Tercer amor

Tercer amor:

Fingías leer un libro, yo escuchaba cada palabra tuya. Decías que mis hoyuelos te parecían raros, te dije que el que tú no los tuvieras, era normal para mí.

Me llevaste a tu casa y me enseñaste la gran biblioteca de tu padre, decías que ahí vivirías cuando fueras grande.

Pintaste tu chaqueta blanca e hiciste lo mismo con la mía.

Decías que era lindo que tuviéramos las mismas iniciales, aunque Alba y Alfonso no pegaban en nada.

No te gustaba gimnasia, decías que estabas enfermo para no hacer nada.

¡Fuiste de mis amores más tiernos!

Tu casa quedaba frente a la mía, por eso, a la noche pedias permiso a tu mamá y terminabas cenando con mi familia.

Tomabas mi mano todo el tiempo, decías que nos casaríamos.

Me regalaste un auto de juguete y a cambio te di una de mis tiaras de juguete, esos fueron nuestros anillos de boda.

Nos casamos frente a las maestras del jardín, quienes solo comentaban lo adorables que Eramos.

Un día desapareciste, no me preocupe pues solías hacerlo.

Pero esa tarde cuando Patrick y yo volvimos del parque, tu mamá y papá estaban cargando unas cajas y subiéndolas a un camión.

Ella lloraba, en algún punto de eso se cayó de rodillas al suelo, cubierto de arena.

Corrí hacia ella, con mamá y Patrick pisándome los talones.

Tu mamá lloraba de una forma horrible, de esas formas que odias escuchar porque estaban cargadas de dolor.

No lo entendí en ese entonces, tenía solo seis años y estaba a finales de mi primer grado.

Luego desapareciste de mi mente, y no te recordé hasta hace unos días, cuando le pregunté a mamá que habia sido de ti.

¿Sabes? Lloré mucho cuando lo supe.

Siempre habías sido un niño calvo y ojeroso, para mí, eras perfecto.

No para el cáncer.

Creo que después de todo, no te he superado, Alfonso.

Oh, aun guardo tu auto azul.