KELLY
Sentía que lo conocía de algún lado... aunque no lo recordaba.
Sentía que estábamos unidos de alguna forma... aunque realmente no sabía cuál.
Dolía mi brazo, pero eso no me evitaba mirar los ojos azules y risueños a unos centímetros arriba de los míos mientras me imaginaba unos grandes ojos iguales a esos, pero esta vez eran de un pequeño niño muy parecido a Brett, uno igual de risueño, aunque con aspecto desgarbado, su mano delgada tomaba la mía con firmeza ¿Porqué se siente tan real?
De repente me dí cuenta de que esto no era parte de mi imaginación, sino un recuerdo, algo que realmente había pasado... me temía haber olvidado cosas importantes, simplemente olvidadas como un montón de basura a la intemperie.
Recuerdo haber conocido a Brett en mi infancia, éramos amigos. Cada recuerdo llegaba uno detrás de otro como una avalancha. Brett reía yo reía, pero él solo reía conmigo, otros chicos llegaban, él los miraba serio y me llevaba a otro lado. De un momento a otro Brett ya no volvió, lo esperaba, cada día lo esperaba, hasta que simplemente... lo olvidé. Cómo cualquier niña pequeña, olvidé que había existido en mi vida alguien con cabello negro y ojos verdes llamado Brett.
Cerré los ojos y al momento los atisbos de una conversación se reflejan en mi mente. Nuestra última conversación, la última vez que lo ví. Mis manos se vuelven puños.
—Kelly eres mi única amiga... ¿lo sabías?— murmuró un pequeño Brett con seriedad mientras su cabello negro casi cubría sus ojos.No podía ver su expresión, aunque podía imaginarla. Siempre lucía igual de serio.
—¿Y... porque no tienes más amigos?— preguntó una pequeña yo con ingenuidad. Brett me miró un segundo antes de enterrar nuevamente el cuchillo con rabia. Me alejé inconscientemente.
—No quiero tener más amigos, son unos tontos y me tienen miedo. Eres diferente— volvió a murmurar con una ligera sonrisa en los labios. Sus manos manchadas de sangre. Una pequeña ardilla muerta. Aveces me daba miedo, pero era mi amigo.
—Eres muy raro Brett, pero yo también te quiero— repliqué en el mismo tono antes de voltearme como si no hubiera visto nada.
Abro los ojos y me encuentro otra vez con la mirada penetrante de Brett. Sus ojos me traspasaban la piel y no podía estar más nerviosa. Una sonrisa peligrosa danza en sus labios como si supiera exactamente todo lo que recordé en este momento.
—¿Ahora lo comprendes Kelly? ¿me entiendes? ¿entiendes porqué soy de esta manera?— preguntó él y sorprendentemente noté miedo en su voz. No dije nada, aún estaba tratando de averiguar que iba a decir mientras proceso la información. Las palabras no salían de mi boca.
Osea... ¿Qué mierda acaba de pasar acá?
De repente noto un dolor agudo en mi brazo y al observar me horrorizo al encontrarlo con un corte bastante profundo cubierto de sangre. Antes de que pudiera hacer algo Brett toma mi mano y en un movimiento rápido y profesional envuelve la herida en una venda que no se de donde carajos sacó. Supongo que estaba preparado para todo.
—¿Quién hizo esto? ¿porqué estoy herida de esta manera?— pregunté confundida al chico frente a mí pero sorprendentemente él no me miraba, sus ojos estaban puestos en algún punto del suelo bajo nuestros pies. En el momento en que me dí cuenta de la situación me alejé de él— Tú lo hiciste... ¿verdad?
Su mirada pasó del suelo a mi rostro en cuestión de segundos, ya no había una sonrisa coqueta en sus labios, ahora solo lucían como una línea fina. Abrió la boca como si fuera a decir algo pero la volvió al cerrar. Estiró una de sus manos en mi dirección pero me alejé más, su expresión era dolída.
—Lo hice para que recordaras. Joder, solo quería que me recordaras, me molesta mucho que hallas olvidado todo lo que me prometiste cuando éramos amigos— habla de manera atropellada mientras cierra sus puños con fuerza, sus nudillos se pusieron blancos— ¿Sabes porqué nunca más nos volvimos a ver Kelly?— preguntó de repente. Fruncí el ceño intentando recordar la razón, pero nada, mi mente estaba en blanco sobre el tema.
Volví a recordar los fragmentos de recuerdos con Brett que había recuperado. Sabía que Brett era muy raro, aveces le gustaba atarme las muñecas muy fuerte o quizás me cortaba ligeramente con una cuchilla. Me decía que le encantaba el color de mi sangre. Aún así lo quería, era el único que decía que era bonita y el único que conocía todo de mí y nunca me juzgó, así como yo tampoco lo juzgué. Ese era el secreto de nuestra amistad...
Pero luego no volvió, me puse muy triste. Me encerré en mi habitación, lloré y le pedí a mis padres una y otra vez que me dejaran ir a verle, pero nunca me complacieron. Mi defensa hacia ese hecho fue olvidarme completamente de todo... no puedo creer que nisiquiera lo recordé cuando lo volví a ver. Aunque la verdad es que esos cabellos negros, su mirada sombría y esa sonrisa perversa tan característica suya, siempre me pareció demasiado familiar. Desde la primera vez que lo ví en ese autobús tuve el raro pensamiento de que ya lo había visto antes aunque no sabía donde.
Ahora ya lo sé...
—¿No lo recuerdas verdad?— preguntó como si ya supiera que era exactamente eso lo que pasaba, y tenía razón, no lo recordaba tampoco. Negué con la cabeza sin dirigirle la vista— Te lo contaré entonces.... En el tiempo que éramos amigos me gustaba mucho infligir dolor, el color de la sangre era mi adoración, aún lo sigue siendo pero eso no viene al caso— susurró por lo bajo— Eras mi única amiga y pues me encantaba ver tu sangre, seguro que eso lo recuerdas— me estremecí ligeramente al pensar en mis brazos llenos de rasguños. Como no quería delatar a Brett decía a mamá que era por los arbustos— amaba cortarte e infligirte dolor pero lo que más me ponía como loco era ver que eso no te importaba. Seguías sonriéndome como siempre y no había pizca de rencor en tus ojos. Por eso te alejaba de los demás, porque no quería que al tener nuevos amigos te alejaras de mí.