Capítulo 37

Al llegar la tarde, las cinco mujeres se prepararon para el momento que toda prometida espera, la prueba del vestido, sin duda un hecho demasiado importante y determinante para felicidad de la novia.

Lady Johanne se encargó de conseguir que la diseñadora más famosa de todo Londres confeccionará el vestido de Anastasia, el valor no importaba, que fuera perfecto era lo fundamental.

Unos golpes sacaron de la ensoñación a las damas.

— Rápido, abra — Lady Christine indicó al mayordomo.

Los sirvientes situaron el espejo más grande de toda la mansión en el centro del salón, en las finas mesas de centro reposaban tazas de porcelana y bandejas de deliciosas galletas.

Al instante hizo acto de presencia una dama de lo más refinada, su atuendo era extraordinariamente exquisito a la vista, texturas y colores que solo serían el sello de la famosísima Lady Mary Essex. 

—Damas, buenas tardes — inclinó su cabeza levemente, observó a todas rápidamente y fijó su mirada en Anastasia.

—¿Es usted la futura Duquesa? 

Anastasia se sonrojó y con una sonrisa tímida asintió.

—Eres bellísima y he confeccionado mi mayor obra de arte, digna de ti.

— ¡Oh?, es usted muy atenta, gracias, pero no estoy acostumbrada a llevar vestidos tan lujosos.

Lady Mary Essex hizo un ademán con la mano —. No seas modesta jovencita — miró a las mujeres que estaban detrás de ella, quienes sostenían una gran caja de terciopelo roja —. Traiganlo.

A continuación, con la elegancia que la definía abrió la caja, tomó el vestido, y sonriente presentó el vestido más hermoso que había creado.

El asombro las dejó perplejas, era un vestido de tono marfil absolutamente maravilloso, un discreto escote de seda en forma de corazón bordado con pedrería hasta la zona de la cintura, a partir de la cadera una delicada tela de gasa caía ampliamente, desde la rodilla hasta el suelo estaba tejida con adornos de plata y piedras preciosas, al mirarlo detenidamente daba la impresión de que brillaba, si, relucía, aquel conjunto de especiales detalles hicieron realidad el deseo de Anastasia; llevaría un auténtico vestido de princesa.

— Es..es… precioso, es exactamente lo que había deseado.

— Es digno de una princesa como usted, ahora por favor, lo que todas estamos esperando… — declaró entusiasmada Lady Mary —. Pruébeselo.

— De inmediato — respondió esta.

Con ayuda de las damas que acompañaban a Lady Mary se ajustó el corset, además arreglaron su cabello añadiendo una diadema de perlas, y piedras preciosas. Se estaba preparando como si fuera realmente aquel gran día. 

— Estoy lista — Anastasia sintió que el vestido le cayó a la perfección.

Todas las damas presentes en el salón ansiaban ver a la novia, incluso Lady Mary y sus acompañantes, este hecho era extraño para ella, sin embargo simpatizó con la muchacha encontrándola sumamente genuina y encantadora.

Ante ellas apareció la joven, el vestido definitivamente estaba hecho para ella, no obstante más allá de la prenda, era su sonrisa, relucía, era capaz de iluminar por completo el salón.

Lady Johanne quedó pasmada, ~{Es la novia más hermosa que he visto, y sin duda la más feliz}~. Sonrió al recordar a su hijo, y el gran amor que él manifestaba por ella.

— Amiga, te ves bellísima — Elise sonreía mientras una lágrima caía por su mejilla, durante tanto tiempo deseo que Anastasia fuera feliz, se lo merecía tanto.

Elvira no pudo contener su llanto, sacó un pañuelo de su bolsillo para secar sus ojos, Lady Christine palmeo su espalda cariñosamente —. Ya, ya, se ve preciosa, ¿Verdad? — preguntó sonriente.

Elvira asintió con su cabeza — Muy preciosa.

¿Se puede tener un corazón honesto y bondadoso?, ¿se puede tener un corazón que anhele la felicidad del prójimo?, pues si, aquello es amor verdadero, un amor que todo lo cree, que todo lo espera, un amor que jamás se extingue.

Tal sentimiento se alojó en los corazones de Elvira, Elise, Lady Christine, y Lady Johanne.

Anastasia merecía ser feliz, y ellas lo sabían mejor que nadie.