Los Mensajes de Dios - Simbología

El Mana Escondido

Desde que el hombre habita en la tierra, este ha intentado encontrarle el sentido a muchas cosas que están a su alrededor, para ello le fue necesario y conveniente basarse en distintas filosofías o formas de entender la vida, un claro ejemplo que vemos en los filósofos, pensadores, inventores y poetas griegos, aunque la mayoría de sus escritos se basaron en la mitología o en las cosas que rodeaban al hombre, pero el objetivo de crear fundamento filosóficos, fue el de crear la paz para unir a distintos pueblos o reinos en aquel entonces, lo cual resulto siendo lo contrario porque termino creando distintos conflictos ideológicos entre príncipes y reyes que llevaron a muchos pueblos a la guerra, a la discriminación y al odio excesivo; algo muy parecido a lo que vivimos actualmente. 


Y la pregunta aquí es: ¿Por qué la humanidad jamás pudo unirse y vivir una vida plena entre ellos? 
La mayoría cree que fue la forma perversa en que gobernaban muchos reyes, otros creen que fue por la religión que en cierto sentido tiene lógica, pero no es la raíz de la separación, y algunos de forma descarada le echan la culpa a Dios; este último surge por lo sucedido en la torre de Babel (Génesis 11:6-9), pero para ser sinceros, la raíz de esta separación nunca fue Dios, sino el corazón del hombre desde un principio, el cual se llenó de desobediencia en el momento que Dios decidió darle por herencia toda la tierra y las cosas que en ella había luego del diluvio universal, pero el hombre quiso tomarlo sin recibir los consejos y las leyes de Dios para poder adquirir sabiduría de cómo utilizar lo que le fue dado, un claro ejemplo que se refleja en Nimrod “El primer soberano de la tierra” (Descendiente de Cam, hijo de Noé), quien decidió hacer las cosas a su modo y no como las estableció Dios a Noé (Génesis 9:1-2 ). Desde ese entonces, el hombre quiso reinar sin Dios, dándole lugar a la gloria y el poder humano, el cual caía sobre sus propios hermanos al esclavizarlos y asesinarlos.  
Este fue el error más grande que cometió el ser humano, “Olvidarse de Dios” por completo. Y al no haber un fundamento sólido (Dios), el hombre creo el suyo, que poseía una gran cantidad de grietas provocadas por la maldad, la vanagloria, la ambición, el desorden y obviamente la satisfacción propia. Todo esto corrompió a muchas naciones que hasta hoy día se encuentran enemistadas, a causa de su propia mano. 
Pero Dios jamás dejaría que su amada creación se perdiera por completo, para lo cual, levanta a un hombre quien cumpliría los designios que Dios le tenía preparado, este es el caso de Abraham, quien llego a ser el padre de muchas naciones, en su mayoría formadas por la población musulmana por medio de su hijo Ismael, aunque sería su hijo Isaac quien llevaría la bendición que dio a luz a “La nación de Israel”, que por mucho tiempo anduvo en los estatutos de Dios, hasta que se dejaron llevar por la iniquidad de la tierra que los condujo a una gran cantidad de juicios, para lo cual Dios cumplió una de las promesas más grandes que le hizo a la humanidad y al pueblo de Israel; darles a un salvador (Mesías) quien es “Jesús”, el cual no venía solo por las ovejas perdidas de la Casa de Israel (Mateo 15:24), sino por toda la humanidad. 


El plan de Dios para la humanidad es perfecto de tope a tope, porque no hace distinción alguna entre las personas. Pero el problema fue que la rebeldía del hombre empujo a mucho a un abismo oscuro el cual no les permitió ver la luz de la salvación que Dios trajo a la tierra, y en vez de salir de ese abismo; endurecieron su corazón y prefirieron una vez más, reinar y vivir sin Dios. La misma historia se repetiría en el hombre cuando la luz vendría a iluminar al mundo por medio del nacimiento de Jesús; a pesar de que el pueblo de Israel ya conocía la fecha en la cual nacería el Mesías prometido, según la profecía de Daniel (Daniel 9:25-26), el pueblo no le recibió (Juan 1:11), el orgullo, la dureza de corazón y la gloria del hombre fueron los principales factores que separaron al pueblo de la verdadera salvación que había llegado al mundo, no solo para redimir a Israel sino al mundo entero. Además de que el pueblo de Israel desprecio de todas las formas posibles al Mesías prometido, muchos de los judíos hostigaron a los gentiles, a los cuales también les había llegado la salvación a causa de la predicación del Apóstol Pablo; para que estos persiguieran a todos aquellos que se habían convertido al cristianismo, no importando que fueran judíos o gentiles. 
Así de grande era la ceguera del pueblo de Israel, que hasta hoy día prevalece; por este motivo Jesús le hablo a sus discípulos en aquel tiempo acerca de la dicha que tenían al ser judíos y de haber creído en su testimonio;  
Cuando Jesús se quedó a solas con sus discípulos, les dijo:

Dichosos ustedes, que pueden ver todo lo que sucede ahora. A muchos profetas y reyes les habría gustado ver y oír lo que ustedes ven y oyen ahora, pero no pudieron.
Lucas 10:23-24 (BLS) 


La salvación que Dios había prometido desde los tiempos de Adán, no era algo que vendría solo para los miembros de un linaje real o noble cuando se estableciera la nación de Israel por medio del patriarca Abraham, sino que venía por las personas humildes de corazón y entregados a la esperanza de la completa redención de Israel; pero la nación entera, antes y después del cautiverio babilónico, coloco su esperanza en todo lo que veían, ya que estaban acostumbrados a poseer un rey con corona de oro y poder sobre todo un pueblo, como lo fue el Rey Saúl, el Rey David, el Rey Salomón, etc. Esto la convirtió en una nación más carnal que espiritual, siendo todo lo contrario a lo que Dios esperaba de ellos, este fue el motivo principal por el cual ellos no reconocieron la majestad, el linaje real de David, el poder y la esperanza que había en Jesús al ser el hijo unigénito de Dios (Juan 3:16), ya que su soberbia pudo más que su fe y esto les impío verlo con claridad. Pero fue una historia totalmente distinta con aquellos que ya no veían esperanza entando en el mundo, como por ejemplo, los leprosos que no podían hallarle la cura a su enfermedad, las viudas que no podían traer a la vida a sus esposos, los huérfanos que habían perdido a sus familias, los mendigos que lo habían perdido todo y los endemoniados que no encontraban fuerza humana que pudieran liberarlos de sus tormentos; estos fueron los bienaventurados que llegaron a ver con total claridad la esperanza que traía Jesús al mundo, rompiendo la idea que en aquellos tiempos tenían los fariseos y los estudiosos de la ley acerca del Mesías que vendría; mientras ellos esperaban a un rey para destruir al imperio romano que los oprimía hace un buen tiempo, Dios les envió a un rey que no tenía una corona de oro, sino una corona de honra y de victoria sobre todo el mundo, que no venía a destruir al imperio romano, sino al pecado en sí, que venía oprimiendo al mundo desde la caída del hombre en el jardín del Edén. Sin duda alguna es un gran contraste el que había entre la expectativa humana y la de Dios.



#19411 en Otros
#1432 en No ficción

En el texto hay: estudios biblicos e históricos

Editado: 23.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.