Los Ricci

6. Nadie desea a nadie

POV RAVEN.

Estoy retirando las llaves del contacto cuando escucho su voz.

Al instante no soy otra cosa que un manojo de nervios y ansiedad.

Giro mi rostro y observo como Ryan está apoyado en su Toyota mientras le sonríe a una chica que he visto una que otra vez por los pasillos. Me apresuro a sacarme el casco y asegurarlo a mi moto antes de dirigirme a paso dudoso hasta donde él se encuentra.

No ha respondido a mis mensajes desde hace dos días y necesito hablar con él de lo que pasó.

Cuando me ve a escasos pasos atrás de la chica con la que conversa, su sonrisa se borra por completo. Se queda mirándome fijo, sin prestar atención a lo que ella le dice.

La chica se voltea y su expresión es de genuina sorpresa al verme. Me dedica una sonrisa amable.

—Hola, Raven —dice y yo me congelo en mi lugar.

¿Cómo se sabe mi nombre?

—Eh... hola —murmuro, incómoda por no saberme el suyo.

Dejo el "hola" en el aire.

—Cristina —responde ella, con una sonrisa.

—Cristina —repito y hago una mueca de disculpa.

Aparto mis ojos de la chica pelirroja frente a mí y los dirijo a Ryan que me observa con gesto impasible.

—Hola, necesito que hablemos... —Mi voz suena tímida y acongojada.

—¡Oh, lo siento! Estoy interrumpiendo. Hablen tranquilos. —Cristina suelta las palabras atropelladamente y se va, más o menos corriendo, mientras se despide con la mano, yo le devuelvo el saludo.

—¿Qué es lo que quieres, Raven? —Ryan me mira con el rostro serio y una ceja enarcada.

—Hablar contigo —digo lo obvio.

—Por si no te diste cuenta, yo no tengo interés en hablar contigo —dice, todavía serio y mi corazón se estruja un poco.

—Por favor, yo lo lamento. Lo lamento muchísimo, en serio.

—Lo hecho, hecho está —contesta, con la mandíbula tensa.

Toma su mochila y se la cuelga al hombro con la intención de irse. Yo me planto frente a él.

—No. Necesito que me escuches. Por favor, fue un malentendido. —Mi voz suena desesperada ahora.

—¿Un malentendido? Raven, nombraste a Rave Ricci cuando estábamos teniendo sexo, eso es mucho, mucho más, que un malentendido —espeta, con reproche.

Me quedo mirándolo con la expresión en blanco. Sin saber qué responder.

Él me echa una última mirada antes de rodearme e irse dentro del Instituto. Yo me llevo las manos a la cara y dejo salir el aire que ni siquiera sabía que estaba conteniendo. Trato de calmar el nudo que se ha instalado en la boca de mi estómago desde el momento en el que él me miró con mala cara. No estoy acostumbrada a que él me trate sin tacto. Eso me duele. Todavía sigo tapándome el rostro cuando su voz grave y su acento extranjero retumban en mis oídos.

—Las cosas que uno se entera hoy en día, ¿no?

Estás. De. Broma.

Rave me mira con una sonrisa arrogante mientras suelta el humo de su cigarrillo por la nariz y se recarga contra un árbol.

¡Justo al costado del auto de Ryan!

¡¿Cómo hice para no ver que estaba ahí?!

Me quedo muda por unos segundos en los que él pasa de tener una sonrisa engreída, a tener una mueca de diversión.

—¿Hace cuánto tiempo estás ahí? —pregunto, temerosa por su respuesta.

—El suficiente como para haber escuchado todo —dice, volviendo a mostrar su dentadura perfecta y tirando la colilla del cigarrillo al suelo.

De no ser porque tengo la mandíbula pegada a la cara se me hubiera caído al piso. Nos miramos fijamente. Él divertido por la situación, y yo totalmente horrorizada porque haya escuchado lo que Ryan dijo.

—Creo que tengo que darte méritos. Esta vez rompiste el récord de quedarte muda más del tiempo recomendado. —Ladea la cabeza con curiosidad al ver que —indiscutiblemente—, me quedé muda.

—Mierda —murmuro, más para mí misma que para él.

—Cuida lo que sale de esa linda boquita —bromea.

Yo le echo una mala mirada antes de bajar la vista al suelo, avergonzada.

—No te apenes, niña —habla en tono condescendiente, dando un paso en mi dirección—. Es completamente normal que me desees, porque solo, ¡mira! —Se señala a sí mismo al tiempo que ríe levemente.

La modestia en persona.

—Cállate. Aquí nadie desea a nadie, escuchaste mal, como dije antes, fue un malentendido —respondo.

—En eso te equivocas... —Hace una pausa para acercarse hasta quedar frente a mí. Me toma por el mentón suavemente antes de seguir: —Porqué yo sí te deseo.

No. Acaba. De. Decir. Eso.

Doy dos pasos atrás, al tiempo que trato de no mostrarme afectada por su afirmación.

Él me repasa con la mirada de arriba abajo para luego posar sus intimidantes ojos verdes en los míos.

—Pareces un tomate —murmura, con aire distraído, como si no hubiera dicho nada hace solo segundos.

Yo lo quedo mirando unos segundos antes de darme la vuelta y dirigirme hacia las puertas del Instituto a paso apresurado.

Antes de entrar a este me volteo por pura curiosidad.

Su mirada está clavada en la mía con tal intensidad que siento los vellos de mi nuca erizarse. Él sigue fumando totalmente despreocupado, con una sonrisa desplegada por su rostro y su chaqueta negra puesta, haciéndolo ver más intimidante, como si con su mirada no fuera ya suficiente.

🇮🇹
 

 

—¡¿Que te dijo que, qué?! —chilla Jess, casi rompiéndome el tímpano.

—Que me deseaba —digo, extrañada.

—¡Wow! esto, esto es una señal Ri, ¿que no lo ves? —exclama, dramáticamente.

—¿Señal de qué, Jessica? Si él no me gusta, ya te dije, apenas si le hablo después de lo del incidente con la marihuana —respondo, con el ceño fruncido, mientras arrastro los pies hacia la mesa donde siempre almorzamos.

—Tú pensaste en él estando con Ryan. Y ahora él se te declaró, es una señal de que deben estar juntos —aclara, mientras suspira soñadoramente.

Yo vuelco los ojos.

—Jess, deja de hacerte todo el cuento, ¿quieres? —La reprimo—. Yo conozco perfectamente a los chicos como él, quieren llevarte a la cama y luego darte una patada en el trasero. Además, él no me gusta, solo es alguien exageradamente atractivo, nada más.




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