—Julieta y, ¿tu hermana, donde estará durante la presentación? — preguntó la joven cuya carcajada se asemejaba a un cerdo arrancando del matadero.
—Mi padre le advirtió que no debía salir de su habitación. A todo esto, hace tres días que no la veo, se la ha pasado encerrada, bueno, es mejor para mi — se rió estrepitosamente mientras se abanicaba.
—Si, mucho mejor, ella es tan hermosa, ¿como era que se llamaba?
—Anastasia, ese es el nombre de esa piojosa, y no, no es hermosa, para nada — Julieta se cruzó de brazos y resopló enfadada.
—Claro que sí — afirmó su amiga — Las pocas veces que la he visto, me quedé anonadada, tiene una belleza que no es común, todas somos rubias de ojos azules, pero ella tiene el pelo oscuro y ojos color miel. Afortunadamente su presentación es el próximo año, de lo contrario te hubieras olvidado del Duque de Lancaster.
Julieta apretó tan fuertemente sus dientes que rechinaban — No seas ridícula, ella no tiene comparación conmigo, ahora salgamos de aquí, demos un paseo por el parque, tal vez podemos encontrarnos con el Duque y sus amigos.
— Si — chillaron ambas amigas al unísono — Vamos, vamos.
Residencia Duques de Lancaster, Londres.
Desde aquel día Gregory no volvió a ser el mismo, se encontraba distraído y taciturno, y aquella mañana no sería diferente. Con desgano abrió sus ojos, se levantó y bajo a acompañar a su madre.
—Buenos días querido hijo, ¿Cómo durmió? — Lady Johanne se levantó de su asiento para recibir a su hijo en la mesa.
—Buenos días madre, no muy bien, me siento algo cansado, pero nada que no se pueda solucionar con un buen café — Se sentó a la mesa a probar bocado.
—¿Qué sucede hijo? Desde que llegaste te he visto tan distraído y pensativo, ¿Es por la ausencia de tu padre? — Una mirada de preocupación se asentó en los ojos de su madre.
—No, no es por papá — Miró su plato, no le apetecía comerlo, sus ganas de comer se habían esfumado hace días.
— Ah... ¿Entonces tiene que ver con asuntos del corazón? ¿Alguna dama ha robado hasta tu apetito?
Gregory se sonrojó a tal punto que una risita nerviosa se escapó de sus labios, ella era en extremo perceptiva.
—Madre, ¿Sabías que te amo? — Sonrió exageradamente.
—Lo se hijo, pero no intentes persuadirme — Lady Johanne levantó una ceja — Ahora dime, quien es esa jovencita, muero de emoción — Sonrió.
— Madre, pareces una jovencita de 15 años, pero lamento decirle que no sé el nombre de la dama, solo la vi una vez, pude hablar con ella, sin embargo me dijo que no podíamos conocernos, yo solo sé que con ella deseo casarme —. La buscaré por cielo, mar y tierra, y la convertiré en mi esposa.
— ¡¿Que?!... ¿Qué estás hablando? hijo quizás la joven no es de la nobleza, tu sabes que por tu titulo debes casarte con una noble que tenga una reputación intachable y además posea una buena dote.
—Madre, quizás ella es de la nobleza, y si no lo fuera, no me importa.
—Hijo, no puedo permitir que te cases con cualquier muchacha, y ¿si es una caza fortuna?
— No madre, ella no es así, tiene un corazón noble, pude verlo en sus ojos.
— No lo sé Gregory, no tomes decisiones precipitadas —Hizo una pausa — Bueno, cambiando de tema, en cuatro días más es la presentación de la hija de una gran amiga; la condesa de Pembroke, tiene una hija muy bella, elegante y educada, me gustaría que seas su primer baile.
— ¡¿Que?!... No, absolutamente no, me niego, no se quien es ella, y además no tengo ningún interés en conocerla.
—Hijo, es un honor ser el primer baile de la noche, por favor, debes hacerlo, hazlo por mí —tomó su mano y sonrió tiernamente.
Gregory se cruzó de brazos y gruño — madre, sabes que no me puedo negar si me miras asi, pero le advierto, no me interesa nadie más que la joven de la cual le comente, y lo haré solo porque usted así lo quiere.
—Está bien hijo, no te preocupes — Sonrió ampliamente mostrando sus hermosos hoyuelos.
Dia de la presentación de Lady Julieta Pembroke a la sociedad Londinense.
Anastasia despertó por un fuerte golpeteo a su puerta que provocó que se levantara de su cama sobresaltada.
— Anastasia, abre de inmediato — Se escuchó vociferar con enfado; era su padre.
—Ya voy, espereme un momento — Se puso su bata y se dirigió a abrir la puerta de su habitación.
—Buenos días padre — dijo sobándose los ojos.
— Escuchame, hoy es la presentación de Julieta, desde este mismo momento te quedaras aquí, no saldrás por ningún motivo ¿Queda claro?
—Sí — asintió con una media sonrisa.
—Elvira te traerá desayuno, y cena.
—Está bien, gracias —Vio a su padre girar y golpear la puerta de enfrente, de inmediato abrió una deslumbrante y sonriente Julieta.
—Buenos días hija, te ves preciosa — acaricio su rostro con ternura —. Hoy es tu gran día, lo harás maravilloso, lo sé. Estoy muy orgulloso de ti.
Ambos se abrazaron con cariño, Julieta sobre el hombro de su padre pudo ver el rostro descompuesto y quebrantado de Anastasia, sonrió maliciosamente, ver a su hermana así provocaba en su oscuro corazón una gran dicha. La razón era aún más sombría; la envidiaba, lo hacía profundamente desde que accidentalmente escuchó a sus padres declarar que debían ocultar a Anastasia, ella era un año mayor que Julieta, es decir la que tenía dieciocho años, realmente era Anastasia, pero le hacían creer a todo el mundo, incluso a ella misma que era un año menor, de esa manera Julieta sería la primera en presentarse a la sociedad londinense, antes que su hermana, así las posibilidades de encontrar el mejor partido no serían opacadas por la deslumbrante e impactante belleza de Anastasia, desde muy pequeña su esplendor y encanto llamaba la atención donde quiera que fuere.
La odiaba, desde sus entrañas, ¿Porque ella era diferente? ¿Por qué no tenía el pelo rubio y los ojos azules como ella y su hermano Alex?, ¿Por qué era tan diferente y hermosa a la vez?, creció con aquella espina en su corazón, reacia a crear un vínculo fraternal con Anastasia se dedicó a hacerle daño; la humillaba, denigraba e incluso, en ocasiones, la golpeaba.
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Editado: 21.01.2023