Los Secretos de Marina

Cap. 64 "El futuro marido de Alía."

 

(Alía)

 

Al entrar en el salón del trono en el que se habían encendido más luces y se habían acomodado en una galería a los músicos, Erik me escolto a mi sitial, esta vez puso su mano derecha en mi hombro y su izquierda en la espada; mi padre nos observó y simplemente asintió con una inclinación de cabeza, mi madre sonrió.

 

La música comenzó y como es tradición mis padres iniciaron el baile, y tras ellos Erik me saco a bailar, para evitar que lo hiciera alguien más; a medio baile mi padre se detiene y cambiamos de parejas, mi madre baila con Erik y yo con mi padre.

-te veo contenta hija, acaso hay algo que deba saber?

-no padre, pero como sabes no voy a permitir que otros decidan mi vida, y voy a enfrentar al consejo en mis términos, me conoces bien.

-lo se hija y yo no pensaba obligarte a tomar marido, solo iba a autorizar que te visitara y te cortejara, si ganaba tu corazón o no eso es otro asunto; cuando tu madre vino a mi como sacrificio, me enamore de ella, para ella nuestro matrimonio le fue impuesto por mí, pero sé que aprendió a amarme fue por eso que nacieron tus hermanas; tú fuiste engendrada por mi amor por ella; ellas fueron engendradas por el amor compartido; ahora entiendes por qué tú eres más poderosa que ellas, y mi más grande orgullo?

-ahora comprendo muchas cosas padre, espero perdonaras que en lugar del amor que deseaba en mi vida, solo obtenga la lealtad y el juramento de un buen hombre, pero prefiero eso a no tener nada.

-no tengo que perdonarte nada, tú lo conquistaras como yo a tu madre, y el ganara tu corazón como tu madre se ganó el mío. – me dijo mi padre y me do un beso en la frente, para después interrumpir el baile nuevamente y tomar a mi madre de la mano y seguir bailando, al terminar la pieza mis padres volvieron a sus tronos y yo baile una pieza más con Erik, tras lo cual volví a mi sitial.

 

En algún momento los miembros del consejo, se acercaron e interrumpieron el baile, era el momento que esperaban, que todos estuvieran presentes para poder obligarme a aceptar a un marido títere, que tomara mi reino por el matrimonio; pero yo tenía el remedio a su hipocresía.

-buenas noches majestades, perdonaran que el consejo use esta noche para presentarse en pleno ante la corte, pero al ser este el vigésimo sexto aniversario del nacimiento de la Princesa Alía, y habiendo ella rechazado ya a más de diez pretendientes a su mano y al trono, comprendemos que es nuestra obligación exigirle a la princesa que tome como marido a un hombre adecuado, para compartir el trono del reino, y que de esta manera ella cumpla con su obligación de dar futuros herederos a la corona. Es por eso que presentamos al caballero Guillermo de Guids, hombre de buena cuna del reino de Akeron como futuro esposo y rey del reino de Drakonia.

-acaso he escuchado bien, señor consejero, ha dicho usted que es mi futuro esposo, ese caballero que le acompaña?

-así es alteza, por exigencias de este consejo, usted deberá casarse pues ya es muy mayor, ya debería haber engendrado al menos dos hijos al que fuera su marido como es su obligación.

 

Y levantándome de mi sitial, enfrento al consejo.

-acaso, el consejo de las doce provincias ha olvidado quién soy? Acaso este consejo y sus provincias no me deben la vida tras su traición hace dieciséis años? Ahora vienen a darme órdenes a mí a la única a la que el Gran Aladar obedece, ahora quieren imponerme un marido, que tomara mi trono y dará concesiones a todos ustedes por darle una corona que no merece.

-es un hombre de buena cuna, alteza, y usted no puede reinar sola. – me dice el primer consejero

-acaso yo le he dado al consejo la idea de que acepto sus órdenes o sus sugerencias? No he demostrado que puedo defender a mi pueblo en tiempos de guerra contra un ejército mucho más grande que el mío. Acaso le he hecho creer a este consejo que necesito su ayuda o la de nadie más para llevar a cabo mis obligaciones para mi reino? – pregunto alzando la voz, y aumentando mi tamaño y tras dar un gran destello de luz, convertirme en mi forma de dragón.

-acaso su candidato a marido, cree que podrá dominarme como pretenden para que poco a poco mi reino quede en sus manos? Es que no han entendido que aquí la que gobernara el imperio seré yo y no ustedes y su títere?

-Alía, tranquilízate – ordena mi padre

-Alía, hija por favor, ten calma. – ruega mi madre.

-Alía, querida mía, olvida la impertinencia de este grupo de tontos y ven salgamos a disfrutar la noche, quieres – se adelanta Erik.




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