Los Mundos de Ed

Cuidado con la oscuridad.

Capítulo 3: Cuidado con la oscuridad.
 


 

Los intentos fallidos de seguir en la cama se desvanecieron por completo cuando escuchó que alguien aporreaba la puerta de su modesto apartamento.
No necesitó mover la puerta para descubrir que era Axel, sus fuertes gritos llamándolo con todo un repertorio de palabras malsonantes fueron más que suficientes para conocer la identidad de aquel que se atrevía a sacarlo de las cálidas mantas.
 


 

Arrastró los pies como si pesaran toneladas y percibió frío en la pierna derecha debido a que la pernera del pijama había ascendido hasta la rodilla, probablemente por las numerosas vueltas que solía dar antes de conciliar el sueño.
 


 

Visualizó los alrededores con desazón, intentando mentalizarse de que debía hacer limpieza, todavía había latas de cerveza sobre la mesa y colillas amontonadas en un cenicero.
 


 

Nada más abrir Axel se coló en el interior. Llevaba un cigarrillo en la boca y expandió su humo embriagando el rostro de Ed.
Todavía sintiendo el alcohol bailando en su estómago revuelto, sintió nauseas al oler el tabaco, pero intentó disimular y cerró la puerta de entrada.
 


 

Axel se dejó caer en el sofá y sacó una bolsilla del compartimento de su chaqueta deportiva.
Sin quitarse el cigarrillo de la boca saco otro y comenzó a mezclarlo con el contenido de la bolsa: Cannabis.
 


 

—Ayer me dejaste tirado, hijo puta—le espetó con los labios unidos, para que el cigarro siguiera en su sitio.
 


 

Ed bufó y se llevó la mano al rostro.
Estaba cansado y sentía el cuerpo pesado, como si acabara de concluir una extensa jornada laboral.
 


 

—No tuve una buena noche —respondió con desgana dirigiéndose a la minúscula cocina dividida del salón únicamente por un umbral sin puerta.
 


 

Abrió la nevera con la intención de refrescar su reseca boca con un trago de agua fría y después despertaría su mente con una dosis de cafeína.
 


 

—Me importa una mierda, hermano—escuchó gritar a Axel, mientras el plástico de la botella de agua se arrugaba en su mano por el fuerte trago que le había dado—. A un colega no se le planta y punto. Me importa una mierda si estás follando con la china o con Madonna.
 


 

Ed cerró la nevera con pasividad y sin alterarse lo más mínimo. Sabía que la conducta de Axel estaba incentivada por la cantidad de cocaína que había ingerido horas antes.
 


 

—No estaba follando con nadie—aseguró y procedió a hacerse una taza de café.
 


 

En condiciones normales, le hubiera ofrecido uno a Axel, pero dada su alteración no era conveniente otro estimulante para su sistema nervioso.
 


 

—Me suda los huevos tío—insistió el afroamericano.
 


 

Ed, pudo percibir el olor al cannabis fundiéndose con el tabaco y no estuvo seguro de poder soportar esa aroma recién levantado.
Se acercó a Axel, sentándose frente a él en un pequeño sofá individual.
Miró a su amigo y elevó la taza de café templado para darle un trago.
 


 

—Suéltalo —dijo después de tragar—. Sé que no estás enfadado de verdad, como también sé que me vas a pedir algo... así que dale.
 


 

Axel afinó sus gruesos labios mostrando una amplia sonrisa de dientes grandes y perfectamente alienados.
 


 

—¡Maldito gringo, me conoces como mi puta madre!—literalmente su madre era prostituta, Ed prefirió ahorrarse el pensamiento sobre la profesión de la progenitora de su amigo y permitió que Axel continuara—. Necesito que me lleves a Del Rio, tengo que hablar con unos tíos que quieren mucha mercancía.
 


 

—¿Qué pasa con tu camioneta?
 


 

—¿Lara no te lo contó?—Ed negó con la cabeza pese a que no recordaba exactamente la conversación que había tenido con la chica—. Ayer unos moteros la liaron fuerte con otros moteros, vino la poli y obligaron a Lara a cerrar. Y algún hijo de perra se dedicó a clavarle una navaja a los neumáticos de los coches que había en el aparcamiento, incluida mi camioneta.
 


 

—¿A qué hora tienes que ir?
 


 

—A las ocho—se encogió de hombros e hizo un puchero—. Tengo un puto negocio de la ostia y tendré que ir en taxi.
 


 

—¿Vas a vender droga en taxi?—Ed rodó los ojos y sonrió—. Te llevaré, pero antes tengo que ocuparme de algunos asuntos.
 


 

Ed sabía que tenía que enfrentar tarde o temprano a Mandy y había llegado el momento.
Axel intentó sonsacarle a Ed cuáles eran esos "asuntos" pero el susodicho declinó el tema de conversación con varias bifurcaciones que sabía que generaban más interés en el afroamericano.
Después de compartir varios cigarrillos aliñados, Axel se marchó no sin antes advertir a Ed las consecuencias que tendría faltar a su citación.
Ed se aseó y miró su reflejo oculto en el vaho de la ducha. Cogió el móvil que reposaba junto al grifo del lavamanos y buscó el número de Mandy deslizando el dedo.
 


 

Suspiró antes de pulsar con el pulgar el icono del teléfono verde que iniciaría la trasmisión de señales acústicas.
 


 

Con el primer pitido nacieron los nervios, el segundo aceleró su corazón y la voz de la chica finalmente lo dejó sin aliento.
 


 

—¿Por fin has decidido a enfrentar lo que tu polla estropea?—le espetó Mandy nada más contestar.
 


 

—Nos vemos en el Renno en una hora—le colgó.
 


 

Sabía que ella acudiría al bar Renno y no era necesario generar una disputa telefónica en aquel momento.
 



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En el texto hay: aventura, amor, violencia

Editado: 21.10.2020

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