Loren apretó los ojos con fuerza, con mucha fuerza y con esperanza, demasiada esperanza estiró su mano al lado de la cama que compartía con David, pero a medida que más la bajaba se desilusionaba, pero no fue hasta que sus dedos tocaron la suavidad de la sabana que ella abrió los ojos. Nuevamente estaba sola, muy sola.
A veces Loren pensaba que David había muerto a manos del Bombardero pero departamento de policía lo ocultaba, pero no lo hacían porque tuvieran alguna clase de consideración por ella, lo hacían porque si David moría, un inmigrante, un refugiado la guerra civil en Gondwana, si se hacía publico que David había muerto muchos defensores de los derechos humanos empezarían a cuestionarse porqué David murió y por consecuencia las ideas conspirativas sobre asesinatos por xenofobia no se harían esperar. El año anterior un hombre fue ejecutado en publico después de haber golpeado a una mujer negra con una botella de cerveza. El racismo no era nada tolerable en el nuevo mundo. Y Loren sabía que lo que menos quería el departamento de policía era tener un posible "Crimen de odio" a sus problemas actuales, claro esta que los atentados del Bombardero eran un crimen de odio, a no ser que se confirmará la teoría de que El Bombardero era un refugiado de la guerra civil, si era así automáticamente se convertía en un héroe, porque si era un refugiado significaba que había vivido los horrores de la guerra en carne propia y solo atacaba a quienes lo merecían. Para nadie era un secreto que había espías del UML en todas partes del nuevo mundo, esparciendo su doctrina y sus peligrosas ideas.
Completamente sola y probablemente viuda Loren se levanto con pesadez, froto sus manos contra su rostro, intentando no llorar en el proceso, con un poco de inquietud tomó su teléfono, esperaba ver un mensaje, algo mundano, aunque sea un "Hola, estoy bien, te amo" cualquier cosa, cualquier señal de que su novio seguía con vida, pero en vez de algún mensaje del hombre de sus sueños Loren despertó con un una citación a una reunión del personal de la guardería con la policía, de seguro para investigar las desapariciones de los niños.
Sin mucho animo Loren se adentro en la ducha y se limpio lo mejor que pudo, pero también lo más rápido que pudo, ya estaba cansada de tener que mantener esa fachada de chica despreocupada adicta a las perforaciones y sin emociones, cuando en realidad estaba al borde un colapso emocional, quería, no, NECESITABA a David a su lado, no podía seguir haciendo su trabajo si no estaba segura de que él estaba sano y salvo.
Al salir Loren no hizo lo mismo de siempre, no tomó la primera prenda que vio, no coloco con cuidado sus perforaciones en los lugares usuales, tampoco escucho heavy metal mientras preparaba un desayuno frito, refrito y con toneladas de azúcar, no, si iba a estar sola volvería a ser quien realmente era, esa pobre chica que quedó atrapada en Gondwana y hasta el momento no había logrado salir. Todo lo que Loren quería era mirarse al espejo y volver a ser ella misma, volver a ser...simplemente Loren. Olvidar que a las afueras de su hogar habían explosiones, atentados, niños muriendo ahogados y un montón de problemas más. Por eso se tomó su tiempo, escogió una mini falda escocesa negra con rojo, una blusa de manga larga y cuello de tortuga negra, y para completar su imagen unas botas negras de tacón de quince centímetros. Loren se miró al espejo y le gusto lo que vio, con cuidado peino su flequillo y coloco sus aretes en cada agujero en su oreja.
Si Loren iba a ser sincera por ese día debía admitir que odiaba los piercings, solo eran aceptables para ella en las orejas y ya no más, sentía que se veían vulgar en cualquier otra parte del cuerpo, pero Loren no podía hacer lo que quería, necesitaba ajustarse a un papel y seguirlo al pie de la letra, necesitaba seguir fingiendo, incluso si ya no estaba en Gondwana.
Loren intento comer unos macarons que compro la noche anterior en la única panadería que seguía abierta a pesar de los atentados, esa que quedaba al lado de la estación de trenes subterráneos, pero a penas el azucarado aroma llegó a sus fosas nasales la repugnancia la abofeteo e hizo que unas fuertes arcadas la doblegaran, haciéndola casi caer sobre la mesa.
— Rayos, no...— pensó Loren.
No podía enfermarse, no ahora, necesitaba estar fuerte para cumplir su trabajo. Sin la opción de desayunar Loren se dedico a seguir con la maqueta del prescolar, usando un alicate para moldear los trozos de alambre y poder darles la forma de una flor, una silla o un profesor.
Cerca de las nueve de la mañana Loren se dedico a hacer unas llamadas para prepararse en su trabajo. A las diez de la mañana Loren escucho una explosión, al principio se asusto ya que fue una explosión relativamente cercana y temía resultar herida, pero si sus cálculos eran correctos el hormigón no era inflamable y estaría a salvo. A la una de la tarde Loren escucho las explosiones, pero no se inmuto, ya estaba acostumbrada a escucharlas, como todos en la ciudad, ya era tan común como el sonido de los pajarillos en la mañana. Media hora después Loren por fin salió de su hogar para ir a la reunión, aunque sospechaba que no habría reunión, cortesía de las explosiones, pero para su sorpresa a penas llevaba unas calles caminando cuando vio un camión repleto de bolsas negras y blancas, con policías siguiendo en sus patrullas al camión, el corazón de Loren dio un brinco cuando vio las patrullas y sin pensarlo salto frente a ellas, extendiendo sus brazos para que se detuvieran, solo milímetros fueron los que quedaron entre Loren y el capo de la patrulla.
— ¿Qué crees que haces, loca? ¿Quieres morir? — el oficial se notaba claramente enojado, pero Loren lo ignoró, buscando a David entre las patrullas que venían detrás de ella — ¿Me estás escuchando, perra?
— ¿Dónde esta David? — las manos de Loren comenzaron a temblar cuando notó en el suelo un chorro rojo y al mirar hacía donde venía el chorro pudo ver que provenía del camión, ¿David estaría dentro de una de esas bolsas?
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Editado: 27.02.2022