Los mangos me gustan, son ricos pero yo soy un profesional y no me los como, tampoco dejo que nadie se los coma, por eso llevo este machete, si viera cómo se asustan cuando bajo en la bicicleta y les digo su poquito, es que la gente es muy conchuda, aquí vienen y roban personas de todos los años, vienen niños y viejos desvergonzados, por eso Don Reynaldo me tiene aquí, porque sabe que yo le canto la tabla a todo el que se arrime con ganas de llevarse los mangos, y después el me tira la liga, no es mucha plata pero aguanta para comprar algo de comida, es que desde que mataron a mi hermano las cosas se pusieron muy duras, y ese billete sirve aunque usted no crea. Si usted viera que cuando está borracho a veces paga más, pero si algún día me da menos toca aguantar, la última vez que le reclamé por plata me pegó una cachetada por desagradecido, y cuando llegué a mi casa a poner la queja, mi papá me pegó otra por llorar, que solo las viejas lloraban me dijo yo le respondí que el borracho era la vieja más grande que había conocido y me desinfló de una patada, y estando yo en el suelo me dijo que le pusiera la cara si era tan macho, yo bajé la cabeza y me prendió a correazos , fue mi error, no debí bajar la cabeza, y mi mamá lo sabía, cuando le pregunté por qué no se había metido a ayudarme me dijo que tenía que aprender a aguantar, suficiente era ya tener una hija puta como para tener un hijo marica, y tenía razón, desde ese día me puse las botas y me convertí en el hombre de la casa, y se lo digo bien claro, yo me arrodillo sino en la iglesia y por eso me he ganado problemas cuidando estos mangos, a más de uno he tenido que aterrizar. En la casa la vaina no mejoró, a mi hermana ya no la recoge el señor de la camioneta, entonces ya no nos puede dar plata, y mi papá tome que tome se pasaba hasta cuatro días sin ir a la casa, y cuando llegaba, llegaba sin un peso para comer y a pelear con mi mamá, la última vez que llegó borracho, yo estaba sentado debajo de un árbol haciendo tareas cuando lo vi pasar tambaleándose pa la casa, yo me le fui detrasito y lo vi caer en el suelo como un muñeco de trapo, y ahí se quedó tirado hasta que por la noche lo despertó una llamada y salió pa la calle pitado, yo me hice el dormido hasta que salió y después lo seguí para mirar donde iba, y lo pillé con otros cuatro robándose los mangos, yo me devolví pa la casa a esperar que llegara, y llegó un rato después. Apenitas cruzó la puerta le hice el reclamo, y me empezó a pegar disque por chismoso, yo le respondí también a golpes, pero el tenía la mano muy pesada y con un par de puños me tiraba al piso, en una de esas salió mi mamá y le zampó un botellazo en la cabeza que lo dejó entumido, como pudo se echó de para atrás pidiendo que parara, en cuanto bajó la cabeza lo prendí a machetazos hasta que saqué chispas contra el piso, si viera cómo gritaba que parecía una vieja, y cuando ya se callo y miré para atrás era mi mamá la que estaba llorando, y usted no me lo va a creer señor agente, esas lágrimas eran de alegría, mi hijo con 12 años y ya todo un hombre.