulo 11

Siglo XVII

Las brujas no son lo que piensa la mayoría de la gente, algunas son gentiles y amables, claro hay otras que son malvadas y crueles, pero no todas lo son como todo el mundo lo cree. Mi nombre es Johana y vivo en una época donde los que somos especiales o mejor dicho diferentes, son perseguidos por aquéllos que nos tienen miedo a lo que podemos hacer y nos creen la abominación de toda la sociedad, pero no es así, nosotros no decidimos ser lo que somos, pero tratamos de vivir una vida lo más normal posible, pero si nos dejamos llevar por el miedo podemos hacer mucho daño y los más perjudicados seremos nosotros ya que ellos nos perseguirán por todos lados para matarnos. He descubierto que lo que puedo hacer se puede aprender, todos lo podemos hacer, pero en estos tiempos es más perjudicial que un benefició, aunque si lo pensaba bien no sé cuándo estas habilidades podrían ser una beneficio, los pocos que tenemos esta habilidad o estos poderes los tratamos de mantener lo más oculto posible para que ni nosotros ni terceros salgan dañados. Ahora yo trato de tener una vida normal, Camila, la bruja que me aceptó en su casa y aceptó enseñarme a controlar esto de mejor forma, ha sido de gran ayuda para todo lo que pasa. Me case con el hijo de esta bruja, Jonathan y tengo una hija de apenas 4 años que se llama Antonella.

Al igual que yo, muchas otras personas con las mismas habilidades han llegado pidiéndole ayuda a Camila y a su familia, pero ahora soy yo quien los ayuda a ellos, normalmente llegan madres con sus hijos buscando una respuesta y solución al problema; cuando saben que esto no tiene solución pueden pasar tres cosas, los abandonan o ellos mismos los matan, pero hay otros que se quedan y apoyan a sus hijos aún que son los menos. Sé que tengo que ayudar a estas personas a cualquier costó, pero no sé cómo, debo buscar un lugar seguro para ellos, lamentablemente muchos han sido descubiertos y han tenido que huir de sus hogares viniendo a buscar un refugió dónde Camila y ella no los rechaza, pero si sigue así la terminaran descubriendo y no solo a ella, sino que también a todos los que estamos en la casa.

Estaba caminando por el bosque con mi hija, estábamos recogiendo algunas flores que le gustaban a ella. Antonella muchas veces ha querido aprender mis habilidades, pero yo no quiero que a tan poca edad esté involucrada en este mundo tan cruel y para un niño aprender es más peligroso que un adulto, ya que son más impulsivos y sentimentales, ellos no se saben controlar tan bien como nosotros.

- Mami... - me habló bajo mi hija - vienen unos hombres.
 

- ¿Donde? - pregunte calmada, trate de mantenerme tranquila para no asustarla, ella me apuntó hacia el lugar donde supuestamente estaban y efectivamente venían unos hombres que traían unas antorchas y madera. Nos encontraron - hija nos tenemos que ir - le dije hablando muy bajo para luego tomarla de la mano.
 

- ¿Qué pasa mamá? - se notaba preocupación en su dulce voz, no quería que pasara por estas cosas desde tan pequeña, pero lamentablemente esta era la vida que teníamos que llevar, todo porque la sociedad era cerrada ante todo lo nuevo y desconocido.
 

- Después te vas a enterar - la tomé en brazos y corrí con ella, corrí lo más rápido, cuando llegamos a casa entre gritando que venían unos hombres con antorchas, sin esperar un segundo todos se pusieron a sacar todo lo esencial, en menos de 5 minutos teníamos todo listo y solo esperamos para saber si en verdad venían, mi esposo salió y fue a ver si venían, solo habían pasado segundos desde que se fue, pero a mí me parecieron horas hasta que entra agitado y preocupado - ¿Vienen? - pregunté, aunque ya sabía la respuesta.
 

- Si - salimos sin esperar más, yo lance una bola de fuego a la casa para que no quedaran rastros de nada y nadie. Estuvimos caminando durante cuatro días y cuatro noches sin descansó, lo peor de todo esto es que los niños eran los más perjudicados con esto, ellos estaban cansados y solo querían dormir, pero no podían, la única que podía dormir, aunque sea un poco era mi hija en los brazos de su padre, pero no más de 1 hora, nosotros estábamos acostumbrados a escapar de todo o escondernos, pero caminar por el bosque es complicado por todos los obstáculos que tiene este ya sea troncos, piedras y otro montón de cosas. Ya íbamos por el quinto día hasta que escuchamos unos ruidos detrás de nosotros.
 

- ¿Qué es eso? - Pregunté haciendo que todos paráramos la marcha.
 

- No lo sé, voy a ver - Michael, un hombre que llego buscando asilo a la casa de Camila fue a ver que eran los ruidos, esperamos listos una vez más para huir de lo que viniera, pero esta vez iba a ser más difícil ya que correr no era una opción porque todos estábamos cansados, traté de buscar un lugar para refugiarnos, pero no encontré ningún lugar para escondernos, solo estaba la tierra.
 

- Claro - dije en voz alta, todos me miraron como si estuviera loca - ya sé que hacer.
 

- ¿Qué vas a ser Johana? - me pregunto mi marido con nuestra hija en brazos, aunque ya estaba despierta.
 

- Algo que nos ayudara para escondernos por ahora - me aleje un poco del grupo y concentré toda mi fuerza y energía en hacer un gran agujero, la tierra empezó a ceder saqué un gran montículo de esté, lo fui perfeccionando para que quedara mejor, cuando tuve un cuadrado lo suficiente grande como para que cayéramos todos saque dos troncos y los enterré, después puse la tierra como techo para que no se viera que había alguien abajo y lo puse bastante duro para que si alguien pasara por arriba no se derrumbara, después hice otro agujero en donde callera una persona para pasar hacía abajo - Este será nuestro hogar mientras - dije emocionada por mi idea.
 

- ¿Estas segura? - pregunto Camila que a pesar de saber la capacidad de mis habilidades siempre las ponía en duda.
 



#4275 en Joven Adulto

En el texto hay: adolecente rebelde, poder y guerra

Editado: 07.10.2021

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