FUTUROS NUEVOS RUMORES.
Cierro el grifo cuando limpio los restos de sangre que fluyeron de mi nariz y por el espejo miro a Jess, que trae una sonrisa inocente.
—Lo siento.
—Sabes que soy alérgica a eso —señalo la cabeza del cachorro que se asoma de su bolso.
Nos quedamos en silencio, la recorro de arriba abajo fijando la mirada en el perro pulgoso.
—Ya sal de aquí —me recuesto del lavado, viéndola esconder el cachorro que empieza a chillar.
Me quedo unos minutos analizando mi aspecto y me surge la necesidad de ir a la playa de lo pálida que estoy. Salgo encontrándome a los dos, pero freno para estornudar y Luke retrocede con los brazos abiertos para que Jess no se me acerquen.
—Aléjate de nosotros satanás, que llena de gérmenes estás y la muerta por ti vendrá.
— ¡Luke! —Jess lo golpea y este se acerca a darme un beso en la sien.
—Marica —le digo.
—Mafiosa —pasa su mano por mi cintura caminando conmigo.
La campana suena cuando Jess termina de peinarse y ellos me acompañan a mi casillero para sacar mis cosas. Les pido que se adelanten.
Aprovecho que estoy con la cabeza metida en mí casillero y abro mi estuche de maquillaje para darme un retoque y acomodar mi cabello.
—Te ves mejor al natural—oigo a mi espalda.
—Y tú a treinta metros lejos de mí.
Recuerdo lo que ocurrió ayer con mi madre y un reflujo ácido se aloja en mi garganta, cierro la puerta de metal con un golpe firme.
Al girarme lo encuentro apoyado en los casilleros con una sonrisa juguetona en sus labios. Choco mi hombro con el suyo para caminar al salón de clase.
Me sigue.
De cerca.
Y lo siento mirarme el trasero.
—¿Qué quieres? —digo cruzada de brazos. Se acerca para estar frene a mí e inclinarse un poco para llegar a mi rostro.
—Invitarte a salir para empezar.
—Te invito al bosque, a mitad de la noche.
—¿Irías al bosque? —frunce el ceño.
Sonreí.
—Puede ser.
Luego que te coman los animales.
Al instante que le doy la espalda para irme y olvidarme de esa agradable charla, abro mis ojos de golpe al sentir que agarran de la cintura, a mitad del pasillo, frente a todos.
—Suéltame.
Me gira quedando cara a cara.
—¿Saldrás conmigo?
—No lo repetiré, Brayden, suéltame —hablo enserio—. Cuento 3 y llevo 2.
—No creo que vayas a hacer algo —se burla.
Levante una ceja, seguido de la rodilla dando justo en las bolas lo que lo obliga a doblarse. Ya tenía tiempo resistiendo para no darle ese golpe.
Los murmullos no tardan en comenzar. La muchedumbre mira la escena entre sorprendido y divertido. Justo cuando doy un paso dentro del salón, me detienen agarrándome de la cintura.
— ¡Brayden, suéltame! —intento soltarme, pero al momento de no sentir el suelo dejo de luchar.
— ¿Por qué eres así de odiosa? —hace que me gire a verlo, puedo notar sus ojos un poco más brillosos debido al golpe.
—Porque me da la regalada gana.
Me baja despacio sin dejar de oprimir mi cintura.
—Lo siento, no era mi intención...
Entro al salón cerrando la puerta en su cara, convirtiéndome en el centro de atención de todos. Ignoro las miradas burlonas y otras celosas.
La clase comenzó con los antiguos romanos y ahora con los tonos de mensajes por parte de los teléfonos, nadie prestaba atención. Hasta que de repente, el profesor Ricardo le arrebata el teléfono a una chica, dejándola sin habla y un poco enrojecida.
Él miró detenidamente los brillitos que adornaban el aparato, cerró los ojos mostrando la sonrisa más diabólica que he visto y caminó hasta la ventana la cual abrió y arrojo el teléfono fuera del salón.
— ¡Guarden los malditos teléfonos! —todos, que estábamos en shock, reaccionamos de un sobresalto guardando todo excepto nuestros libros.
La dueña de ese costoso aparato estaba al borde del llanto. Volvió a su escrito y esperó a que todos guardaran silencio para que luego él sacara el suyo.
Pasaron los minutos y nadie se dignaba a decir nada, teníamos miedo. Nos mirábamos las caras preguntándonos si el profesor continuaría con la clase.
—Examen la próxima semana.
Antes de que alguno pudiera reprochar nada, sonó la campana y todos salieron disparados olvidándose de que seguramente reprobaremos el examen.
Cuando estaba por salir, cuando ya tenía un pie fuera del salón, el profesor me llama, lo miro y me hace seña para que me acercara. Dude un poco, pero término accediendo cerrando la puerta detrás de mí.
— ¿Si?
— ¿Qué te traes con McCarthy?
—Nada, solo le gusta molestarme.
Se muerde el labio como si se rehusara a decir algo, se le ve el desacuerdo en la cara, pero solo se limita a decir:
—Que deje de hacerlo.
Que sencillo suena.
—Créame, sueño con eso.
La puerta se abre de pronto.
—Nova, te estamos esperando—dice Luke captando mi atención.
Vuelvo a ver a Ricardo, pero éste ya se encontraba ocupado ordenando algunos papeles.
Por lo que más quisiera, durante la tarde mi mente solo pasaba imagines de Brayden arrepentido, y entre más lo recuerdo más coraje me da que se atreva a contradecirme, molestarme y fastidiarme, mucho más frente a todo el cuerpo estudiantil.
—Me agrada, pero no me agrada.
—¿Cómo es eso? —le cuestiona Jess a Luke.
Nos encontramos en el minimarket, específicamente por el pasillo de dulces donde Jess tomaba un paquete de rosquillas y yo les contaba sobre mis encuentros con McCarthy.
—Me agrada Brayden, pero Nova está mucho mejor sola.
—Exacto, gracias —exclamo.
Por fin alguien que me entiende.
—Ya está lo suficientemente traumada con su ex para que Brayden tenga que pagar por eso.
Editado: 27.04.2024