El repentino cambio de Morosov me sorprendió ya que no esperaba a que el se pusiera a entrenar ahora, tal vez mis palabras le habían hecho eco y ahora se sentía inútil, la verdad no se cuales son sus razones, pero me alegro de que se haya convertido en alguien más del montón de los kinesis que no tenemos dinero y no tenemos que aparentar lo que no somos, lo bueno de los refugios era que puedes ser tú mismo sin tener que esconderse del resto y lo más importante, nadie te juzga por lo que eres.
Lo único que no quería hacer ahora era ir a la oficina de mí hermana que en un pasado fue de mi prima; lo que siempre me he preguntado es si mi hermana tuvo el mismo sentimiento de vacío y dolor por mi prima al tener que entrar a su oficina ocupando su lugar, por que eso era lo que yo sentía justo ahora.
La única razón para ir a la oficina era solo para recoger algunas cosas que me podrían ser útiles como papeles donde estaban las diferentes islas y sus líderes, y eso me podría servir de mucha ayuda en un futuro no muy lejano, cuando ya estaba apunto de irme suena el teléfono que se encontraba en la oficina, mi primer pensamiento fue dejar que el teléfono sonará, pero decidí en contestar.
– ¿Hola? – dije, apenas hablé me arrepentí de coger el teléfono.
– ¿Quién habla? – preguntó una voz femenina al otro lado del teléfono
– Mi nombre es Yael, soy la líder del refugio de las islas Laurie – dije confiando en la otra persona ya que este número no lo podría tener nadie más que alguien que fuera de los nuestros.
– Mi nombre es Valentina y soy quien dirige el refugio en Chile – dijo de vuelta – necesito tu ayuda, aquí hay muchos refugiados nuevos y otros que quieren aprender las kinesis, el tema es que ya estamos sobrepasados y no podemos esperar más para que vengan a sacarlos, por favor vengan pronto.
– Esta bien – dije entendiendo lo sucedido, yo era la culpable de esta situación – pronto estaremos por haya – colgué el teléfono sin esperar una respuesta de vuelta, salí de la oficina ya que no podía soportar mas estar ahí dentro, fui a dejar los papeles a mi habitación y después fui en busca de Catherine la cual se encontraba entrenando junto con el resto; estos cuando me vieron se sorprendieron y más Morosov el cual parecía que le estuvieron dando una paliza en su primer día – Catherine nos tenemos que ir a Chile – dije al tiro sin preparar una conversación, ella me miro sin entender al igual que el resto, suspire y volví hablar – el refugio en Chile ya tiene muchas personas, acaban de llamar – me di media vuelta y salí del lugar de entrenamiento, la verdad es que desde que entre en la oficina no me sentía bien como para intentar tener una conversación normal con la gente, y como siempre me fui a mi habitación para descansar un poco, pero solo me puse a revisar los papeles en los cuales se encontraban las islas, sus lideres y cuanta gente vivían ahí y entre todos el número de todos lo refugiados se acercaban a 1000 personas; estaba a punto de ver otros datos hasta que Sara entra y me ve.
– Saldremos en 1 hora más, para que te alistes – dijo mirándome con una sonrisa como siempre – Morosov nos prestó el barco en el cual vino.
– Esta bien – dije levantándome de la cama para alistarme – estaré lista en 5 minutos – tomé mi traje, el cual estaba guardado en una mochila bajo mi cama, y me fui a poner para estar preparada, sabía que si íbamos a Chile habría una pelea y más ahora, que el vídeo en internet alertó a tanta gente de los kinesis.
Después de prepararme me fui a donde estaban los demás esperando para irse, nos subimos y partimos de inmediato hacia Chile, los que nos fuimos en el barco fue Zigor, Catherine, Arthur y yo, Morosov dijo que quería empezar a comprometerse más con los refugiados y empezar a entender mejor sus vidas para poder ayudarlos de mejor manera, a pesar de que eso era extraño me pareció bien que él intentará cambiar, aún que ahora me parecía un peso muerto ya que si teníamos que luchar el no nos podría ayudar en nada ya que no tiene el entrenamiento necesario, pero no había nada que hacer ahora por que ya estaba con nosotros. Después de varios días llegamos a Chile, pero no pudimos anclar el barco donde siempre, ya que en ese puerto ahí autoridades las cuales nos podrían llevar presos, no podíamos viajar como personas normales y corrientes ya que nos podrían descubrir así que Morosov arrendó un auto para viajar los cuatro a la ciudad.
Cuando llegamos entramos al edificio rápido y sin ningún problema, hoy no había nadie ya que ningún trabajador podía ver a los refugiados, subimos en el ascensor hasta el último piso y cuando las puertas se abrieron nos encontramos con Valentina esperándonos.
– Que bueno que llegaron, no sabría cuánto tiempo más habría aguantado con esta situación – dijo cuando salimos, caminamos al lugar reservado en donde están los refugiados, cuando entramos nos sorprendimos por ver a tanta gente, tal vez habían alrededor de 50 personas y el refugio era sólo para 20
– ¿Cuántos son? – preguntó Morosov.
– Son 46, 19 son refugiados que se han salvado de diferentes allanamientos en otros refugios y 27 aprendices – dijo mirando a las personas – a los nuevos se les ha estado enseñando técnicas de lucha más que de kinesis.
– Bien – dije – no tenemos cómo llevar a tanta gente al mismo tiempo, ¿Cómo...?
– Habían tardado mucho en llegar – me interrumpe un hombre que sale entremedio de toda la gente – me sorprende que ya estés tan repuesta de la tragedia que sucedió con tu hermana Yael, es una pena que muriera y por tus decisiones – quede en shock por esas palabras.