Los secretos de Fos

Hades XXXIV

— ¿Ya habían enfrentado monstruos?—­ Pregunto Egan sentándose, recargado contra la pared mientras su caballo mágico se sentó sobre su hombro, con una expresión emocionada, como si aún estuviera en combate.

El chico les indico a las chicas con la mano que se sentaran con él en el suelo.

Las tres chicas negaron con la cabeza, en principio solo acercándose a él.

—No sé si sea buena idea sentarse en…— Comenzó Ceres pero se vio interrumpida cuando de un momento a otro Dafne se desplomo sostenida por poco por Egan.

— ¡¿Dafne?!— Artemisa se acercó a ellos con preocupación pero hizo una mueca, cayéndose también por poco aunque logro detenerse con sus propias manos.

— Tiene sentido, son de primero, su experiencia en combate es bastante baja, a veces ni siquiera es necesario que aprendan estas cosas así que seguro están agotadas y aun así…— Egan miro con atención a Ceres— Tu estas entera ¿De verdad es tu primera vez?

—Sí, lo es— Admitió Ceres.

—Tomando en cuenta como derrotaste al príncipe, quien ya ha sido previamente entrenado con tal facilidad, sospecho que el entrenamiento que te dan con los Bianchi puede ser superior y bastante adelantado— Dijo Egan.

—Sí, justo eso… A mi papá le gusta estar dos pasos por delante— Ceres forzó una sonrisa.

Bueno, en eso no mentía pero nunca respecto al combate.

—Bueno, descansen, se lo ganaron— Les dijo Egan ayudando a Dafne a sentarse en el suelo y luego él se sentó— Tu también deberías, incluso si eres tan fuerte los descansos nunca están de más.

—Claro— Ceres parecía insegura pero yo sabía porque. La tierra. Mi señora seguía siendo una noble.

—Eres muy fuerte— Dijo Zeus hacia el caballo rojo, haciéndose visible para todos.

— ¡Lo soy! ¡¿Quieres que pelemos?! ¡Podrimos medirnos y tú también!— El caballo me apunto con su crin, mostrando una expresión medio desquiciada mientras también se volvía visible

—Perdonen a Lubu, le gusta mucho pelear— Egan se disculpó en voz alta.

Yo también me materialice. A Nicola todos lo podían ver porque estaba cuidando de Dafne.

—No te preocupes, aun así me parece adorable— Dijo Artemisa asintiendo.

—Gracias— Egan asintió— Por cierto, sé que es un poco tarde pero necesito saber cómo pelean, ya saben, por si les toca volver a venir a ayudarme. Entiendo que esta chica se transporta, un poder útil pero desgastante. Incluso usuarios de armas a larga distancia tienen sus estilos.

—Mucho— Dijo Nicola— Como pudo ver, nuestro rango no es muy grande pero con este combate note que puedo hacerlo más grande ¡Lo intentaremos cuando la señorita se haya recuperado!

—Mejor no, déjala descansar por hoy— Le dijo Egan sonriendo de lado y luego nos miró— ¿Y ustedes? Mi poder consiste en aumentar mi fuerza, al menos cuatro veces, no sé si pueda hacerlo más…

— ¡Claro que sí!— Dijo Lubu.

—Pero no podría aguantarlo, como sea…— El chico nos miró con expectación.

—Zeus me permite usar rayos y bueno, mi arma es un arco— Dijo Artemisa aunque note que la mirada de ambos en realidad iba hacia Ceres quien había estado jugando con la tierra con su pie.

Se dio cuenta que la miraban y negó con la cabeza un poco avergonzada— Si les estoy poniendo atención, la luz, un arco y súper fuerza y esa lanza.

—Es una Alabarda— Le dijo Egan— Su filo es trasversal y la otra punta tiene un filo convexo.

Ceres seguro no lo entendería pero asintió varias veces.

—Claro, yo… Controlo y uso un bidente— Dijo esta. La verdad es que a estas alturas ya no podría reprocharle que lo dijera. Tampoco serviría de mucho esconderlo solo porque sí.

Solo espero que Egan no sea… Un hablador.

—Ya veo, un poder increíble— Admitió Egan pensando un poco— No lo usaste contra el príncipe ¿Verdad?

—No…— Ceres negó con la cabeza.

—Con tu habilidad tiene sentido— Egan no pudo evitar soltar una gran suspiro pero esbozando una gran sonrisa— La realeza no sabe lo que gente como Artemisa o yo tenemos que vivir así que yo siempre soñé con darle una golpiza a alguien de la realeza central como el príncipe pero no pensé que quien le daría esa paliza seria otra miembro de la realeza.

Artemisa y Ceres intercambiaron miradas.

—Ah, no le digan a nadie que dije eso— Dijo Egan levantando su mano como para hacer la pausa.

—Claro que no— Dijo Artemisa, alarmada.

—Y pese a que fue así— Egan no pudo evitar sonreírle a Ceres— La verdad es que se vio igual de placentero para ti así que bien hecho aunque eso no significa que yo haya renunciado a mi sueño de hacerlo yo mismo.

—Sí que fue placentero…— Admitió Ceres con una sonrisa avergonzada.

Egan se rio un poco, se recargo contra la pared pero miro de reojo a Ceres— Bien, entonces me queda mucho trabajo para alcanzarte.

Ceres se sonrojo— N-no es para tanto. 




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