Los Ojos Del Mal

Diagnostico

Ese día observé de cerca a Mikel y me indignaba el hecho de que actuara tan normal. Me sonreía como si nada estuviera pasando e incluso se dignaba a preguntar por mi salud y la de mi hermano.

—Escuche que al terminar la jornada irás con Elizabeth a beber —dijo Mikel con una sonrisa al encontrarnos en uno de los pasillos del centro.

—De seguro será así —respondí forzando una sonrisa.

—Eso es bueno, es bueno que logres despejar tu mente —respondió Mikel amablemente—. Has estado muy presionada, te noto un poco más delgada.

—Eso es cierto, debería cuidar tu salud y tu seguridad —agregó una voz ajena a Mikel, era Ethan que habían escuchado nuestra conversación. Yo lo mire de mala gana, aún estaba molesta con él.

—Agradezco su preocupación, pero yo puedo cuidarme sola —un tono hipócrita hizo aparición en mis palabras. Ethan lo detectó casi de inmediato y me miró de mala gana.

—Ya eres una mujer adulta, deberías dejar de reprochar por las consecuencias que tu misma te buscas —agregó mi jefe de manera firme—. Nadie debería decirte además que te cuides, eso lo deberías de hacer tu sola.

—No sé cual es la obsesión de los demás por obligarme actuar como ellos desean —puse mis ojos en blanco y lancé un suspiro profundo—. Soy adulta si, y por esa misma razón tengo libertad de actuar como se me venga en gana.

—No es así, porque tu no mides las consecuencias e involucras a otros —Ethan me miró de manera profunda—. Eres egoísta al no pensar en lo que sienten los que te quieren al exponerte así.

—No creo que estés en posición de decir algo así, solamente eres mi jefe —agregue con frialdad —. Tú no sabes nada de mi.

—Si, en eso tiene razón —respondió Ethan con una mirada triste que de inmediato me hizo sentir culpa. Quise suavizar mis palabras, pero antes de hacerlo Ethan tomó unos papeles y los puso en mis manos.

—De todos modos sólo quería darte esto, debes organizarlos con el resto de documentos —dijo en tono seco y sin más se marchó. Sabía que Ethan y yo teníamos una relación de amistad extraña, y ese comentario había sido cruel de mi parte.

—Eso fue incomodo —dijo Mikel. Por un leve momento había olvidado por completo su presencia.

—Si bueno, no es algo que debimos discutir en pleno pasillo —respondí de manera cortante—. Creo que me marcharé para realizar el trabajo que me solicitó Ethan.

—Espera —espeto rápidamente Mikel—. Quería preguntarte si su salida por la noche es solo de chicas.

—¿Por qué? ¿Acaso quieres ir también? —pregunte de manera capciosa «Esto era muy útil». Pense para mis adentros.

—Si, yo también quiero salir un poco de este ambiente monótono. En cuanto escuche esa oración un fuego invadió mi ser, pero lo oculte y solamente respondí de manera amable.

—Claro que puedes ir, no tengo ningún problema en que lo hagas.

—¡Genial! Nos vemos por la noche.

Por la tarde solo me vi envuelta entre carpetas y papeles. Ethan se había desquitado de manera cruel, sacó todo el trabajo acumulado, incluso de casos de hace tres años. Yo me encontraba ofuscada de tanto papeleo y las horas pasaban realmente lento. Hasta que Elizabeth llego a mi oficina.

—¿Estás lista para salir? —preguntó con un rostro alegre.

—Solo dame unos minutos, espérame afuera.

—No seas así, deja eso ya y vamos a disfrutar de la noche un poco —reitero con una gran sonrisa.

—Algo bueno tuvo que haberle sucedido, esa sonrisa te delata —dije con una mirada juguetona—. Solo serán unos minutos, si quieres puedes esperarme afuera.

—Bueno, te esperaremos fuera entonces —Elizabeth salió de mi oficina y en pocos minutos me fui a encontrar con el resto.

Llegamos a un pequeño bar que se encontraba cerca de la estación. Se podía ver un rótulo que brillaba en púrpura «The Crown Bar». La decoración del lugar era estilo vintage, en tonos fríos, dentro había una tenue luz azul y sillas acolchonadas del mismo color. Optamos por sentarnos en un sofá que estaba pegado a una de las paredes y logramos estar todos de manera cómoda. Pronto pedimos nuestras bebidas y dejamos rotundamente prohibido hablar sobre el trabajo. Ethan se sentó junto a mi, por alguna razón había un ambiente extraño entre nosotros, Mikel también estaba junto a mí del otro lado y se portaba muy amable, mucho más de lo normal o debería decir aún más fingido de lo normal.

Todo el grupo comenzó a hablar de experiencias graciosas que les había ocurrido en sus experiencias de trabajo y el la universidad, yo era del tipo más callada, no aportaba mucho a la conversación, solo reía en conjunto con los demás. Los que más hablaban eran Elizabeth y Mikel que casualmente compartían muchas experiencias similares, así que la terminar uno de contar la suya, el otro le seguía el juego y así sucesivamente hasta que de golpe Elizabeth se levantó de la mesa ya con sus mejillas algo rojas por la bebida.

—Creo que hoy nos venimos a divertir, porque no movemos un poco el cuerpo —dijo Elizabeth con entusiasmo.

—No sé, no es que me agrade mucho; además soy pésimo bailarín —respondió Ethan con una sonrisa tímida.

—Yo opino lo mismo, pero no importa vayan ustedes —respondí.

—Ustedes son unos amargados y envejecerán más pronto —dijo Elizabeth con una sonrisa juguetona—.¿Qué me dicen ustedes dos? —dijo de nuevo señalando a Mikel y Ross los cuales se pusieron en pie casi de inmediato y abandonaron la mesa. A lo lejos entre un grupo un poco grande de jóvenes, estaban los tres bailando al ritmo de la música y bañados en una luz azul.

Habían pasado unas horas y Ethan no decía muchas palabras solo bebía, hasta que mencionó mi nombre.

—Kaila sé que no nos logramos llevar bien, desde que empezaste a trabajar en el centro— dijo Ethan rompiendo el silencio—.Nuestras personalidades se repelieron por completo.

—Claro que no.

—Déjame terminar —interrumpió Ethan—. Sé que eres valiente, osada y atrevida. Yo en cambio soy apartado y un cobarde.




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