Los secretos de Fos

Ceres LIII

No pude seguir pensando en eso cuando me lanzo una bola de fuego seguido de una lluvia de ataques violentos con su látigo que solo me lastimaban el oído por el sonido cortante y que de a poco me enterraba en el suelo debido a la fuerza. Definitivamente era más fuerte.

—“¡Te consumiré!”— Seguía gritando la mujer serpiente, deformando su rostro tanto como para solo ver un lagarto.

— ¿Lo haremos de nuevo?— Preguntó Hades en mi cabeza.

—No tenemos opción ¿Cierto?— Respondí sin pensarlo— Pero no podemos movernos ¿No te das cuenta? Ahora es diferente a hace un rato… Su fuerza.

—Como si no lo supera— Ambos conocíamos las ventajas y desventajas de nuestra unión, la unión casi perfecta pero…

Me obligue a mirar el suelo donde, de a poco nuestros pies se enterraban, no solo por la fuerza de los latigazos si no por las explosiones de fuego que levantaban un poco el terreno a nuestro alrededor.

Sin pensarlo mucho nos metimos en el suelo, aumentado nuestro peso.

Hades creo un casco de pura gravedad para que no terminara dañada por la tierra aunque me gustaría que lo hubiese hecho en todo mi cuerpo. Este uniforme terminara completamente destrozado incluso si yo no recibía daño.

Entonces nos movimos por el suelo, deslizándonos como gusanos. Qué asco.

Y Hades me dijo que algunos se comen, algo que jamás escuche que pasara y yo definitivamente no los probaría aunque él me los cocinara.

La mujer serpiente dejo de lanzar ataques y casi la pude oírla chillar que nos castigaría por eso escondernos de ella. La verdad es que Hades bien podría ser uno de sus hijos, esos gritos me recordaban a cuando entrenábamos juntos.

—Señora— Me llamo, provocando un leve respingo en mi— Se lo que está pensando y solo diré que eso es muy grosero. Yo no tengo escamas y no son tan feo…Como sea, otra cosa ¡Esta sobre nosotros!

—Atacaremos con todo ¿Listo?— Le dije preparándome para salir del suelo portando a Perséfone.

Tras mentalizarme como siempre hacia, pensando en las múltiples veces que hemos estado cerca de morir y en todas las veces que siempre salíamos bien, aunque la mayoría del tiempo, era gracias a Hades.

Salí impulsada hacia arriba, lanzando un golpe que le dio directamente en la mandíbula, y pese a que las serpientes trataron de morderme al pasar por su cadera, ninguna me alcanzo e incluso las que trataron de entrar entre la armadura eran rechazadas violentamente.

De nuevo la mujer termino cayendo el suelo, hacia atrás, quejándose.

Aun en el aire, cambie la forma al Bidente y entonces me dirigí hacia ella, notando que la mujer se estaba sobando la mandíbula, sangrante y siseando de coraje. Note que la sangre venia de su lengua y…

Volví a pensar en sus hijos…

—No son sus hijos, Ceres— Me dijo Hades— Puede que ella lo perciba así pero no lo son. Recuerda que los seres mágicos nacemos de la naturaleza como los monstruos ¡No hay parentesco más que la madre tierra!

Apreté los labios y me cubrí de Perséfone antes de dejarme caer sobre la cabeza de la mujer, la cual termino reventada contra los escombros con tal fuerza que al instante comenzaron a desaparecer.

—“Mis niños…”— Se quejó mientras parte de su rostro se deshacía en polvo— “Cuida a mis niños, así como no puede hacerlo antes, por favor, por favor…”

La mujer serpiente de verdad estaba llorando de impotencia, de dolor pero sobre todo de pena ¿Por qué era capaz de presentirla tan vívidamente, como si yo misma fuera la afectada?

Entonces la imagen cambio, esta vez yo corría a un lado de una chica pequeña, de cabellos castaños y una tranquila sonrisa ¿Quién era?

— ¿Estás bien?— Hades ya flotaba a mi lado, entonces me desplome con las piernas y los brazos temblando. Me dolía todo— Bien, parece que estas bien en términos generales pero no podemos descansar.

— ¿No? ¿Por qué? Esta…— Mire el cuerpo deshaciéndose en polvo— Ya está muerta y… ¡Cleo y Artemisa!

Me levante como pude y corrí hasta los restos de la cintura de la mujer donde los cuerpos de ambas chicas cayeron, y pese a que trate de atraparlas, no voy a negar que se me resbalaron un poco y quizá, solo quizá, se pegaron contra el suelo.

El último combate de verdad me canso.

— ¿Están…?

—Bien, solo duermen y parece que sus seres mágicos también— Dijo Hades mirando la cabeza de ambas chicas— Me sorprende que no se los comiera para hacerse más fuerte. De verdad iba tras nosotras.

— ¿Y cómo diablos…?— Comencé.

—­Lo sabremos después, ahora ¿Por qué no las acomodas? Tenemos que ver dónde están Dafne y Egan…—Me sugirió Hades.

—Ya debieron eliminar a su enemigo, solo hay que llamarlos— Dije dejando escapar un largo suspiro mientras me recargaba en el suelo y le miraba hacia arriba pero la expresión de Hades no me gusto— ¿No?

—Ese monstruo no puede ser asesinado desde afuera.

Pase saliva. No sonaba bien.




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