Los pensamientos de una joven

Pupilas estrelladas

Hace mucho tiempo

conocí a alguien de ojos negros.

Creí ver tormentas en ellos,

creí ver un pozo sin fondo.

 

Me perdía en su

laberinto de emociones,

me convertía en hielo

con el roce de su mirada.

Si sonreía sus ojos se achicaban

y el color negro de su

mirada hacia que el cielo

vibrara en su infierno de pasiones.

 

Sólo una vez fui espectadora

de tan penetrantes ojos.

Me asfixiaron y sacudieron

mis pensamientos.

 

Sólo una vez pude sentir el frío,

el calor, la combinación

de dos opuestos en ambas pupilas.

 

Vi el río recorrer en ellas,

y la presencia de su soledad.

Misterios y dimensiones ocultas,

me asomé a la ventana

y caí del balcón de su mirada.

 

Jamas volveré a ver

tales ojos misteriosos,

ni sentir escalofríos.

Porque aquellos ojos negros

se fundieron con la noche estrellada,

y se perdieron entre

las luces del firmamento.

 

—Para el chico de coro.




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