Los Sallow [sangre Oscura #1]

Capítulo 26

Capítulo 26: Promesas rotas.

*Jonathan*

Puedo sentir los latidos desbocados de mi corazón. Las diferentes emociones que me avasallan, no me dejan pensar con claridad y solo ruego que esta situación no se salga de control.

Meredith está aquí.

Está en Abalee, en la casa de la tía Abby.

Al llegar, dejo la bicicleta tirada en la acera. Espero que solo sea una broma de muy mal gusto, porque eso complicaría mucho las cosas. Abro la puerta y atravieso el pasillo a grandes zancadas.

Mis ojos se desorbitan al encontrar a la pelinegra en uno de los sillones. No es una broma, es muy real.

—¡Johnny! —se levanta de sopetón y corre hasta mí para darme un fuerte abrazo. No soy capaz de devolverle el gesto y con delicadeza la aparto.

—¿Qué haces aquí? —es lo primero que pregunto.

—Vine a verte, como no contestabas ni mis llamadas ni mis mensajes, decidí darte una sorpresa —no oculto mi desconcierto y al parecer lo nota. Al menos hubiese enviado un mensaje diciendo que vendría —. ¿Qué? ¿No estás feliz de verme?

—No, no es eso... de hecho, me hace feliz que estés aquí —le regalo una sonrisa y entonces veo a tía Abby salir de la cocina.

—Jon que bueno que llegas, ¿Tu novia se quedará a dormir? —la ironía en su voz es evidente. Mi cuerpo se tensa y clavo la vista en Meredith.

No es mi novia, ¿o sí?

Técnicamente no terminamos, nos pedimos un tiempo, pero yo ahora quiero a alguien más. Quiero a mi rubia.

Tía Abby luce molesta y la entiendo. Hace pocas semanas traje a la chica con la que estoy saliendo, de la que les hablé un montón y ahora aparece Meredith diciendo que es mi novia. Tendremos que hablar de eso cuanto antes.

—Sí, iré a preparar el cuarto de huéspedes —voy escaleras arriba, dejando a las dos mujeres en la sala. Saco una de las sábanas que tengo en el armario junto al forro de almohada.

La habitación es continua a la mía, sacudo la cama y tiendo la sábana sobre esta. Me sobresalto al ver a Meredith apoyada en el marco de la puerta.

—Casi me matas de un susto —llevo una mano a mi pecho con dramatismo, pero me pongo serio al ver que comienza a acercarse despacio.

Llega hasta mí y juguetea con el borde de mi chaqueta. La cercanía de nuestros rostros es peligrosa, puedo sentir su respiración en mi boca y no soy capaz de apartarme.

—Ya me decidí, Johnny. Te quiero, te quiero solo a ti —asegura antes de sellar nuestros labios.

Mis ojos se abren tanto por la sorpresa y entro en estado de shock, pero ella continúa moviendo sus labios sobre los míos con ímpetu. Termino correspondiéndole el beso un tanto dudoso, había olvidado como se sentían sus labios antes de...

Doy un paso atrás, rompiendo el contacto cuando la muda se apodera de mis pensamientos. Acabo de cometer un error, un maldito error. Le he fallado a mi rubia y de la forma más cobarde que puede existir.

—Lo siento... no puedo. Hablamos mañana —salgo despavorido de la habitación y voy hacia la mía. Doy un portazo y me siento al borde de la cama, paso las manos por mi cara, llevándolas hacia mi cabello para tirar de el con frustración.

La culpa me asfixia al ver los dibujos de Aly en la pared. En estos momentos debe estar preocupada por mí y yo aquí, besando a Meredith.

Tía Abby ingresa a la habitación con sigilo y se sienta junto a mí, parece estar esperando una explicación pues se mantiene en silencio durante varios segundos.

—¿Vas a decirme que hace esa muchacha aquí? ¿Por qué dice que es tu novia? ¿Qué pasó con la rubia simpática? —interroga en un susurro.

—No es mi novia... o no lo sé, es complicado —entrecierra sus ojos hacia mí mientras niega con la cabeza.

—¿Por qué lo es?

—Ella era mi novia en Los Ángeles y cuando vine para acá, me pidió un tiempo. Se supone que estaba saliendo con alguien y ahora me dice que quiere estar conmigo. Todo un enredo.

—¿Todavía la quieres? —niego de inmediato—. Entonces no veo lo complicado. Dile que estás saliendo con una bonita rubia y que se regrese para su país.

No dudo en abrazarla. A veces necesitamos a personas que nos digan lo que no queremos aceptar y es que dejé de querer a Meredith hace mucho tiempo.

Ahora tengo a Aly y no necesito nada más.

***

[23 de febrero del 2016, martes]

La mañana llega y con ella la preocupación. Meredith desayuna con nosotros como si fuera un miembro más de la familia, mi tía trata de disimular su desagrado y Martin es indiferente a la situación.

Evito a toda costa el contacto visual o entablar conversación con ella, hasta que llega la hora de ir a la universidad.

—Te acompaño —dice cerrándome el paso hacia la puerta principal.

—No es necesario —asevero, pero hace un puchero y junta sus manos a modo se súplica.

—No tengo problema en caminar, anda di que sí —asiento resignado. Pega un gritito que en contra ocasión me hubiese parecido divertido, pero ahora me fastidia.

Se cuelga de mi brazo y emprendemos camino hacia la universidad. Empieza a hacerme un montón de preguntas que me limito a contestar con monosílabos y parece que capta el mensaje ya que no hace más preguntas.

Llegamos al estacionamiento y me despido con un asentimiento. No le parece suficiente y me hala para besarme, pero me aparto antes de que ocurra. La acción le molesta.

—¿Qué te sucede? ¿Por qué estás tan raro desde ayer? —cuestiona cruzándose de brazos.

—Hablamos cuando llegue a casa, ahora debo ir a clases y...

—¿Jonathan? —una voz bajita que podría reconocer en cualquier lugar nos interrumpe.

Alya.

Sé que esto luce muy mal y puede malinterpretarse, pero confío en que Alya lo entienda y no huya. Tengo que explicárselo, se lo debo.

—¿Quién es ella? —inquiere Meredith observándola de arriba hacia abajo.



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En el texto hay: romance, accion, accion drama

Editado: 12.06.2021

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