No lo podía creer, ese chico era Demian lugar a dudas, a no ser que estuviera demasiado cansada. Pero era imposible que me hubiera equivocado, yo no podría olvidar a Demian y aunque habían pasado los años el era el mismo, su apariencia era similar, sus ojos verdes y su cabello, era él.De repente escuche una voz femenina que me sacó de mis pensamientos.
—Señorita, señorita espere un momento —dijo una de las enfermeras que traía una bolsa en la mano.
—Si, disculpe no me había percatado de que me estaba llamado —dije masajeando la sien con mi mano.
—Usted es la hermana del paciente de la 210 ¿Cierto?
—Si, soy la hermana de Tomas ¿Por qué, paso algo?¿Está bien? —pregunte exaltada.
—No, no se preocupe, no es nada de eso —respondió la enfermera con un expresión de calma en su rostro.
—Entonces ¿Qué necesita? —pregunté amablemente.
—Quería entregarle esto —respondió la enfermera ofreciéndome la bolsa—. Son las pertenencias de su hermano, su ropa, reloj y otras cosas.
—Ya veo ¡Muchas gracias! —respondí con una sonrisa. La mujer simplemente me dio la bolsa y se marchó.
Camine hasta la habitación de mi hermano y me senté junto a su cama. Se veía tan sereno con sus ojitos cerrados, durmiendo tranquilamente. Le acaricie el cabello y acomode un poco su almohada. El hospital estaba un poco frío por el invierno y por el simple hecho de ser un hospital, esos lugares siempre eran así... un tanto fríos y solitarios, el olor distintivo a hospital te hacía sentir un extraño sentimiento de melancolía. Me puse en pie de nuevo, quería buscar un poco de agua, mi garganta se sentía algo seca. Además que la ocasión anterior no pude consumir mi bebida, al ponerme en pie la bolsa con la ropa de mi hermano cayó al suelo. Al intentar levantar la bolsa, la ropa se salió de ella. Fue un simple vistazo el que le di y de inmediato la idea de que era imposible lo que estaba pensando entro a mi cabeza.
Me incline para alcanzar la ropa, puse la bolsa de lado y mi mente quería solo bloquear mis pensamientos, mis ojos sabían lo que veían, pero mi mente no lo quería creer. Cuando vi a mi hermano, el estrés y la desesperación... me hizo hacer caso omiso de los detalles, pero ahora que ya lograba pensar correctamente, los notaba. Ante mis ojos podía observar esas ropas, que no eran otras más que las del chico que irrumpió en mi apartamento la noche que quebraron mi ventana, recordaba una clara línea negra en el centro del abrigo y este que ahora estaba en mis manos la tenía claramente. Era el mismo, ni siquiera note que mi hermano llevaba jeans y no el buzo que Jason nos había indicado. La complexión corporal era obviamente la de mi hermano.
Recordé que arañaron mi puerta, podrían haberlo hecho con un cuchillo, pero no, el sonido era claramente de sus uñas contra la madera. Corrí a ver su manos y el resultado fue la plena confirmación de mis sospechas, mis lágrimas empezaron a caer en mi rostro y me comencé a sentir algo mareada. Decidí salir de la habitación a toda prisa.
Mis pensamientos eran un lío por completo, no lograba entender qué hacía Tomas en mi apartamento esa noche, ese lugar ni siquiera lo conocía Jason. Solo Rosmery, era la única persona que había llevado allí. Todo me daba vueltas y intente llegar al baño para vomitar, mis entrañas me exigían hacerlo. Llegue al lugar y lo único que logré hacer fue llorar sobre la taza de baño. «¿Qué diablos es eso?» Me dije a mi misma. ¿Qué significaba? Acaso Tomas y el asesino se conocían, de alguna manera lo logró usar en mi contra. No lograba entender nada.
Salí del baño, pero no quería entrar en la habitación; aunque al mismo tiempo deseaba que Tomas despertara, me sentía débil. Necesitaba descansar, necesitaba pensar. Pero no podía hacerlo al menos no en ese lugar. Acababa de encontrarme con ese doctor que estaba segura era mi antiguo novio, ese que desapareció sin rastro alguno y ahora resulta que mi hermano y quien fuera que me estaba atormentando se conocían. No tenía la menor idea de porque él le obedecía o si era obra suya. Me estaba sintiendo muy cansada, mi mente no resistía más. Tome asiento en una de las bancas del hospital y casi de inmediato caí dormida, se me olvidó por completo que debía cuidar de mi hermano.
Después de lo que parecieron minutos, pero fueron horas, una enfermera me despertó. Me percaté que tenía una frazada sobre mí, no sé de dónde había salido.
—Señorita, el paciente de la 2010 despertó, usted es la única familiar presente, queremos informarle que su estado es estable solo...
Deje de escuchar, me levanté de prisa y corrí a la habitación. Efectivamente Tomas había despertado, me miro con unos ojos cansados y confundidos. Yo me acerque a él y lo tome de los hombros.
—Tomas dime que no eras tú, dímelo y te creeré —dije exaltada, lo zarandee—. Solo dime que no eras tú y que todo es un error.
—No entiendo de qué me estás hablando ¿Qué se supone que hice? —preguntó con sus ojos llenos de duda.
—Tus manos, Tomas como te lastimaste las uñas,porque las tienes así —dije señalando sus manos. Las había visto antes y sus marcas eran visibles, como si hubiera arañado una pared con violencia.
Tomas se miró las manos y obtuvo una expresión de sorpresa.
—No lo sé, me duele, pero no se de donde salió ¿Kai que está pasando? —preguntó de nuevo confundido—. Recuerdo estar asustado, recuerdo huir, pero no se de quien. Hay un gran espacio en blanco en mi cabeza, Kai no sé qué me pasa ¿Me estoy volviendo loco?.
Tomas tenía una expresión aturdida, me abrazó buscando ayuda, en ese momento olvidé por completo mis pensamientos y correspondí.
—Esta bien, no te preocupes —agregue enjugando sus lágrimas—. Volveré en un momento, iré con el doctor. Tomas asintió y se limpio los rastros de llanto de su cara.
Salí del cuarto algo decepcionada, afuera me esperaba el doctor que había atendido a mi hermano.
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Editado: 07.12.2020