Nuestra historia
Entre agitado al sueño, sudando a cantaros con las manos llenas de sangre, escuchando al fondo la voz de Svartálfar que de golpe me llevo al salón, a la parte trasera donde más abajo se veía un pabellón con estructura muy peculiar, una estatua gigante de un cuervo con ojos rojos llameantes y puesto como casco una máscara demoniaca de asesino samurái negra y dorada. Que con sus alas rodeaba el centro del lugar cual “Nido” (así llaman a este pabellón) y en medio de ellas, pequeñas mesas redondas con el símbolo del ojo hibrido sin parpados. Terminando en sus alrededores fuera de las alas un montón de cruces y horcas individuales en la que podías observar individuos colgados en ellas. En eso Svartálfar me chasquea los dedos…
–Eso que acabas de ver, es un recuerdo de lo que paso –dijo y prosiguió…
Tú al que llamábamos Øghas (ojos), eras el líder de nuestro pequeño pero potencial grupo, solo éramos nosotros 4, Hús, Pavva, tu yo. Entre nosotros sabíamos cuáles eran las voces de cada quien, y nos ayudábamos para superar cada una de ellas, aunque esto… No sabíamos si estaba prohibido, o si se podía o no hacer, no había regla o credo alguno que lo impidiera. Nosotros éramos Dómrs:
Laya Dómr: llamados “Los domadores” por tener cuervos especiales sea 1,2 o los 3 principales (caso último muy extraño pero que tu si poseías, Pavva uno y Hús y yo 2), en los que estos evolucionan con diferentes dones, según las voces instintivas que logres dominar. Esto nos hizo unos seres muy atormentados en la fase inicial de “Fell” (las 1eras 40 semanas) que si no fuese por apoyarnos… Moriríamos; he hipotéticamente se decía que estos cuervos iluminados a diferencia de los otros, hacían un pacto de proteger al hombre que logro dominarlos, sin importar credos, leyes o lo que sea… Solo les importaba su amo…
Todos teníamos la misma edad, menos Hús que era solo un año mayor. De adolecentes nos animada la idea de pertenecer a los krakas y al Cisma, para luchar en contra del Orbe y parte de sus habitantes que consumía todo a su paso, sus ideales camuflados de dadivas, pero llenas de corrupción por deseos propios, banales y egoísta. Donde “Los Adversarios”. Entes que poco a poco, solapadamente a escondidas y con cada vez más descaro por el dominio que ejercían sobre el raciocinio de los hombres. Hicieron Progresar sus acciones de un modo casi imperceptibles volviéndose consejeros que, según sus códigos, sugerían la matanza tal cual cismáticos a cada ser inocente que promulgara palabras en su contra. llegando a la destrucción de masas, engañándolas con estos códigos “coherentes” que pretendían ser “especiales” porque venían dadas desde linajes antiguos que según ellos emprendían una obra Dogmática pura… Que solo traía confusión… Por eso, nació el Cisma y los Krakas para el rechazo de estas imposturas. (suena a un Bendito cliché, pero es así, este jodido mundo es un jodido cliché y mi inconsciente lleno de Dogmas lo sabe).
Hús era el amable, complaciente y afectuoso casi con todos. Eso sí… No muy risueño, no como tú “sapito”, Pavva era el sereno, tan tranquilo como el cielo despejado con un intelecto que creo aun desaprovecha. Y tú el maniaco sonriente, calculador y lógico, pero a la vez el más sensible de todos y yo… Bueno ya sabes como soy yo…
¿Cómo? ¿Amante a las golondrinas con un ímpetu de carácter “macha alfa” que intenta ocultar su melancolía? Porque eso es lo que he visto –
Si, algo así Øghas…– dijo Svartálfar.
El primer día que entramos al templo, llegamos a ese pabellón; junto a más aspirantes. Ese día fue nuestra mayor gloria, pero también el inicio de nuestra futura mayor desdicha…
Antes de ser “Annarr” había un requisito más. Para criar a tu Caterva debías pasar días “conectados” a los nidos que viste nuevamente al despertar junto al altar, debíamos alimentarlos con nuestra sangre para que, a la hora de nacer sepan quién es su Kraka. Eso sí, no debes tener contacto con ellos antes de, esto porque pueden oler tu debilidad y rechazarte por el estado en el que estarás, así que los conectores están en habitaciones separadas. Somos expuestos boca abajo en un madero, donde llevarnos al límite emocional, psicológico y corporal es lo primero, cortan nuestras muñecas (una fisura mínima) atadas al madero para desangrarnos poco a poco mientras, este, está en medio de un péndulo gigante que expone nuestras costillas para, al momento de caer la primera gota de sangre al embudo que lleva a los conectores. Se activan sus movimientos armónicos golpeando de lado a lado las costillas con intensión de quebrarlas gradualmente. Nuestra tarea es aguantar, apretar y controlar la mente hasta que el dolor sea común, hasta al punto de sentirlo amigable o como dirías tu “calmante y relajante”. Luego de 5 a 6 semanas, tal vez… todo estará listo para ver a tus hijos.