Dormí hasta el mediodía
sólo para ver aquellos ojos.
Regaños obtuve, por culpa
de los malditos sueños.
Pero sólo en ellos todo
era perfecto; en los vagos
recuerdos alterados por la
mente pude tener romance.
Deslice mis pies sobre la
baldosa; «por alguien como
tú bailé para la vacía habitación».
Mi consciente se burló
de mi propio engaño...
Escuché mis latidos acelerados.
Me estrellé.
Mi mantra se escuchó:
«En mi canto te siento, en
las esquinas vacías te veo».
Porque tuve tantos amores
imaginarios, y los
confundí con la realidad.
La cama no me soltaba...
Aunque jamás sepan la
intensidad con la que los
amé, se puede decir que
tonta he sido, y seré.
Tanto frío, tanto dolor.
Sufriría por una pizca
del dulce sabor...
Caramelo de fresa, envuelto
en chocolate. Café de
mañana y tarde.
Sé que aquel individuo no
lo sabe, que ardidos mis
ojos se volvieron a sellar.
Que dormir ocasionó que
la niebla tomara forma, se
hizo piel y hueso, para
que mi índice le toque, le
provoque fundida en deseos.
«Por desvelarme pensando
en historias enriquecidas en
disparates amorosos, te perdí
tantas veces» le conté.
Resonante su risa abordó
mis oídos, comprendí, sólo
soy una niña, que con
esperanza mira el crepúsculo
y pierde la cordura
completamente cegada de amor.
Y desperté, reí, sólo son sueños.