Los Ricci

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POV RAVEN
 


Conduzco a toda velocidad por la autopista en dirección al hospital "Morrison".

Sabrina me ha dicho antes de colgar la llamada que lo ingresaron allí en estado critico.

Veinte minutos más tarde estoy aparcando en el estacionamiento del hospital. Me quito el casco y bajo a toda velocidad de la moto para salir disparada hacia dentro de la guardia.

Bien paso la doble puerta de cristal, Sabrina se lanza a abrazarme. Está llorando.

Yo me quedo estática en mi lugar sin entender nada. Segundos después no me queda más que corresponder a su abrazo, todavía algo consternada.

Me adentro a la sala de espera junto a ella.

—Gracias por llamarme —murmuro en su dirección.

—Sabía que vendrías. —Me mira a través de sus ojos hinchados de tanto llorar y mi corazón se rompe otro poco.

Texteo un mensaje a mi madre que sé que leerá cuando se levante mañana temprano. En el le explico la situación y el lugar donde me encuentro.

Levanto la vista al guardar mi teléfono y diviso a mis ex's amigos junto a los padres de Ryan. El señor McCartney —padre de Ryan—, consuela a una muy devastada señora McCartney.

La parte trasera de mis ojos comienzan a escozer por el panorama frente a ellos.

—¿C-cómo está? —pregunto a todos y a nadie, con un nudo en la garganta.

La señora McCartney se separa de su marido y viene directo hacia mí. Me abraza. Y no me extraña, siempre he tenido una relación estrecha con la madre de Rian.

—Oh, querida —solloza—. Él entró a quirófano en estado crítico. Se ha quebrado ambas piernas y tiene un hematoma grave en la cabeza. No pueden decirnos si sobrevivirá.

Y eso último termina por desmoronarme.

Caígo sobre mis rodillas y manos cuando las piernas me fallan. Lágrimas corren sin control por mis mejillas. Una opresión en el pecho me hace imposible respirar. Escucho como me zumban los oídos y a la lejanía una voz que llama mi nombre, pero no puedo reaccionar.

No puedo respirar.

Miles de recuerdos se agolpan en mi mente y el escozor en mi pecho aumenta.

《 —¿Cómo te llamas?  —Le había preguntado.

—Ryan. —Había contestado el niño de ojos castaños.

—Me gusta tu nombre, Ryan. ¿Quieres ser mi amigo? 》

《—Raven, yo estoy enamorado de ti. —Me había confesado años atrás.

—Pero Ryan, somos amigos... —contesté.

—Lo sé, pero tú eres increíble. Quiero estar contigo —respondió él. 》

Miles de recuerdos me dificultan poder inhalar oxígeno. Jadeo en busca de este mientras siento como alguien me levanta del suelo. No sé quién es, solo me concentro en la ahora difícil acción de respirar.

Ryan y yo jugando de pequeños.

Ryan defendiéndome.

Ryan diciéndome cuanto me ama.

Ryan consolándome cada que me rompían el corazón.

Ryan y yo amaneciendo abrazados.

Desayunando. Divirtiéndonos. Llorando en sus brazos. Ryan. Ryan. Ryan. Él estuvo en cada momento de mi vida, y hasta ahora, que temo perderlo para siempre, es que me doy cuenta de que sigue siendo una parte vital de ella.

Yo le fallé. Le fallé y no me dio oportunidad de enmendarlo.

Cuando logro hacer que los recuerdos se vayan; y acompasar un poco el latir desbocado de mi corazón... Es cuando noto que alguien me rodea con sus brazos. Y me doy cuenta que he estado llorando sobre un suéter de lana negro, ahora húmedo y lleno de mocos. Mi madre.

Levanto la vista hacia mi madre y ella acaricia mi rostro gentilmente.

—M-mamá, él, yo... Mamá —Vuelvo a sollozar incapaz de explicar lo que siento. Me aferro muy fuerte a ella.

—Yo lo sé, amor. Yo lo sé. —Lloro todavía más cuando acaricia mi cabello.

Lo único que se oye en todo el silencioso pasillo es mi llanto incontrolable.

(***)

Espabilo a pesar de sentir los ojos pesados. Tanteo el bolsillo de mi pijama y tomo mi celular para ver la hora.

Cuatro de la mañana.

Me incorporo sentada y veo como mi madre junto a Jess y Aria vienen por el pasillo que lleva a la cafetería del hospital. Todas traen un café en mano. Cuando llegan, Aria me tiende un recipiente plástico con lo que supongo contiene café. Musito un gracias y tomo un sorbo.

Veo en los asientos frente a mí a los padres de Rian con el semblante decaído por la tristeza y el sueño. También tienen un café en sus manos.

No sé en que momento me he quedado dormida.

—¿Jess, en qué momento me dormí? —cuestiono.

—Hace como dos horas cuando llegamos, te dormiste en el regazo de tu madre. —A pesar de que no da señales de haber derramado lágrimas, sé cuanto le afecta esto a ella también.

Su voz suena apagada y abatida.

Doy otro trago a mi café y apoyo mi cabeza en su hombro.

—¿Dónde están los demás? —Me extraño al no ver a Mack y su grupo.

—Afuera, tomando aire —responde Jess.

—¿Los médicos no dijeron nada más? —pregunto con mucho miedo.

—No. Solo sabemos que está en quirófano hace tres horas. —El pecho se me comprime al oírla.

—¿Cómo han llegado hasta aquí? —cuestiono.

—Mamá ha visto tu mensaje cuando se levantó para ir al baño —responde Aria esta vez—. Nos despertó y vinimos lo más rápido posible.

—¿Y papá?

—Mañana trabaja temprano.

—Cierto —murmuro.

Pasan largos minutos en los que me limito a mantener la vista pegada a la pared con la mente en blanco y el miedo presente a cada segundo que pasa.

Hasta el olor a desinfectante me está provocando ganas de vomitar.

Siento la mirada de mi madre fija en mi perfil pero hago de cuenta que no me doy cuenta. No estoy de ánimos para hablar.

Necesito aire.

Me paro dispuesta a dirigirme a la salida por la cual entré horas atrás.

Al salir observo contra la barandilla de la rampa por donde ingresan los pacientes ambulatorios, a los que alguna vez fueron mis amigos.

Me apoyo casi al final de la barandilla, lo más alejada posible del grupo.




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