Su mirada sigue siendo fría e hipnotizante, al saber que es él, siento el cosquilleo raro que sentí la primera vez que lo vi. El lobo al que yo perseguía aparece de entre los pequeños arbustos, va avanzando, está en posición de ataque, se desplaza en mi dirección con la mirada salvaje, pasa por al lado del chico que está recostado a un árbol como si este no existiera. Su paso se siente cada vez más cerca, su respiración se percibe en el aire a pesar de la negrura de la noche, se dirige directamente a mí, trato de avanzar sin darle la espalda, es increíble como el chico de cabello blanco refleja una cara de diversión mientras yo, siento mi vida dependiendo de un hilo.
El lobo llega hasta donde estoy, creo que ningún músculo de mi cuerpo se mueve, abre la boca, saca la lengua y empieza a lamer la mano donde está la herida, sigo aterrada, mi respiración se entrecorta, el gran perro sigue lamiendo sin cesar.
Una carcajada sonora se siente inundar el aire —en serio Lebrun? —pronuncia el chico con una voz ronca y varonil
El lobo deja mi mano atrás cuando corre hacia el muchacho que rápidamente le acaricia el pelaje, haciendo que este mueva la cola de una alegría desesperante.
— En serio te parece divertido? —lo enfrento
— Mucho, hace tanto que no me divertía así —contesta sin mirarme
— A porque te parece gracioso este jueguito estúpido de persecución —me voy acercando —mira mi mano —con pereza me mira
— Y?? —dice con desprecio —eso te lo hiciste tú sola
— Por tu culpa, por tus jueguitos con tu estúpido perro —grito enojada
No da ninguna respuesta, vuelve a mostrar sus dientes perfectos en la sonrisa que se marca en sus labios, dando media vuelta marchándose por el camino que se integró
— Oyeee —vuelvo a gritar enfurecida
Trato de acercarme lo más que puedo, hasta que logro sujetar una parte de la manga de su abrigo, él para en seco, escucho gruñir al lobo cuando me ve agarrada tocando a su dueño, tiene colmillos afilados capaz de perforar perfectamente hasta lo más fino.
Rápidamente lo suelto, vuelvo a mi lugar, mientras que el chico me mira recelosamente
— Nunca me toques si no te lo permito —sentencia severo
Conduce al gran perro delante de él para seguir su camino.
No pienso quedarme sola en medio del bosque, así que empiezo a seguirlo, a medida que vamos caminamos entre los árboles, la oscuridad se intensifica cada vez más, todo está sumido en un profundo silencio, hasta que se detiene.
— Deja de seguirme —rompe el ambiente silencioso sin voltear
— No te sigo, no conozco el bosque y no pienso quedarme sola
— Menuda insensatez para alguien que persigue a un lobo a las dos de la madrugada
Me da la espalda y sigue caminando, es frustrante este chico, que capacidad tiene de dejar las conversaciones a medias. Estoy cansada de caminar, de ver árboles frondosos y altos por tanto tiempo, cuando por fin el paisaje empieza a cambiar, ahora no hay ese espeso bosque, ni árboles inmensos y copiosos, hay un camino más ancho al cual adornan una fila de pinos, un aroma a salitre inunda mis cosas nasales, identificando que estamos cerca del mar. Hemos entrado al espacio en el que la arena a reemplazado el camino rocoso.
El ruido de las olas que se estrellan en la orilla se intensifica, mis botas empiezan a enterrarse en la arena, mientras el gran lobo empieza a corretear frente al inmenso mar junto a su dueño. Se alejan lo suficiente y doy paso a mi ritual cada vez que me encuentro con el mar: aspirar el olor que proviene del inmenso océano y abrir mis brazos dejando que la brisa me despeine hasta las pestañas. Me acerco lo suficiente a sumerjir mi mano ensangrentada dentro del agua, el contacto de la herida raspada y el salitre del agua hace que arda emitiendo un pequeño gritito.
A lo lejos voy escuchando un ruido, procuro acercarme en lo que mi vista define como una fogata con varias personas alrededor de ella, con risas escandalosas y carcajadas sonoras. Mi mirada curiosa recorre cada uno de los jóvenes presentes, todos tienen algo en común, tienen ese toque siniestro pero pícaro a la vez, de esas personas que te da miedo conocer pero que aún así quieres descubrirlas.
— Arden, dejaste a tu invitada atrás —exclama un chico moreno de unos rizos de resortes
Ahh con que Arden es tu nombre
— Ella no es mi invitada —responde el chico perseguidor sin voltearse —que se vaya, no la quiero aquí
— Y si no quiero irme, qué harás? —contradije sentándome al lado del chico moreno
— Si lo harás, si valoras tú vida, lo harás
Soy el centro de atención, cuando todas las miradas recaen en mí, aunque la vergüenza me consume, hace mucho no permito que nadie me humille. Él me ignora por completo, le vale madres mi existencia.
— No le hagas caso, es un amargado —me sonríe una chica de cabello rojo —eres nueva por acá?
— Si, me mudé hace una semana
— Ahh si, tú eres la chica ático
— La chica ático?? —pregunto extrañada
— Sii, a ver, es que una de las familias que antes vivían en la casa, prácticamente convivían en el ático, y se me ocurrió decirte así —explica amable
— Ahh entiendo, pero me llamo Hazel, Hazel Hooper, aunque todos me dicen Haz
— Mucho gusto Haz, soy Shelley
— Un gusto igual Shelley pero creo que debería irme, ya es tarde
— No te puedes ir en la mejor parte de la noche —menciona entusiasmada —eres privilegiada, llegaste en esta noche que es la indicada para ir hacia el camino de la luz y que nuestros ancestros nos reciban para vivir eternamente
Me entrega lo que parece ser una pastilla blanca colocando su dedo en su boca en señal de silencio, con una mirada tenebrosa que me pone los pelos de punta.
Mi rostro transforma su expresión, palidece drásticamente ante la situación, de todos los lugares del planeta que podía estar, estoy justo sentada con jóvenes de una secta futurista, no me puede estar pasando esto.