Los Peleadores de Quetzal - El Lobo de Frizia

18. Tras el reflejo

-¿Estás segura que puedes hacer esto?

-No te preocupes, Ly. He practicado.

La voz de su compañera de entrenamiento fue suficiente para tranquilizarlo.

Kharima llevaba su buen par de semanas entrando y saliendo de la mente de Lycanhearth, había visto en primera fila muchos de sus conflictos, así como muchos de sus sentimientos más íntimos y sus propios defectos como persona.

Pero ahora, las cosas habían subido a un nuevo nivel. Temis le había ordenado a su discípula el adentrarse en la mente de su compañero, todo mientras este se hallara convertido en lobo. Una idea bastante arriesgada.

Esa tarde el grupo se había dirigido a la llanura de Aryzon, en Kalahar, un territorio bastante extenso entre la arena y las inmensas rocas que reposaban imponentes sobre su entorno.

-Muy bien, esto será simple.- Comenzó a decir Temis. -Nos turnaremos para contener a Lycanhearth mientras se encuentra convertido en lobo. Kharima, en tanto, se encargará de conectar con su mente tratando de acceder a ese punto que le permitirá liberar su conciencia en estado lycan.

-¿Mi Estado Lycan? ¿Liberar mi conciencia? ¡¿Y usted cree que todo esto vaya a funcionar?!- Lo interrumpió el chico. -Digo, estoy claro de que debo mantenerme lo más consciente posible durante ese Estado, ¡pero por Salkay, el Primigenio, esto no es esquivar golpes con los ojos cerrados!

-¡Oh, por favor, amigo! ¡¿Por quién nos tomas?!- Lo rebatió Casei. - No eres la primera cosa fea con garras que pateamos.

-¡Casei!- Lo regañó Lucy.

-¡¿Qué?! ¡Es un cumplido!

-Lycanhearth tiene razón.- Afirmó Reds, para sorpresa de Temis. -En parte.

-¡Así es...! ¿Uh? ¡¿En parte?!- Vaciló Ly.

-Ly, entiendo tu preocupación. Pero debes entender que de hace mucho que no eres el maltrecho jovencito que llegó a mi puerta escoltado por Rubi. Estarás bien, te lo garantizo. Ahora, si de verdad no te sientes listo para dar este paso, podemos intentarlo unas lunas más adelante. Eso sí, tarde o temprano tendrás que intentarlo, así que esta decisión, será clave.

Ly guardó silencio por un instante. Era cierto, se había vuelto fuerte. Pero no olvidaba lo que pasó la última vez que dejó salir su “otro lado” en frente de tanta gente. No quería echar a perder todo lo que había logrado, a la vez que no quería decepcionar a su mentor. Sí, estaba siendo comprensivo, pero ambos sabían que Ly era todo menos un cobarde. No podía fallarle así.

-Ehh... Yo, am...

-¡Oh, por favor! Permíteme.- Interrumpió Kharima.

Y acercándose al muchacho, la joven levantó su mano derecha y le colocó sus dedos sobre la sien. Y un rayo de luz le nubló la vista.

Una curiosa sensación le inundó el rostro. Era cálida, dulce. Una caricia delicada envolvía además su cuerpo, y un aroma, uno que en años no había sentido, le pincelaba en el paladar, detonando así en su cabeza un instante que de hace mucho se había olvidado.

Estaba nuevamente en el seno de su madre.   

Entonces el joven abrió los ojos, vislumbrando aquel rostro de piel de nieve y ese cabello azabache trenzado hacia un hombro, y esa mirada de lapis lázuli que el pequeño lycan legaba en los ojos.

Y el tiempo se detuvo.

No pasó mucho para que una lágrima rodara por su mejilla, dándose cuenta entonces de que había vuelto al desierto. Kharima miraba su rostro, con los ojos enrojecidos y el aliento entrecortado. Había sentido exactamente lo que su amigo.

-¿Cuánto pasó?- Quiso saber este.

-Nada…- Resopló ella. –Apenas fue un segundo… ¡Es un recuerdo muy bello, muchas gracias!

Y Ly no supo qué decir.

-Dijiste que aún no aprendías a calar tan hondo.- Le comentó este.

-Te dije también que he practicado.- Le aclaró ella, secándose los ojos. –Además es uno de tus recuerdos más brillantes, no fue… no fue nada, a decir verdad. Así que vamos, tú confía. Podemos hacer esto, tenemos lo necesario.

Lycanhearth asintió. Aunque no dejaba de estar preocupado.

Mientras esperaban la noche, Lucy estuvo calentando la técnica que había imitado de Kharima. Su escudo de luz. Pues como portadoras de dicha Esencia, podían compartir ciertos trucos y maniobras entre ellas. Su idea era proyectar un escudo lo bastante amplio como para contener a Ly dentro de él, en tanto el grupo se rotaba para darle frente mientras la joven psíquica recorría su mente. Era, a pesar de todo, una propuesta arriesgada; pero no por eso caía el optimismo de los Peleadores.

Y así la noche se presentó en la llanura, vistiendo los colosos con su manta sombría, dando paso a la reina de la noche, quien al frente avanzaba en sus blancos vestidos, con su mustia mirada, y su brillo de nieve escoltado en luceros. Ly comenzó a sentirse ansioso.

Antes de eso, Temis se había alistado para permanecer con él dentro de la barrera, razón por la cual se había quitado los zapatos y la camisa. Ejercitarse con el alumno de Reds le resultaba una ardua labor.

Por su parte, Ly se preparaba para el asalto. Había empezado a trabajar su respiración, darse su espacio para elongar, y se había quedado solo con su toga, de modo que su cuerpo tuviera más libertad a la hora de transformarse.




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