Los Krakas

1- Caminos de sangre

Caminos de sangre

En las sombras de una habitación yacía un pequeño altar iluminado por velas que le rezaban al santo que estaba en medio de ellos

 –¿Al santo? cual santo ¡loco! Eso parece más un demonio que un santo- me decía mi otro yo mental…

Que al obsérvalo de cerca la imagen era confusa y solo se podía ver rasgos de un ojo no humano, un ojo hibrido con un tallado que decía “kórax kor” …

Las preguntas comenzaron a embargar mi mente - ¿Qué significa eso del Kórax? - así que intente iluminar la habitación con un candelabro que estaba situado a un costado cerca a la puerta para ver que más había, hasta que alguien encapuchado sin mostrar su rostro, con una voz algo extraña que pronunciaba palabras con sonidos humanos y a la vez un eco extraño cual ruido del “Bloop, el sonido del Infierno” entro y dijo:

¿Ya despertaste? ¡Sal de aquí! que esto es parte de tu ceremonia de ingreso y no puedes ver a tus hijos antes del kórax –

Yo, como siempre; perdido entre las visualizaciones de mis sueños y, quedando anonadado al escuchar su “voz”; solo asentí para salir sin antes echar un último vistazo a la habitación en la que pude observar unos nidos colgantes pegados a la pared, parecidos a las de las oropéndolas americanas pero tejidas con pieles y músculos humanos que se movían a manera del bombeo de un corazón palpitante. Al salir, me condujo por un pasillo entre paredes rojas con negros y dorados parecido más a una mazmorra que entre sus muros iluminados con pequeños candelabros no encendían la oscuridad espesa que del entorno emanaba haciendo parecer infinito la penumbra del lugar.

Cuando por fin, después de una larga caminata, una pequeña luz comenzó a verse a lo alto de lugar, cada pisada que ascendía hacia ella, se sentía como un descenso hacia las sombras de la claridad irradiante y tenebrosa que exponían nuestra alma a una desgracia. Vamos dime, ¡respóndeme! me pregunta el sujeto:

¿Te ha gustado la idea de cortarte el rostro alguna vez frente al espejo con una risa maquiavélica y ojos de desorden o golpearte al punto de desmayarte? O ¿has mirado desde un alto precipicio y sentido el deseo de abalanzarte suavemente con los ojos cerrados desplegando tus brazos como alas, mientras en tu rostro se dibuja una sonrisa esquizofrénica descontrolada? –

Las intenciones de mi corazón tras esa pregunta incoherente para algunos y coherente para otros, se resumía en una sola oración…

“Relajante y Calmante”

Relajante y Calmante fue mi respuesta casi inmediata a la cuestión hecha por el acompañante, que al llegar a la luz y darse vuelta; vi un “rostro” que me asustó en el momento al quitarse lo que parecía una cota de malla negra del tamaño de una capucha medieval…

Aquel “rostro” de aspecto espeluznante ceñido de tristeza, con retazos de piel humana y de algún animal de piel oscura en las zonas del cuello en la que las pronunciadas costuras como recién cosidas salían desde la órbita de los ojos principales, ya que tenía tres ojos más en la región parietal derecha del cráneo en forma  de triángulo que se movían en direcciones opuestas, estos, sin parpados y con el afán de ver lo que no podían ver por la ceguera del color de sus ojos, sus injertos de cabellos parecidas a las barbas de una cabra paquistaní en estilo mohicano; separadas entre ellas que daban la sensación de cierta calvicie, con un moño hecho del lomo de un búfalo africano y las orejas de origen humano y una “boca” creada por unas mandíbulas que sobresalían tal pico de un ave; de un ave siniestra hechas de encías humanas aun ensangrentadas con injertos de colmillos animales de diferentes tamaños, resultando en una “sonrisa” la cual te eriza la piel de solo verla, terminado con una colorida y ensangrentada “corbata”… Una soga al cuello con el nudo del ahorcado que aflojo y dijo

Por si acaso… -

- ¿Por si acaso?, que cara más fea ¿qué te hicieron?, eres una versión “cuervistica”, sádica y deprimente de algo. -

¡Ja, ja, ja! (-.-) que gracioso eres… acaso no me recuerdas ¡tonto!, es la máscara, pero ya ascendí de rango, ahora tengo 3 ojos para darlos a comer a mis hijos… Así que no alardees porque tú, no tienes máscara nuevamente y no sabremos el tamaño de tu Caterva ni el rango a tu ascensión - 

 

Ok ok, está bien llévame a no sé dónde – le sonreí sin entender aun las visiones de mi mente

Al salir de la mazmorra, un cautivante sol de otoño que traspasaba una multitud de árboles con sus hojas rojas y purpuras que decoraban hasta el suelo y te hablaban diciendo

Este es el equinoccio eterno donde la plenitud de la vida siempre está en su máximo esplendor sin decaer a la vejez llenos de árboles eternos -




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