Los colaboradores habían decidido viajar a las islas Heard y McDonald, el cual no quedaban muy lejos de donde estábamos, nos tomaría cerca de un mes llegar y ellos ya se habían contactado con el líder el cual me dijeron que se llamaba Jhon, yo solo me limitaba a esperar llegar a la isla y que está no estuviera bajo ataque, la parte buena es que el líder ya nos había dicho que podíamos llegar a su isla, que no había problema que llegáramos.
Ahora entre todas las huidas éramos unas 230 personas entre los 3 refugios, este era un número insignificante en comparación si todos estuvieran vivos, si nadie hubiera muerto seríamos unas 376 personas, pero claramente no era posible, ya muchos habían muerto, pero muchos más iban a morir. En mi espera al llegar a la isla preferí salir una vez más ver el océano solo que esta vez me tocó mirarlo en la oscuridad, estaba de noche y podía ver las estrellas junto a la Luna, la razón por al cual siempre salía era porque mis pensamientos no me dejaban dormir y prefería salir para poder relajarme o pensar de mejor manera las cosas que estaba haciendo.
– ¿No puedes dormir? – habló una voz femenina a mi espalda, me di vuelta y me encontré con Elizabeth y Zigor mirándome preocupados.
– No, no puedo dormir – dije mirándolos a ambos – ¿Qué hacen aquí?
– Bueno me di cuenta por qué me levanté a buscar algo de comer y tú no estabas – dijo Elizabeth – así que desperté a Zigor para que me ayudara a buscarte y a él se le ocurrió primero buscarte aquí afuera.
– ¿Qué pasa Yael? – me preguntó Zigor acercándose a mí, se veía muy preocupado y no lo culpó, yo también estaba preocupada.
– Yo mejor los dejo solo – habló Elizabeth para después dar media vuelta a acostarse o a comer como dijo que iba hacer.
– Estoy preocupada – respondí a la pregunta de Zigor cuando vimos cuando se fue Elizabeth – tengo miedo de lo que puede pasar más adelante, siento que esto es mi culpa.
– Yael esto no es tu culpa – dice, lo noto cansado, tal vez puede ser que debería estar durmiendo o por que siempre el trata de convencerme de que yo no tengo la culpa de nada – deja de pensar en eso, todo lo que está pasando ahora iba pasar en algún momento así que no te culpes por algo que tú no puedes evitar – me acerco a él y me abraza – si no hubieras sido tú quien tuviera que llevar esta responsabilidad encima sería otra persona, pero Yael – se separó para mirarme a la cara – no dejes que ese sentimiento de culpa te destruya, puedes convertirlo en algo positivo como lo que hiciste hoy, tu no pensaste en irte y dejar a los otros morir, tu preferiste ir a la isla y ayudarlos así que no te sientas culpable por que tu siempre ves lo que es mejor para los demás.
El resto del viaje fue tranquilo, yo solo estaba con mis pensamientos, pero tratando de convertirlos en algo bueno, también me ayudaban Zigor, Sara y Elizabeth a estar mejor aún que no me gusta ser una carga para el resto pero la ayuda que me brindaron ellos fue la suficiente para poder seguir luchando. Después de varios días llegamos a la isla Heard y McDonald, aunque es esta no hacía tanto frío como en la nuestra, según lo que me explicó Arthur esta isla estaba dividida en dos, una era parte de Australia y la otra de Asia, y que a pesar de estar dividida en dos solo había un líder el cual era Jhon.
Cuando los barcos anclaban a la isla en el muelle se encontraba al que supongo era Jhon esperándonos con dos hombres más quienes estaban armados, todos bajamos y luego Arthur se puso hablar en inglés el cual yo no entendía, ya que no habìa tenido muchas oportunidades de estudiar, de hecho que supiera leer y escribir ya era mucho para mí, sabía cosas básicas que me enseñaron hasta los 10 años antes de huir de casa y no volver nunca más.
Todos nos limitamos a caminar detrás de Arthur y Jhon; la cabaña quedaba bastante lejos del muelle tal vez estuvimos caminando por casi 40 minutos hasta que por fin divisamos la cabaña a lo lejos la cual era bastante grande a comparación con la de nosotros. Cuando entramos no había nadie custodiando como lo hacíamos en mi refugió y el ascensor estaba a simple vista y no escondido detrás de la chimenea, en el ascensor podrían caber unas 17 personas sin problema, los primeros que bajamos fuimos Arthur, los líderes presentes y otros refugiados que cabían en el ascensor, bajamos hasta el piso 6 el cual para mí era el piso donde se encontraban los suministros pero al llegar me tope con la sorpresa de que éste era el comedor del refugió el cual era enorme, era el triple de grande que el de nosotros. Me quedé anonadada con la grandeza de este refugió y me sorprendió más al ver tanta gente dentro de ella.
Mientras esperábamos a que el resto bajara yo y los pocos que estábamos en el comedor nos quedamos en un lugar cerca del ascensor para que los que fueran llegaron supieran donde estábamos, estando allí Arthur se acercó y me pidió hablar a solas así que nos apartamos del grupo para hablar solo los dos.
– ¿Qué pasa? – pregunte apenas vi lo lejos que estábamos de los demás, lo mejor es que en ese momento la gente que estaba en el comedor se estaba empezando a ir poco a poco.
– Se que es difícil estar en otro lugar que es totalmente diferente – dijo, se notaba triste y aparte podía sentir su aura un poco extraña, pero no sabía porque y no quería entrometerme en su mente – y más estar aquí por las situaciones que ya sabemos, pero quiero que sepas que a pesar de todo puedes confiar en mí y pedirme ayuda en lo que necesites.