Los secretos de Fos

Ceres LII

Los gritos de la mujer, eran horribles, como una serpiente riéndose, si eso fuera posible, con esa gran mueca de placer en el rostro, moviendo su lengua bífida mientras sus serpientes horrendas caían sobre nosotros. También estaba ese maldito látigo que pese a que no me causaba daño, aun podía escucharlo con cada golpe.

Nos movíamos a la máxima velocidad que podíamos y cuando atrapábamos una de las serpientes, esta se separaba de la mujer como si nada, por lo que no podíamos atraerla a nosotros, ni tomando dos.

Cada que tomábamos una, la reventábamos y era divertido, lo admito. Eran como plastilina.

Cuando alguna que otra lograba llegar a las partes sin armadura, la verdad es que no importaba. Hades me dijo que la parte física era la zona más concentrada pero que todo mi cuerpo estaba cubierto de su poder.

Gravitones, los llamo, pero no sé.

—Ya basta, la atacaremos si está volando— Dije yo un tanto harta mientras aplastaba la cabeza de una de las serpientes con mi mano.

— ¿Cómo?

—Alcancémosla— Dije y me prepare para saltar.

Sabia de las desventajas de esta forma, y era justamente la movilidad por lo que para no tener ese problema nos preparamos para pasar de una forma a la otra muy rápido, así que debíamos hacerlo ahora.

—Es riesgoso…

—Podemos hacerlo ¿No?— Le pregunte.

—Sí, pero si no lo logramos, podrías terminar sin la defensa y…

—Podría ser pero no podemos quedarnos aquí solo esperando tener suerte para atraparla así que arriesgamos todo o nada ¿Bien? Confió en ti…

­ —También deberías confiar en ti, ya que las habilidades físicas son tuyas— Y era cierto pero me gustaba que me lo recordarla a veces.

Yo seguí su entrenamiento como loca durante mucho tiempo así que tenía que funcionar.

Me concentre en mis piernas y sobre todo en crear bidente.

Entones salte bastante alto, evitando por poco el látigo de la mujer, al menos eso me pareció pues lo escuche debajo de mí, y que bueno, porque ya no portaba a Perséfone, sino mi bidente.

Antes de saltar, cambie a esta forma.

La mujer levanto la vista para mirarme e hizo un movimiento rápido de muñeca para tratar de darme con su látigo pero gire en el aire, evitándolo por poco, aun así sentí que mis oídos ardían.

Hades me ayudo bastante en ese momento.

Usando el poder del bidente me acerque a ella, quien pareció sorprendía pues me moví muy rápido, entonces el bidente desapareció para volver a portar a Perséfone con la que logre pegarle en la cara con tal fuerza que la regrese al suelo, reventando el bosque.

El látigo se amarro en mi pie y me hizo chocar contra el suelo también.

Me saco el aire, no voy a negarlo, aun así no podíamos quedarnos quietos así que Hades me ayudo a moverme.

El látigo regreso a la mujer quien parecía lista para destrozarme con sus uñas pero reaccionamos hasta darle una patada a su mano la cual se dobló de forma inhumana como ella y usando eso de impulso, tratamos de darle otro golpe en la cara pero esta abrió la boca para lanzarnos una bola de fuego.

La explosión nos regresó al suelo, deslizándonos sin muchos daños. O eso esperaba. No quería terminar pelona.

—“¡Maldita mocosa!”— La mujer se relamió los labios, pues estaba manchada de sangre— “¿Tienes idea de quién soy? ¡Soy la madre de los monstruos! No puedo perder porque entonces no podre proteger a mis niños”

— ¿Todos los monstruos que nos han atacado son tuyos?— Pregunte alzando una ceja.

—“Claro que sí, son mis niños”— Dijo la mujer mirando a Ceres— “Los humanos se han dedicado a matarlos sin parar, así que puedo permitir que siga pasando ¡Matare a los humanos y tú eres un alimento de alta calidad! ¡Él me lo dijo!”

— ¿Quién?— Pregunté levantando una ceja.

—“No importa, te consumiré y tendré el poder para defender a mis niños ¡Ya no quiero verlos morir!”— Dijo Equidna preparando otro ataque, entonces note sus ojos humedecidos.

Quizá solo era el reflejo del sol.

¿Solo estaba protegiendo a su familia de verdad? Entonces ¿Nosotros somos los malos? No, los monstruos son peligrosos, atacan sin pensar pero ella parecía diferente, hablaba y estaba molesta.

Y si son sus hijos, supongo que tendría sentido que este enojada al ver a tantos morir.

Entonces una explosión por poco me hace saltar, levantando escombros a mí alrededor y regresándome bruscamente al combate.

—Es peligrosa, incluso si podemos comprender sus causas, es peligrosa­— Me dijo Hades— Lo entenderás luego.

¿De verdad podría entenderlo? O más bien ¿De verdad quería entenderlo?




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