Pierre caminaba de una esquina de la habitación a otra, su acostumbrado garbo se había perdido entre largas zancadas y balbuceos incoherentes.
—¡Óiganlo, es una perra! ¡Una maldita perra y no la compro!
—Admitámoslo, la profesora te la supo aplicar.
—¡Pero me las va a pagar también! ¡Juro que esa zorra desgraciada me va a pagar esta que me hizo!
Pierre se recargó en la pared, molesto, mirando fijamente su tarjeta de créditos la cual había quedado en el tocador.
—Supongo que ella solo quiere educarnos de una forma creativa —comentó Gabriel, mientras ponía su maleta en la cama junto a la ventana.
—Si no mamaras tantos culos, no saldría tanta mierda de tu boca —rechistó Pierre, haciendo girar su anillo de plata—. ¡Y quita tu basura de mi cama!
—¿Disculpa? —preguntó Gabriel, un tanto indignado.
—¡Pusiste tu maleta en la cama que yo había escogido, joto inútil!
—Ya me estoy hartando de que me llamen así y me traten tan mal —los enfrentó el chico, en el tono más amenazador del que fue capaz.
—¿Y qué vas a hacer al respecto? —se burló Julius, quitándose un zapato y arrojándoselo a su hermano.
Pierre y Julius miraron divertidos a Gabriel, en espera de alguna reacción, pero el muchacho solo apretó los labios, tomó su maleta y la cambió a otra cama desocupada.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Pierre, acomodando su cabello.
—¿Saben qué? —dijo Julius, poniéndose de pie, para recoger su zapato—. Deberíamos ir a comprar esos uniformes, antes de que otro profesor se ponga “creativo”.
Pierre tomó su tarjeta y la puso en la bolsa de su camisa.
—Vayamos, pues.
Los tres metieron sus respectivas maletas debajo de sus camas y salieron de la habitación, cerrando tras de sí.
Los chicos caminaron hasta el recibidor del palacio Alfa, el cual era redondo y poseía cuatro puertas, además de las escaleras.
—Supongo que para allá es la sala de recreación y esas idioteces que dijo la perra desgraciada de Cecil —dijo Pierre, señalando hacia una de las puertas.
—¡¿Y que interesa?! ¡Vamos por uniformes, ¿no?! —le espetó Julius, dándole un tirón del brazo. Pero, Pierre le dio un manotazo, zafándose del agarre de su hermano—. ¡No me golpees, pedazo de mierda!
—¡Hey! —se escuchó una voz a sus espaldas—. Las palabras altisonantes están prohibidas en cualquier área del colegio —les dijo un alumno, dirigiéndose a ellos.
—¡¿Y tú quien mierda eres?! —le cuestionó Julius, acercándose amenazadoramente al joven.
—Soy Francis, de segundo grado de preparatoria y moderador de la fraternidad Alfa y tú acabas de ganarte un reporte —le aseguró el joven de tés pecosa, mientras sacaba un bloque de notas verdes.
—¿Por qué aquí todo es verde? —se quejó Julius, al ver el cuadernillo.
—¡Duh! ¡Nuestra Señora de las Tierras! —le respondió su hermano.
—¡La tierra es café, cagada! ¡Y no te preguntaba a ti!
—Te voy a suplicar que dejes de usar palabras tan vulgares —le pidió Francis—. ¿Cómo te llamas?
—Pierre Leblanc —contestó Julius, lo más serio y bajo que pudo, pero aun así, su hermano lo oyó.
—¡Oye mierda, ese mi nombre!
—¡Cállate, mierda!
—¡Me están confundiendo y dejen de decir tanta mierda!
—¡Dijo mierda! ¡Reporte para el moderador! —gritó Julius con una carcajada.
—¡Solo lo usé como ejemplo! —renegó el chico, abochornado.
—Y yo también. Verás, Francis, no hay palabra que mejor se acomode para ejemplificar a mis hermanos que “mierda”.
A pesar de sentirse ofendido, Pierre no paraba de reír ante las bromas de su hermano.
—¡No es lo mismo! ¿Cómo te llamas para poder llenar tu reporte?
—Gabriel —contestó Julius.
—No... Yo soy ese, Gabriel es yo…—tartamudeó Gabriel.
—¿Qué les pasa? ¡Dejen de jugar conmigo! ¡Soy una autoridad!
—Mira, amigo —dijo Julius, pasando su brazo sobre los hombros de Francis y acercándolo de una forma agresiva—, te prometo que en lo que no resta de día, tú no volverás a no escucharme decir más groserías, ¿sí?
—¿Me intentas confundir?
—Yo no intento no confundirte.
—Solo... Solo dime tu nombre. —Francis había perdido el tono enérgico, sus mejillas estaban teñidas de carmín por el coraje y la vergüenza. Mientras que algunos alumnos se habían detenido al ver la extraña escena.
—Mira, moderador, no me quiero enojar y no me quieres ver enojado. Tenemos que ir a conseguir uniformes y el horario escolar y nos tienes aquí perdiendo el tiempo por una mierda de problema.
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Editado: 09.01.2021