Llegue a casa y Jason se encontraba en la sala principal, tenía su abrigo puesto ya que daba la tarde y la brisa comenzaba a ser fría, supuse que saldría. Me miró un poco dudoso debido a que mi expresión, estaba segura, no era la mejor.
—Algo malo sucedió ¿Cierto? —preguntó Jason muy preocupado.
—No te voy a mentir, la situación con Tomas se volvió un poco complicada —respondí buscando el sofá para sentarme.
—Un poco complicada... Eso qué quiere decir —Jason me siguió con la mirada.
—Mejor siéntate —respondí acercándome al sofá. Jason se sentó a mi lado y me miraba fijamente en espera de mi respuesta.
—Acaso los doctores lograron averiguar algo sobre los recuerdos de Tomas.
—No es así, le diagnosticaron un nuevo trastorno —respondí con un hondo y sonoro suspiro —El doctor diagnosticó trastorno de identidad disociativo. La expresión de Jason quedo en blanco durante unos segundos.
—Eso no puede ser posible, nunca ha mostrado síntomas —Espetó aceleradamente.
—Lo sé, yo alegue exactamente lo mismo que tu, pero lo vi con mis propios ojos.
—Viste una de sus personalidades, pero eso nunca había sucedido. Como es posible que de repente me digas algo así —Jason se puso de pie y ahora caminaba de lado a lado de manera frenética.
—El doctor recomendó dejarlo allí para que continúen estudiando su caso y descubrir la razón del porque hasta ahora está revelando sus otras personalidades —mi voz sonaba algo cansada.
—Creo que es lo mejor, al menos por ahora. Jason estaba listo para salir, de seguro lo iba hacer antes de que yo llegara.
—¿Vas algún lugar? —pregunté curiosa.
—Si, debo encontrarme con un paciente —respondió Jason un poco inquieto.
—Vas a su casa el fin de semana, pero si tu nunca has hecho eso antes —pregunté poniéndome en pie.
—Lo sé, pero este paciente es un viejo amigo y se le dificulta llegar a la clínica —aclaró Jason quitándose su abrigo y poniéndolo en el perchero —. Pero creo que lo mejor es quedarme aquí y mover la cita para otro día.
—Claro que no, debes ir —tomé el abrigo y se lo coloque de nuevo—. Tu amigo te necesita y además tu necesitas despejar tu mente y salir un poco.
—Esta bien, si te llaman o sucede algo me llamas de inmediato —dijo tomando un maletín pequeño de cuero y se dirigió a la salida. Yo me despedí con mi mano.
—No vuelvas muy tarde, ten cuidado —grité antes de que del todo cerrara la puerta.
Después de dejar a Kaila sola en casa estaba un poco inquieto, no me gustaba hacerlo. Sé que ya no es una niña, pero su corazón sigue siendo frágil. Ella lo oculta y se muestra fuerte, pero no es así. Sé que tiene esa sensación de soledad a pesar del tiempo que ha transcurrido. Sé que siente que algo falta y me da miedo que pueda llegar a hacer para descubrirlo.
Conduje durante un par de horas, hasta que llegue a una zona boscosa. Mi amigo vive en una pequeña cabaña algo oculta entre los árboles de Ferdwook. Después de bajar del auto y caminar un largo trayecto, pude notar la pequeña cabaña. Me trajo algunos recuerdos hacía mucho tiempo que no venía a este lugar.
Su madera ya estaba un tanto desgastada debido al paso de los años, la ventana de enfrente estaba cubierta por una cortina blanca, y mi amigo se encontraba fuera de la casa en una mecedora. Se movía de un lado a otro sentado en la silla con una taza de té en su mano, mirando a lo lejos. No me había notado aún, camine entre el húmedo césped y pisé algunas hojas y ramas tiradas en el suelo, al hacer un poco de ruido se giró su vista hacia el ruido. Con entusiasmo se puso de pie con una sonrisa mientras se acercaba.
—Amigo mío al fin viniste, pensé que no te volvería a ver —dijo mientras me abrazaba dándome unas palmadas en mis hombros—. Han sido ya ocho o diez años, bueno eso no importa ¿Quieres entrar? Está algo frío aquí afuera. No dije ninguna palabra solo asentí con la cabeza y de inmediato me puse en marcha detrás de mi amigo.
—Me hubieras avisado que venías, te hubiera preparado una buena comida. Ahora no tengo mucho en este lugar y esta un poco desordenado.
—No importa, está bien —respondí cerrando la puerta tras de mi.
Dentro de la cabaña había una pequeña sala con unas cuantas sillas, una alfombra vieja de color rojo y una chimenea que se encontraba apagada, pero con rastros de ceniza que significaba, había sido usada recientemente.
—Toma asiento, puedes hacerlo cerca de la chimenea —respondió mi amigo señalando la sala —. Te traeré una bebida caliente ¿Te gusta el té Chai con leche?
—Si, eso está bien —respondí posándome en la silla.
—Perfecto, espérame unos minutos ya vuelvo.
Me senté cerca de la chimenea, puse mi maletín cerca de la silla. Pronto mi amigo venía con una taza que humeaba.
—Toma —dijo alcanzarme la taza que desprendía un dulce aroma —. ¿Qué has hecho estos años?
—Ya no trabajo en la comisaría, ahora tengo una clínica junto con mi hija y me case —respondí tomando un sorbo de la bebida.
—¿Tu hija? Es acaso la niña de aquella vez, la adoptaste.
—Algo así, su hermano también. Desde que volví del extranjero ellos han estado conmigo. Ahora son mi familia.
—Me alegra escuchar eso, has cambiado mucho. Ahora hasta tienes esposa ¿Quién es ella?
—Una oficial, la conocí dentro de la comisaría y en el caso de hace diez años.
—Ya veo, me alegra que encontrarás a una buena chica. Mereces una buena vida.
—Muchas gracias, tú ¿Qué tal? Desapareciste de repente durante casi diez años, no volví a saber de ti hasta ahora.
—Pues tuve unos asuntos fuera del país y me llevó un tiempo resolverlos. Ahora supe que tenía que volver para encargarme de un cliente.
—Isaac creo que sabes porque estoy aquí ¿Cierto? —dije con una mirada seria. Un silencio incomodo invadió la pequeña sala unos minutos, la mirada de Isaac se desvió un poco hasta que finalmente me miró de nuevo.
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Editado: 07.12.2020